La victoria del conservador Rebelo de Sousa no pondrá en peligro al Gobierno socialista de Portugal
El calendario electoral portugués mantiene con vida en el país luso la llama política. El domingo se celebran elecciones presidenciales a las que se presentan diez candidatos. Después de dos semanas de campaña, la mayoría de sondeos apenas ha variado y otorga una victoria por más del 50% de los votos en la primera vuelta a Marcelo Rebelo de Sousa, doctor en Derecho, popular comentarista político en televisión y militante del PSD, el principal partido conservador de Portugal.
Si el presidente saliente, Aníbal Cavaco Silva (PSD), invitó a finales del pasado año tras las elecciones generales, después de fracasar el gobierno de 11 días de Passos Coelho (PSD), al socialista António Costa para formar gobierno fue, según dijo, porque no podía disolver la Asamblea de la República. Según la ley, hay que esperar seis meses después de las elecciones, aunque tampoco se puede disolver si el presidente se encuentra en el último semestre de su mandato.
Para Cavaco, el acuerdo que el líder del Partido Socialista firmó con las restantes fuerzas de izquierda que entraron en la Asamblea (Bloco de Esquerda, el Partido Comunista y Los Verdes) no garantizaba la estabilidad del país. Ahora, el fantasma de la disolución de la Asamblea por parte del nuevo presidente no parece tener visos de convertirse en realidad.
Meses después de las legislativas y la consiguiente investidura de António Costa, los candidatos a las presidenciales han asumido que el nuevo Gobierno portugués cuenta con el respaldo de la Asamblea y que no sería conveniente en estos momentos convocar nuevas elecciones, algo que alteraría aún más la inestable economía portuguesa. La tasa de desempleo se mantiene por encima del 10% desde hace más de cinco años, con un pico del 17% durante el anterior Gobierno de Passos Coelho.
Rebelo de Sousa apoya el presupuesto de Costa
Esa misma posición la ha mostrado también el favorito y miembro del PSD, Marcelo Rebelo de Sousa. A pesar de pertenecer a partidos rivales, Rebelo no ha dudado en acercarse a António Costa y mostrarle también su apoyo para que el presupuesto que el Partido Socialista ha presentado para 2016 pueda ser aprobado.
En este plan presupuestario, António Costa ha procurado revertir algunas de las medidas más impopulares llevadas a cabo por el gobierno de Passos Coelho y ha puesto en marcha, tras arduas negociaciones con sus socios de izquierda, nuevas medidas sociales para paliar la delicada situación de millones de portugueses. Ha repuesto los complementos de jubilación de los trabajadores de Metro y Tranvía; eliminará a lo largo del año una sobretasa del Impuesto de la Renta (IRPF en España) creada por el anterior Ejecutivo; va a comenzar a subsanar progresivamente la reducción en los salarios de los funcionarios; ha bajado en un 1,5% el TSU, que es un descuento que se hace a la Seguridad Social para aquellas personas que ganen menos de 600 euros al mes; ha subido el salario mínimo 15 euros, de 515 a 530; prepara una reducción de la jornada laboral para que pase a ser de 35 horas y ha confirmado que en julio el IVA de la restauración bajará del 23% al 13%.
Todas estas medidas, asegura Catarina Falcão, periodista de información política del diario digital Observador, han hecho que Costa “haya ganado simpatías entre la población. Marcelo Rebelo de Sousa es consciente de ello y ha tomado una posición conciliadora. Ni siquiera está siendo crítico, más bien está haciendo una política de dar la mano”.
Rebelo y Costa hace años que se conocen, desde que el candidato presidencial fuera profesor de Derecho del primer ministro. Se ha visto durante la campaña, según Falcão, que Marcelo “no está contra Costa. Él siempre ha entendido que tiene que buscar aliados esté donde esté. No creo que ahora mismo le interese tener un conflicto abierto con Costa”.
Leonete Botelho, editora política del diario Público, va más allá al afirmar que Rebelo de Sousa “puede ser la persona que ayude a tender puentes en la bisectriz en la que se encuentra António Costa. Por un lado, los partidos de izquierda que le apoyan, y por el otro, Europa”.
Los acuerdos que Portugal tiene con Bruselas son ahora mismo una carga de la que António Costa, a pesar de las exigencias de sus socios en ahondar en medidas sociales, no puede separarse. Por ello, el ministro de Economía, Mário Centeno, ha compensado el gasto social con la subida de impuestos en combustible o tabaco. Además, ha elaborado los presupuestos teniendo en cuenta las exigencias de déficit que marca Bruselas y ha puesto como objetivo para 2016, un déficit de un 2,6%, cumplidor con Europa.
Eso no solo ha tranquilizado a los socios europeos, sino a Rebelo de Sousa, que ha asegurado que no vetará las cuentas si llega a presidente. Catarina Falcão le tilda como “el más europeísta de los candidatos que se presentan. Es, sin duda, completamente favorable a la integración europea”.
Para Bernardo Ferrão, editor político del diario Expresso, cumplir con Europa es una línea roja de Rebelo de Sousa y cree que “no habrá consecuencias ni discrepancias con Costa si este asume el cumplimiento del déficit y los acuerdos con Bruselas”. Falcão argumenta este asunto explicando que “para Marcelo no puede haber desvíos, no puede haber señales de inestabilidad hacia fuera”.
Choque entre Rebelo de Sousa y su propio partido
Este idilio entre candidatos de partidos diferentes ha provocado que el PSD y el CDS-PP, los anteriores partidos en el poder y que concurrieron juntos a las elecciones de octubre con los siglas de PaF (Portugal à Frente, Portugal por delante), hayan indicado a sus votantes que su opción es Marcelo Rebelo de Sousa, pero sin implicarse en su campaña electoral.
Ferrão considera que “sí hay un apoyo real del PSD y el CDS-PP al candidato de la derecha, pero el que no ha querido que participen en la campaña ha sido el propio Marcelo. Ha sido una campaña como nunca antes en Portugal. Marcelo no ha usado la maquinaria de su partido, tampoco carteles, ni siquiera logos. Él solo, como personaje. Ha ido buscando el voto del centro, porque el de la derecha ya lo tenía garantizado, y si PSD y CDS-PP hubieran entrado en campaña quizás no hubiese conseguido el voto de centro, ya que el anterior primer ministro, Passos Coelho, está muy asociado con la Troika y los recortes”.
“Passos y Paulo Portas (líder del CDS-PP) son un activo tóxico para Marcelo”, asegura Eleonote Botelho. Tanto la editora de Público como Ferrão afirman que esta distancia entre compañeros de partido es recíproca: “Passos Coelho quiere que la derecha gane pero no es admirador de Marcelo. No es su candidato, ni siquiera fue la voluntad del PSD que Marcelo fuera candidato”, comenta Botelho.
Ferrão cree que esta situación tuvo sus inicios justamente después de las elecciones en las que PaF ganó sin una mayoría con la que obtener la investidura, algo que permitió la llegada al poder del Partido Socialista. En aquel momento, Rebelo de Sousa, desde su posición de comentarista político en una cadena nacional, que dejó cuando entró en campaña, se mantuvo neutral ante los resultados y no apoyó la tesis de su partido de que un Gobierno socialista apoyado por los partidos de izquierda era nada menos que “legal, pero ilegítimo”.
Desde entonces, cuenta Ferrão, “la derecha ha estado esperando que Marcelo hiciese un discurso vengativo. Creían que se iba a vengar, pero Rebelo de Sousa no hizo eso e incluso cuando se anunció el nuevo Gobierno deseó éxito a António Costa”.
Profesor de Derecho y activo comentarista político, Marcelo Rebelo de Sousa ha cultivado a lo largo de los años fama de moderado y de no morderse la lengua a la hora de criticar incluso a su propio partido. La fama de centrista nació cuando en 1995, el Partido Socialista, con António Guterres al frente, ganó las elecciones sin mayoría absoluta. Al año siguiente, Marcelo Rebelo de Sousa se convirtió en el líder del PSD, y permitió durante tres años, gracias a un acuerdo parlamentario, que Guterres pudiese gobernar en minoría y sacara adelante hasta tres presupuestos.
Leonete Botelho cree que esto se debe a que Marcelo “tiene una costilla socialdemócrata más genuina que la línea actual del PSD, que es más liberal”. Ideológicamente, Ferrão sitúa a Marcelo como “una persona de derechas, pero cercano al centro” y recalca lo que afirma Botelho, al considerar que “no es de la derecha de Passos, es diferente”.
Sin medidas drásticas en el primer año
El presidente de la República representa en Portugal un poder moderador, ya que entre sus funciones está la de promulgar las leyes, así como el derecho a veto. Puede devolver leyes aprobadas por la Asamblea o decretos-ley del Gobierno o mandarlas al Tribunal Constitucional si tiene dudas de su legalidad.
Además, una potestad importante atribuida al presidente es la capacidad de disolver la Asamblea de la República, convocar nuevas elecciones y, según los resultados, investir a uno u otro candidato. Precisamente, esta idea ha sobrevolado durante toda la campaña, la de que un nuevo presidente de signo distinto al Partido Socialista pudiera disolver la Asamblea y convocar elecciones.
A pesar de las dudas, “está completamente descartado que algún candidato pueda disolver la Asamblea”, manifiesta Ferrão. A este respecto, Catarina Falcão considera que “es imposible que esto suceda, al menos, durante el primer año, donde Rebelo de Sousa, si sale elegido, pretende que haya estabilidad en Portugal”, aunque no descarta que “después del primer año todo puede pasar y ya será cuestión de él”.
Sin 50%, habrá segunda vuelta
Si Marcelo Rebelo de Sousa no consiguiese el 50% de los votos este domingo, tendría que pasar a una segunda vuelta con el siguiente candidato más votado. Según las encuestas, sería el exrector de la Universidad de Lisboa, Sampaio da Nóvoa, que cuenta con el apoyo del Partido Socialista. Algunos sondeos indican que Sampaio da Nóvoa podría acercarse a Rebelo de Sousa en una segunda vuelta, pero que aún así, el candidato derechista mantendría una distancia considerable.
La única oportunidad que podría tener el candidato socialista de vencer a Marcelo en una segunda vuelta sería, para Eleonote Botelho, que “al coincidir en el tiempo la campaña para la segunda vuelta -14 de febrero- con la discusión del presupuesto en la Asamblea, Sampaio da Nóvoa podría aprovechar, si la discusión resulta muy aguerrida, para identificar a Rebelo de Sousa con los miembros de su partido y crear así una dinámica diferente”.
Otro aspecto a tener en cuenta para la segunda vuelta, comenta Bernardo Ferrão, será la abstención. “Más de un 50% de abstención abriría una puerta a una segunda vuelta”, aunque, como afirma el editor de Expresso, “nunca se ha producido que haya habido una abstención de más del 50% cuando todos los candidatos optan por primera vez a la presidencia”.
Un presidente más activo
Si hay algo que sí va a cambiar si Rebelo sale elegido, expresa Botelho, es que “será más activo que el anterior presidente, que Cavaco Silva. Rebelo da Sousa imprimirá a la presidencia una presencia más constante. Él mismo ha dicho que quiere reunir al Consejo de Estado tres o cuatro veces al año y que mantendrá periódicas reuniones con el Gobierno y con los agentes sociales”.
La posible victoria este domingo de Marcelo Rebelo de Sousa no solamente apacigua el actual Gobierno. En el PSD, a pesar del apoyo de su candidato a que continúe gobernando António Costa, ven una posibilidad de sacar rédito de estas elecciones. “El PSD, si gana Marcelo Rebelo de Sousa, y lo hace con una mayoría abrumadora, como dicen las encuestas, va a querer sumar su victoria en las generales con esta victoria en las presidenciales, y decir que la derecha es la que sigue teniendo la gran fuerza en Portugal”, remata Leonete Botelho.