El camino hacia una democracia más fuerte en África: que la juventud lidere
En los últimos años, las naciones africanas han aparecido en los titulares internacionales por sus notables avances en participación juvenil durante los procesos electorales. En 2020, Namibia experimentó un aumento en la participación de los jóvenes y varios líderes jóvenes asumieron roles destacados en el gobierno local. Este año, Senegal eligió al presidente más joven en la historia de África, Bassirou Diomaye Faye, de 44 años. En ambos países, donde la edad media es de 18 años y aproximadamente el 75% de la población tiene menos de 35, este liderazgo juvenil representa un paso importante hacia una alineación de la representación política con la realidad demográfica.
Al contrario de lo que algunos podrían creer, los jóvenes africanos confían en la democracia. Según el último Afrobarómetro (noviembre de 2023), el 64% de los jóvenes africanos apoyan la democracia y rechazan otras alternativas autoritarias. En comparación, solo el 59% de los adultos en América Latina y el Caribe, en promedio, expresan su apoyo a la democracia. Aunque es una estadística de la que debemos sentirnos orgullosos, no podemos ignorar que seis de cada diez jóvenes africanos no están satisfechos con el funcionamiento de la democracia en sus países. Hay margen de mejora, y la juventud está lista para asumir el reto.
Contar con una representación política sólida, y esto no es solo contar con un presidente joven, permite que la juventud se sienta vista, escuchada y reflejada en su gobierno. A su vez, fomenta la participación positiva en los procesos democráticos. La juventud no solo es el presente, sino también el futuro. Su voz, nuestra voz, es esencial para construir sociedades más justas y equitativas. Y debemos ser conscientes de que nuestra participación tiene un impacto directo en las políticas que se implementan.
Puede haber diversas razones por las que una persona puede no estar satisfecha con el funcionamiento de la democracia en su país. Para los jóvenes, la falta de representación está en la cima de esa lista. La mayoría de los líderes en África tienen 55 años o más, algunos incluso superan los 75 años. Aquellos que creen que la brecha generacional no influye en la relación entre un líder y sus ciudadanos se están engañando. La falta de empatía y comprensión sobre las luchas de la nueva generación en temas que van desde la vivienda, la independencia financiera y el empleo hasta los servicios básicos de salud sigue siendo una fuente importante de preocupación y descontento político.
No podemos exigir que todos los futuros líderes pertenezcan a la misma generación que la gran mayoría de sus votantes; sin embargo, sí que es esperable que se rodeen de personas que aboguen por las preocupaciones de esta parte de la sociedad. Sé de primera mano la diferencia que esto puede hacer en un país.
Según el informe antes mencionado, solo el 44% de los africanos de entre 18 y 35 años dicen confiar en su presidente. Esto refleja un problema de confianza, pero también de educación cívica. Los gobiernos deben priorizar la transmisión a sus ciudadanos de la importancia de la democracia en su vida cotidiana.
La democracia es crucial porque garantiza los derechos y libertades individuales, permite la participación ciudadana, asegura la rendición de cuentas de los líderes y promueve la igualdad y la justicia social, contribuyendo a la estabilidad y el desarrollo de la sociedad. Los líderes nacionales tienen la obligación de hacer frente común con los defensores de la democracia para concienciar sobre la importancia de defender los valores democráticos en un mundo cada vez más polarizado. Campañas como la lanzada recientemente por la Global Democracy Coalition, cuyo lema es “Thank You Democracy” (Gracias Democracia), pueden ser excelentes vías para elevar y difundir estos mensajes.
La participación y representación de los jóvenes en política es el único camino a seguir si queremos nutrir y fortalecer nuestros sistemas democráticos. Tan solo el 63% de los jóvenes africanos –menos de dos tercios– que estaban llamados a las urnas durante el último proceso electoral lo hicieron. Un porcentaje bastante menor del 80% de participación electoral que se registra en otros grupos de edad.
En cuanto a las jóvenes africanas, una serie de factores las han alejado aún más de la realidad política. La falta de oportunidades educativas –incluyendo el acceso a instituciones de educación superior–, la dependencia económica de sus parejas, los servicios de salud limitados y la falta de protección frente a diversas formas de violencia de género han generado una brecha que necesita ser abordada urgentemente.
La creciente digitalización de África está haciendo que la participación política sea cada vez más accesible. Aunque aún tenemos mucho trabajo por delante, el progreso es imparable. En 2010, solo el 10% de la población africana tenía acceso a internet, en comparación con el 43% en 2021. Las redes sociales se han convertido en una plataforma esencial para la participación política y la movilización social en el continente, y la gobernanza digital ya es una realidad en muchos países que ya utilizan mecanismos digitales para mejorar la eficiencia en la administración pública. Además, la digitalización ha mejorado el acceso a la información, fundamental para el monitoreo de las actividades gubernamentales, aumentando la transparencia y promoviendo las buenas prácticas.
Para aprovechar al máximo estos avances, debemos asegurarnos de que la alfabetización digital esté en la cima de nuestra agenda para fortalecer la democracia y fomentar el desarrollo. La Agenda 2063 de la Unión Africana incluye objetivos específicos para la transformación digital del continente, como el establecimiento de una universidad africana abierta de aprendizaje a distancia y la cooperación en temas de ciberseguridad.
El camino para lograr que los jóvenes africanos de distintos orígenes se involucren en la política no es fácil, pero en este Día Internacional de la Democracia, mi llamado es para que mis compañeros jóvenes africanos den un paso adelante. Y lo hago con la certeza de que si las cosas que pasan no nos gustan, pueden cambiarse. Involucrarse en la política es un deber cívico, pero también un acto de amor hacia tu comunidad, a tu país y a las generaciones futuras.
Más que nunca, la democracia debe dar resultados si soñamos con hacer de nuestra región un lugar mejor. Para lograrlo necesitamos escuchar y hacernos escuchar cuando decimos que los jóvenes no son solo el futuro del continente; son los protagonistas del cambio que necesitamos hoy.
Emma Theofelus (28 años) es Ministra de Información, Comunicación y Tecnología de Namibia y forma parte de la WYDE Network of Young Decision-makers de Club de Madrid.
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