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Caos político y vuelta a las restricciones en Israel ante una “segunda ola más peligrosa que la primera”

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.

Javier Biosca Azcoiti

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En pleno pico de la primera ola de coronavirus a principios de abril, Israel registró un promedio semanal de 628 nuevos casos diarios. Menos de dos meses después ya había doblegado la curva y el 25 de mayo esa cifra era de tan solo 13 nuevas infecciones. Los buenos resultados animaron a recuperar la normalidad entre finales de abril y principios de mayo, pero la evolución de la pandemia ha obligado esta semana a reimponer restricciones. Actualmente, Israel sufre un rebrote con un promedio semanal de 997 nuevos casos diarios, muy por encima de lo registrado en la primera ola.

En la primera fase de la crisis sanitaria, el récord fue de 765 nuevos contagios en un solo día. Este martes esa cifra casi se ha duplicado con 1.473 casos. Los contagios se han disparado un 500% en tan solo un mes y han aumentado prácticamente en todo el país, lo que dificulta la estrategia de centrarse en determinadas comunidades. “Estamos en una segunda ola más grave y peligrosa que la primera”, afirmó el viceministro de Sanidad, Yoav Kish, el pasado fin de semana.

Así han evolucionado los nuevos casos diarios de COVID-19 en Israel

Ritmo de nuevos casos diarios. La línea azul muestra el promedio semanal de nuevos casos diarios

Fuente: Universidad de Johns Hopkins

Durante la primera ola, Israel fijó estrictas medidas de confinamiento con una puntuación de 94,44 sobre 100 en el índice de restricciones elaborado por la Universidad de Oxford. A finales de abril se empezaron a levantar las medidas de control y el proceso continúo en mayo. “Los logros de Israel en la campaña contra el coronavirus están sirviendo como modelo a muchos países”, afirmaba entonces el primer ministro Benjamin Netanyahu.

Las medidas de control reimplantadas esta semana en todo el país son: aforo limitado de 20 personas en los autobuses –que podrán poner el aire acondicionado, pero que tendrán que desplazarse con las ventanas abiertas–; máximo de 20 personas en los lugares de culto, donde hay que respetar una distancia de dos metros y el uso de la mascarilla es obligatorio; aforo limitado de 20 personas en restaurantes; y cierre de bares, discotecas, gimnasios, piscinas y actos culturales como cines, teatros y conciertos, entre otros.

El ministro de Defensa, Benny Gantz, ha afirmado este miércoles que en 48 horas se abrirán más hoteles medicalizados para atender a pacientes ante el aumento de casos. El Gobierno también ha vuelto a imponer confinamientos generales en determinadas zonas, como en el asentamiento de Beitar Illit. Por último, se ha duplicado el importe de la multa por no llevar mascarilla, pasando de 58 a 146 dólares.

“Para salvar la economía israelí tenemos que aplanar la curva”, afirmó el lunes el ministro de Sanidad, Yuli Edelstein. “Las medidas que ha tomado el Gobierno nos dan la esperanza de que en una semana o dos no tendremos que declarar un cierre general”, añadió.

En este sentido, el presidente del Comité de Asuntos Exteriores y Defensa del Parlamento, Zvi Hauser, afirma: “No tenemos la opción de poner en cuarentena a miles de ciudadanos y sacarlos de la fuerza laboral durante dos semanas sin comprobar si realmente estuvieron expuestos a un paciente confirmado”. Las declaraciones de Hauser se enmarcan dentro de la justificación de utilizar al Shin Bet, servicio de inteligencia y seguridad general, para localizar posibles contagiados.

Servicios de inteligencia para seguir el virus

La semana pasada, el Parlamento aprobó una ley temporal que permite al Shin Bet utilizar sus técnicas antiterroristas para vigilar a toda la población y localizar posibles casos a través de la telefonía móvil. La legislación establece, sin embargo, que la agencia no tendrá contacto con los posibles pacientes ni se encargará del cumplimiento de la cuarentena de aquellas personas identificadas y cuyos datos se comparten con el Ministerio de Sanidad. “Estamos de acuerdo que una alternativa civil sería preferible, si es efectiva, pero no creo que ese sea el caso por el momento”, declaró Hauser el martes.

El texto se aprobó el miércoles y entre el jueves y el viernes más de 30.000 personas identificadas por la agencia de seguridad recibieron un mensaje del Ministerio de Sanidad pidiendo que se pusiesen en cuarentena. Sin embargo, muchos de ellos afirman que cuando la agencia identificó que pudieron estar expuestos al virus ellos estaban en casa y han intentado apelar la decisión sin mucho éxito porque Sanidad está saturado.

“Si el Ministerio no encuentra una solución a este problema en los próximos días, me veré forzado a reconsiderar aprobar la continuación de este seguimiento. Es una herramienta importante, pero complementaria”, afirmó Hauser el martes. El director del Shin Bet, Nadav Argaman, se ha opuesto al uso de la agencia para el seguimiento del coronavirus.

Caos político

El presidente de Israel, Reuven Rivlin, del partido de Netanyahu, ha afirmado este miércoles que el país no tiene una estrategia. “En estos momentos, el Estado de Israel no ha desarrollado un plan de batalla claro y coherente para combatir el virus. No tenemos un organismo que se centre en el conocimiento, la lucha, el enfrentamiento, el control y el discurso con el público y para el público”, ha afirmado Rivlin.

El martes, la directora de los servicios de sanidad pública, Siegal Sadetzki, presentó su dimisión por su desacuerdo con la gestión de la segunda ola. “Durante varias semanas la brújula que guía la gestión de la pandemia ha perdido la dirección”, escribió Sadetzki en Facebook. “A pesar de las advertencias, somos testigos con frustración de que el tiempo se agota”, añadió.

“Israel, que gestionó con éxito la primera ola, se ha separado de otros países líderes, alejándose de las medidas que han tomado”, denuncia la exdirectora. “Los logros de la primera ola han sido cancelados por la apertura rápida y general de la economía. La transición a la segunda fase fue mucho más extensiva y rápida que en otros países occidentales”. Según informa el medio israelí Haaretz, también hay tensiones profesionales y personales en la dimisión de Sadetzki y la de otro alto cargo del Ministerio de Sanidad hace dos meses.

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