ENTREVISTA

Carmen Claudín, experta en Rusia: “El motín de Prigozhin confirma que el régimen de Putin es más débil de lo que parece”

Para Carmen Claudín, investigadora sénior del think tank CIDOB de Barcelona, dada la opacidad y la falta de información fiable, una de las pocas certezas que deja la rebelión armada impulsada el sábado por el jefe del Grupo Wagner es que se trata de una muestra de la “debilidad” del poder de Vladímir Putin y consecuencia directa de la invasión de Ucrania. El tiempo dirá todo lo demás, incluidas las repercusiones tanto internas como en el campo de batalla, según explica en una entrevista con elDiario.es.

La enconada disputa entre Yevgueni Prigozhin y la cúpula militar de Rusia estalló este sábado cuando miembros de Wagner tomaron un cuartel militar en una ciudad del sur de Rusia y marcharon a través de cientos de kilómetros hacia Moscú, antes de dar media vuelta menos de 24 horas después, cuando el Kremlin dijo que había llegado al acuerdo de que Prigozhin se irá a Bielorrusia y se retirarían los cargos en su contra. “Querían quitarle el trono a Prigozhin clarísimamente, y esto él no lo podía soportar. Y como ha sido un niño mimado durante mucho tiempo, ha calculado mal sus límites”, dice la analista.

¿Qué lectura hace de los acontecimientos del sábado?

Comparto la lectura de que esta crisis interna, que es muy inédita en la historia no solo rusa sino en la soviética, no tiene ningún antecedente comparable. Es una crisis que ha puesto de manifiesto lo que unos cuantos analistas, tanto rusos como internacionales, decíamos acerca de la debilidad del poder de Putin. Hace tiempo que creo que el régimen está demostrando por vías muy indirectas una fragilidad que era muy difícil de comprobar por la propia opacidad del régimen, por la falta de información fidedigna desde dentro.

Y hasta que no ha estallado este conflicto, que en el fondo es dentro de la élite, de forma tan absolutamente inequívoca, no podíamos estar seguros de lo que avanzábamos. Por consiguiente, es una muestra de debilidad del régimen de Putin y es, además, la consecuencia directa de la agresión rusa contra Ucrania. Porque es evidente que todo el conflicto, toda la acumulación de resentimiento del jefe de Wagner viene del hecho de que, por un lado, mandan a Wagner a combatir en primera fila y demuestran que son, comparados con el Ejército, muchísimo más eficientes en la matanza, pero no les dan el apoyo militar necesario para ser aún más eficientes. 

No es un conflicto con Putin, es un conflicto de dos oligarcas que llevan tiempo en situación de competición: el ministro de Defensa –Serguéi Shoigú– y Prigozhin. Lo que intenta Prigozhin con su marcha es forzar la mano de Putin para que le apoye a él frente a Shoigú, que había conseguido imponer que las milicias armadas fueran absorbidas por el Ejército regular, cosa que es bastante lógica desde el punto de vista de cualquier Estado.

Pero esto quería decir quitarle el trono a Prigozhin, clarísimamente, y esto él no lo podía aceptar ni soportar. Y como ha sido un niño mimado durante mucho tiempo, ha calculado mal sus límites. 

¿Ha cometido entonces Prigozhin un error de cálculo pensando que Putin se iba a poner de su lado?

Que había posibilidad de que Putin se pusiera de su lado, más bien. Es muy posible, pero dada la opacidad de la élite rusa es imposible hacer más que especulaciones. Digo la interpretación de lo que vemos, un poco lo que hacíamos los sovietólogos en la época soviética. 

Prigozhin tenía simpatías dentro de la élite, eso seguro. ¿Hasta qué punto tenía apoyos que pudieran saber que iba a hacer esto? Es difícil decirlo, pero es posible que los tuviera. Y también está el hecho de que Prigozhin –y eso él lo sabía– era muy popular, uno de los elementos que más miedo ha dado a Putin. Sabiendo todo esto, Prigozhin ha intentado un acto temerario, pero calculado.

¿Cómo ha salido parado Prigozhin tras el acuerdo en el que, según el Kremlin, medió Bielorrusia? ¿Ha perdido?

Yo creo que el acuerdo no fue negociado por Lukashenko, porque ya hace tiempo que ha perdido toda capacidad de acción independiente y autónoma a nivel internacional y más aún en relación con Rusia. Pienso que Putin y sus consejeros decidieron que no podía rebajarse a parecer que él negociaba directamente con Prigozhin, y por consiguiente necesitaban un tercero que no fuera nadie de su entorno inmediato. Lukashenko, desde un punto de vista puramente formal para la vitrina, cumplía todos los criterios. Se le ha dado una orden y se le ha dicho exactamente cada palabra que debía pronunciar acerca del tipo de acuerdo al que podía llegar. Estoy convencida.

No sabemos qué está pasando con Prigozhin, dónde está... Todo el mundo especula. Para Prigozhin, acabar en Bielorrusia es evidentemente una derrota. Pero es que además es una especie de cárcel abierta, porque allá, si es que le dejan en libertad, estará vigilado constantemente. En su lugar, yo estaría vigilando hasta mi sombra. Esto no va a quedar sin castigo, aunque no haya caído uno inmediato ahora mismo. A mí me extrañaría mucho que, si Putin sigue en el poder, no caiga un castigo sobre Prigozhin en forma de algo que parezca no tener relación directa con una acción del Kremlin: un envenenamiento, un accidente, lo que sea.

Dice que la rebelión ha sido una muestra de la debilidad del régimen de Putin. ¿Qué repercusiones puede tener?

Es demasiado pronto para saberlo. Pero es evidente que ha debilitado la imagen de Putin, teniendo en cuenta que llevamos años presenciando una represión feroz de cualquier manifestación de descontento o de oposición ante el poder, aunque sea puramente pacífica. La respuesta que ese poder asesta contra esas voces es brutal, descarnada, completamente aleatoria. Y de repente este señor se permite, nada menos, que montar una columna de hombres en dirección a Moscú y no recibe un castigo ejemplar. No solo eso, sino que además anulan todas las acusaciones contra él. La gente no dejará de asombrarse por ello.

Ahora bien, no habrá una reacción inmediata, pero esta vez sí que ha habido algo que la opinión pública ya no puede no ver. Cuando la represión ha caído sobre los, por así decirlo, liberales de siempre, se podían decir cosas del tipo “no nos interesa la política”, teniendo en cuenta que la mayoría de personas que estaba o en contra o a disgusto se ha ido y los demás se callan por miedo. Pero aquí es completamente distinto. Recordemos las ovaciones de la gente en Rostov acompañando a Prigozhin: era el héroe de Ucrania, el que salvaba el honor del Ejército ruso. Me imagino que la gente empezará a preguntarse cosas.

Hay un analista ruso serio que dice que si, por ejemplo, hubiera elecciones ahora mismo en Rusia y se presentara a Prigozhin, es muy posible que ganara sobre Putin. También tenemos que tener en cuenta que, dentro de la élite rusa, todo el sector más nacionalista y más radical, que lo es mucho más que Putin, hay gente que sí se lo cree y apoyaba claramente a Prigozhin. Era de las poquísimas cosas que, en modo de crítica al jefe, se toleraba en los medios controlados por el Estado, que son todos. Se podía decir que en Ucrania se necesitaba una mano más dura. Eso lo repetía Prigozhin y, detrás de él, toda esta élite y los grandes medios de comunicación.

Prigozhin pasó por la cárcel, amasó una fortuna con sus servicios de restauración y fundó el grupo de mercenarios, lo cual negaba hasta hace poco. ¿Qué nos dice la evolución de una figura así de la Rusia actual?

Prigozhin ha tenido la posibilidad, sin que nadie se le interponga, de crear un monstruito como Wagner. Su evolución demuestra, otra vez, que el régimen Putin es antidemocrático, es cualquier cosa menos el imperio de la ley y todo funciona en la cúspide, según la relación más o menos estrecha que tengas con el jefe. Eso se aplica también a los oligarcas, entendidos solo como aquella gente muy rica, pero no metida en el juego político, que los hay. Estos oligarcas son muy ricos solo porque Putin les ha permitido serlo y, a cambio, ellos no tienen que meterse en política. Los oligarcas económicos son una cosa y los oligarcas políticos, como Putin y su gente, son otra.

Prigozhin viene desde abajo, como Putin. Y es, a la Rusia postsoviética, un hombre que se ha hecho a sí mismo, evidentemente con el beneplácito de esta élite de la cual acabó formando parte. Y eso nos dice todo sobre la arbitrariedad, opacidad e injusticia del régimen de Putin.

¿Qué futuro le depara a Wagner? ¿Podemos esperar algún tipo de disolución?

No me equivoco mucho si digo que dentro de muy poco va a ser disuelto. O incluso a lo mejor le mantienen el nombre para engañar a la gente, porque Wagner es popular como su jefe. Pero seguro que lo van a integrar del todo dentro de las fuerzas armadas regulares. No pueden no hacerlo. Otra cosa es lo que pase con el jefe, pero los demás, o entran en filas o acabarán en la cárcel. De eso no me cabe ninguna duda.

¿Cómo puede afectar todo esto a la guerra de Ucrania?

Para Ucrania todo esto es una grandísima noticia. Es evidente que confirma lo que los ucranianos también dicen desde hace tiempo, que el régimen de Putin es más débil de lo que parece y que la agresión contra Ucrania fue una de las maneras de intentar reconsolidar su poder, creando una situación alrededor de la cual la gente se sintiera obligada a apoyar al gran líder. Ahora se demuestra que el gran jefe está muy lejos de controlar. Esperemos que esto dé un respiro a las fuerzas ucranianas, pero esto no es seguro. Está todo abierto. Depende de si devuelven a los wagneritas al frente –yo supongo que sí, que será una manera de pagar por sus pecados–. Es gente muy bregada en el combate y esto es malo para los ucranianos. Pero, por otro lado, contribuirá a minar aún más la moral de las fuerzas regulares, que no era muy alta.