ENTREVISTA

Catherine Belton, periodista de investigación: “Estamos pagando el precio de los lazos económicos que Alemania y Reino Unido construyeron con Putin”

María Ramírez

3 de julio de 2022 21:57 h

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Catherine Belton, corresponsal del Financial Times en Moscú entre 2007 y 2013, periodista de investigación de la agencia Reuters y ahora reportera especializada en Rusia del Washington Post, pasó más de seis años entrevistando a oligarcas, ex agentes del KGB, opositores y aliados de Vladímir Putin. Tras la publicación en inglés de su libro Los hombres de Putin (publicado ahora en español por Península), sufrió una ofensiva legal en los tribunales británicos de varios multimillonarios aliados del presidente ruso, entre ellos Roman Abramovich. Las disputas legales se resolvieron antes de la invasión rusa de Ucrania

El ataque hizo que el libro ya no pareciera “tan duro” con Putin, según explica Belton. Pese a su larga experiencia como reportera en Moscú y su extensa red de fuentes cercanas al régimen de Putin, la invasión total y cruenta de Ucrania la sorprendió. “No pensé que Putin fuera a hacerlo de una manera tan abierta, que se arrancaría así la máscara, porque se ha pasado años buscando legitimidad internacional. Ahora se ha quitado la máscara y mata civiles en las puertas de Europa”, dice.

Su libro cuenta con detalle el resentimiento de Putin tras la caída del muro de Berlín. ¿Eso explica lo que pasa ahora o es analizar demasiado?

Realmente parece que este momento le impactó, como las palabras de los guardias en la base militar soviética cercana cuando buscaba ayuda ante los manifestantes alrededor de su villa del KGB en Dresde, de que necesitaban la aprobación de Moscú “...y Moscú se quedó en silencio”. Creo que ha estado buscando una oportunidad para restaurar la posición de Rusia, la idea del imperio, pero que se ha ido obsesionado según se alargaba su presidencia. Al principio, estaba abierto a una mayor cooperación con Occidente, pero se sintió menospreciado. La culminación de esta obsesión ha sido en los últimos dos años, cuando ha estado muy aislado de los miembros más racionales de su administración. Y se ha obsesionado, como él mismo ha dicho, con juntar a “las tierras rusas”, como si buscara un papel en la historia de reclamar lo que él cree que son antiguos territorios rusos.

La economía centraba la gran mayoría de sus discursos hasta que empezó a hablar del imperio. ¿Cómo cambió? 

Durante mucho tiempo le dio mucha importancia a la economía y ganó legitimidad internacional para su régimen al atraer inversiones occidentales, incluso cuando el Kremlin estaba apoderándose de partes estratégicas de la economía, como el golpe contra Mijail Jodorkovsky y Yukos, la mayor empresa petrolera. Lo hizo con todo tipo de excusas legales, para atraer al mundo financiero occidental. Los tribunales internacionales se enteraron después de que se trataba de una expropiación. Putin estaba muy interesado en que las grandes petroleras y los bancos occidentales se alinearan con él y participaran. Y tuvo mucho éxito. Encontró la grieta en la armadura de Occidente de que todos estaban motivados por las ganancias en lugar de las sutilezas legales y el cumplimiento del estado de Derecho y los derechos de propiedad. Y todos querían estar en el equipo ganador. Todos querían trabajar con Putin, sin importar cómo se repartiría la economía de la nación. Esta debilidad permitió que Rusia y sus representantes se integraran en la economía occidental.

Y también permitió que países como Alemania y el Reino Unido construyeran lazos económicos cada vez más fuertes con Rusia por los que estamos pagando el precio ahora que se han vuelto contra nosotros. Y no sé si esto fue un plan consciente o no. Para el régimen de Putin, siempre ha tenido sentido tener este tipo de poder blando con redes en Occidente porque eso le permite influir e interrumpir nuestras economías. Ha sido capaz de manipular hasta cierto punto y canalizar una gran cantidad de fondos hacia partidos de extrema derecha y partidos de extrema izquierda para perturbar nuestras democracias. Ese parecía ser el juego. Pero luego, al invadir Ucrania, estas redes de poder blando también se han interrumpido debido a las sanciones occidentales. Muchos de estos multimillonarios rusos tienen que cumplir las órdenes del Kremlin y ahora están en la lista de sanciones. Así que es mucho más difícil para ellos financiar cualquier campaña encubierta. Pero tal vez Putin creía que ya había alcanzado una masa crítica al infiltrarse en las economías occidentales. Sobre todo creía que Occidente sería débil y que no respondería con tanta fuerza como lo ha hecho a su invasión de Ucrania. Ahora se está atrincherando en una guerra de desgaste en la que espera que Occidente se canse de apoyar a Ucrania, de que no pueda permitírselo porque los precios del petróleo están disparados y por una crisis alimentaria en Oriente Próximo y África debido al bloqueo de granos en Ucrania. Putin espera que esto socave gradualmente nuestras instituciones. 

Putin ha sido capaz de manipular hasta cierto punto y canalizar una gran cantidad de fondos hacia partidos de extrema derecha y partidos de extrema izquierda para perturbar nuestras democracias

Un oligarca le decía a usted hace unos días que Putin tiene todo el tiempo del mundo… ¿Qué opción queda ante esto?

Hemos visto en la última reunión del G7 que los líderes ahora están discutiendo poner un precio tope a las exportaciones rusas de petróleo y gas ruso, lo que podría aliviar la presión alcista sobre los precios de la energía aquí en Occidente y también eliminar una gran parte de los ingresos energéticos de Rusia si realmente funciona. Es complicado, pero si se puede imponer un límite de precio del petróleo ruso como, por ejemplo, 40 dólares por barril, esto reducirá los ingresos para el Kremlin y reducirá las presiones de la inflación aquí.

¿Cree que las sanciones están teniendo efecto contra algunos oligarcas? 

Sí, parece que algunos están bastante horrorizados. Tampoco esperaban que Putin lanzara una invasión a gran escala y que no le importaran las consecuencias. Se han pasado tres décadas construyendo imperios y reputaciones en Occidente. Y ahora esas reputaciones acaban de ser pisoteadas y sus cuentas bancarias están congeladas. Tienen dinero en efectivo escondido y pueden seguir funcionando. Pero, para algunos de ellos, imperios enteros ahora están en peligro de quiebra, al menos los activos que tienen en Occidente. Abramovich se ha visto obligado a vender el club de fútbol del Chelsea, que siempre fue una gran fuente de orgullo para él. Ahora muchos no pueden viajar libremente en Occidente. Pero si hablan en contra de la guerra, particularmente si están en Rusia y la mayoría de sus activos están allí, entonces se exponen a la cárcel o a que sus negocios sean tomados por rivales más leales al Kremlin.

Hay muchas personas muy ricas en Rusia que están enfadadas. Y no sólo ellas. También hay miembros del Servicio de Inteligencia Exterior y miembros de la comunidad diplomática que realmente no esperaban que las cosas tomaran este giro.

Es muy difícil de ver en este momento, porque la propaganda estatal está haciendo su trabajo y manteniendo a la mayoría de la población a raya. Creo que en algún momento habrá una reacción violenta, pero podría ser dentro de dos, tres o cuatro años porque la economía de Rusia estará cada vez más aislada. Las sanciones han tardado en hacer efecto. Rusia ha podido ganar casi 1.000 millones de dólares al día en ingresos de sus ventas de energía a Europa. Y el banco central ha impuesto controles de capital, lo que ha mantenido estable el rublo. Pero eso también ha significado que las ganancias de los exportadores están disminuyendo. Y las prohibiciones de importación de componentes de tecnología fabricados en el extranjero realmente comenzarán a afectar a la economía. El jefe del banco central ha advertido que el 90% de las fábricas de Rusia necesitan estos componentes extranjeros y tendrá que haber una reestructuración masiva. La economía se va a enfrentar a su mayor recesión en 30 años y la inflación se está disparando. Son circunstancias desconocidas para Putin. Creo que, en última instancia, su posición será insostenible.

Creo que en algún momento habrá una reacción violenta, pero podría ser dentro de dos, tres o cuatro años porque la economía de Rusia estará cada vez más aislada.

En marzo, hubo mucha especulación de que miembros de la élite político-económica estaban en contra de la guerra o al menos a favor de un final rápido. ¿Tenían margen? 

Creo que no tienen la oportunidad de presionar a Putin porque él está muy aislado y ha estado rodeado por una camarilla de altos cargos de línea muy dura como Nikolai Patrushev, el jefe del Consejo de Seguridad. Realmente no tienen muchas posibilidades de presionar y nadie puede entrar y decirle a Putin que detenga la guerra. Un magnate me dijo, “si fuera a la oficina de un ministro y le dijera que detuviera la guerra, simplemente llamaría a una ambulancia y me enviaría a un manicomio”. Pero muchos magnates y otras personas de los servicios de seguridad tienen mecanismos alternativos de influencia. Puede haber algunos complots en marcha, pero seremos los últimos en enterarnos de su existencia. 

En su libro describe como clave el momento en San Petersburgo en que Putin vendía petróleo en teoría a cambio de alimentos pero cuyos ingresos fueron a parar en realidad a un fondo para sobornos. ¿Cómo marcó el ascenso al poder de Putin?

Fue un momento realmente importante. Logré encontrar a un ex oficial del KGB que había trabajado con Putin en esos acuerdos. En 1992, se encomendó a Putin la supervisión de este esquema de intercambio para traer suministros de alimentos esenciales para San Petersburgo porque la economía estaba implosionando. Entonces entregó las licencias de exportación a sus compinches más cercanos. Tenían que importar alimentos a cambio, pero no lo hicieron. Aparentemente se escaparon con el dinero. Todo el mundo había escrito siempre sobre cómo esta era la primera señal de la cleptocracia de Putin, que estaba ayudando a sus amigos a llenarse los bolsillos. Pero el ex oficial del KGB me contó una historia un poco diferente: Putin entregó las licencias a los aliados conectados con el KGB porque estaban creando un fondo para sobornos para que la ciudad pudiera seguir funcionando. Es posible que no llevaran alimentos, pero estaban creando cuentas bancarias ocultas en Liechtenstein y Suiza para que la ciudad pudiera pagar las importaciones de equipos y pagar a las llamadas empresas amigas, intermediarios conectados con el KGB que se utilizaron en tiempos soviéticos para financiar operaciones de influencia, y necesitaban continuar pagándoles deudas para mantener las redes de inteligencia. Y esto fue lo que tenían que hacer de manera encubierta entonces porque después del colapso de la Unión Soviética, Rusia había asumido las deudas soviéticas, pero no podía pagarlas y estaba en suspensión de pagos, así que todas las cuentas bancarias oficiales en el extranjero estaban congeladas. Por eso necesitaban crear estas cuentas bancarias ocultas. 

Para Putin, se convirtió en un modelo de cómo iba a dirigir Rusia. Un presidente que reparte activos estratégicos entre compinches y no solo lo hace para llenarse los bolsillos. También se trata de crear fondos para que el Kremlin opere en el escenario mundial. Muchos dicen que Putin es codicioso y que su fortuna ronda los 500.000 millones de dólares y otras sumas astronómicas. Él y sus compinches cogieron grandes porciones de la economía del país. Por supuesto, les gustan los palacios, los yates y demás, pero se trataba de tener un fondo estratégico para sobornos, que, en primer lugar, usaron para consolidar el poder dentro de Rusia, para comprar elecciones y pagar la propaganda estatal. Y luego, una vez que alcanzaron una masa crítica en casa, pudieron usar este dinero para canalizarlo hacia su riqueza en el extranjero y para comprar y corromper a funcionarios e instituciones en Occidente para socavar a sus rivales. Siempre hubo un componente estratégico en la corrupción: no se trataba solo de robar por robar.

¿Y qué papel tuvieron los grandes bancos occidentales?

Muchos grandes bancos occidentales estaban haciendo cola para hacer negocios con el Kremlin. Querían las tarifas de las ofertas públicas de los bancos estatales, y querían atender las cuentas de los magnates más grandes de Rusia y sus corporaciones estatales. Y algunos de esos bancos han estado trabajando de cerca con Putin desde principios de los 90. Hasta la elección de Donald Trump había esta sensación en Occidente de que la corrupción rusa era solo corrupción rusa y que no importaba. Los banqueros y gobernantes creían que podían hacer la vista gorda con respecto a la procedencia de parte de esta riqueza porque no importaba. Si el efectivo se estaba desviando fuera de Rusia, entonces solo estaba debilitando la economía rusa. Pensaban que no era un riesgo de seguridad. Nadie entendía que Putin estaba tratando de resucitar el manual del KGB del pasado, con intermediarios para financiar campañas de influencia en Occidente y tratar de dividir y perturbar las democracias occidentales. Hablé con un ex alto oficial de contrainteligencia del FBI y me dijo: “Sí, todos vimos lo que Rusia estaba haciendo en su vecindario más cercano, cómo estaba usando algunos de estos fondos para socavar la democracia en Ucrania y otros países de la antigua Unión Soviética, pero nadie creyó nunca que pudiera intentar hacer eso en Occidente”. Así que a todos estos banqueros, abogados e incluso gobiernos de Occidente no les importaba el tipo de dinero corrupto que llegaba a través del sistema financiero occidental porque no creían que pudiera representar una amenaza para la seguridad.

Solo se entendió después de la elección de Donald Trump, cuando la comunidad de inteligencia de Estados Unidos llegó a la conclusión de que Rusia había tratado de interferir en las elecciones. Pudimos ver un patrón en el que Rusia había estado financiando a la extrema derecha y a grupos de izquierda en toda Europa y en EEUU. Los bancos, los abogados y los gobernantes occidentales han estado ciegos ante lo que ha estado sucediendo bajo Putin. Nadie sospechó que podría intentar cambiar las tornas contra Occidente.

Hasta la elección de Trump había esta sensación en Occidente de que la corrupción rusa era solo corrupción rusa y que no importaba. Los banqueros y gobernantes creían que podían hacer la vista gorda

¿Angela Merkel es responsable o no entendió a Putin tan bien como pensaba?

Por un lado, Merkel adoptó una postura aparentemente muy fuerte cuando Rusia se anexionó Crimea. En algún momento, se negó a hablar con Putin porque se dio cuenta de que solo escuchaba mentiras de él. Pero al mismo tiempo continuó con las políticas de creciente dependencia de los suministros energéticos rusos. Y no entiendo por qué lo hizo. ¿Por qué alguien estaría de acuerdo con un oleoducto que deja a Ucrania y a su propia economía expuestas de tal manera cuando ha visto en el pasado que Rusia usa la energía como arma? Todos pensaron que Putin se comportaría de una manera pragmática. La anexión de Crimea fue una violación del derecho internacional, pero pudo hacerla casi sin disparar porque había una mayoría de población de habla rusa allí. A pesar de que había una concentración de 150.000 soldados rusos en la frontera con Ucrania, sus asesores le dijeron que no tenía el apoyo sobre el terreno entre la población y la respuesta de Occidente sería demasiado fuerte si hubiera una invasión total. Así que entonces se retiró. Todos creían que Putin seguiría el mismo modus operandi y querían creerlo por interés propio. Todos quieren que el flujo de dinero de Rusia siga llegando a su economía. Todo el mundo tiene un interés creado en el statu quo. Y el 24 de febrero realmente se entendió cómo Putin podía acabar con todo eso con saña. Incluso muchos miembros de su propia élite económica pensaron que continuaría actuando de acuerdo con el mismo paradigma. 

¿Y qué hay del papel del Partido Conservador en el Reino Unido? 

Ahora Boris Johnson es uno de los partidarios más enérgicos de Ucrania. Pero él y su partido claramente han estado haciendo la vista gorda al dinero ruso que llega a través del sistema financiero del Reino Unido e incluso a las donaciones a su propio partido. Hay muchos rusos que desde entonces han adquirido la ciudadanía británica y que son importantes donantes del partido tory cuyos antecedentes no se han verificado lo suficiente. 

Al partido tory no le importa mucho hacer preguntas sobre el origen de su riqueza. Boris Johnson le dio un asiento en la Cámara de los Lores a Yevgeny Lebedev, el hijo del ex oficial del KGB, y mantiene una amistad cercana con él en contra del consejo de su propia seguridad. Boris Johnson también retrasó la publicación del informe de Rusia del Parlamento, que advertía precisamente sobre los vínculos de algunos de los donantes con las empresas rusas, el Estado ruso y los servicios de inteligencia rusos. 

¿Dónde encajan las campañas ultraconservadoras del Gobierno ruso contra el feminismo y los derechos LGTBI? 

Uno de los aliados clave de Putin, Vladímir Yakunin, admitió cuando le entrevisté que el régimen de Putin utiliza la llamada a los valores conservadores como manera de ampliar su influencia política en Occidente. Y es muy eficaz porque especialmente la crisis financiera de 2008 dejó a mucha gente en los márgenes y muchos empezaron a sentir nostalgia de otros tiempos. Rusia está financiando partidos conservadores, partidos religiosos, en Polonia, Hungría y EEUU. Otro magnate ruso pro-Kremlin, Konstantin Malouf, ha estado trabajando muy de cerca con el Congreso Mundial de Familias, una poderosa organización cristiana tradicional en Estados Unidos. Y esta es una batalla que está lejos de terminar a pesar de las sanciones. Vemos cómo ha avanzado en las elecciones legislativas en Francia el partido de Marine Le Pen, que recibió fondos rusos en el pasado. Y también vemos lo que está pasando en Estados Unidos ahora. La desigualdad en Occidente, en primer lugar, se está volviendo mucho más marcada y aguda debido a la crisis del coste de vida. Y esto solo creará aún más oportunidades para este tipo de financiación encubierta e ilícita. Esto no quiere decir que todas estas actividades estén financiadas por el Kremlin. Y, por supuesto, también hay apoyo de base en esos países. Pero no podemos ignorar el hecho de que Rusia claramente ha financiado este tipo de operaciones en el pasado para dividir nuestras sociedades.

Su libro cuenta que Putin consideró dimitir después de las protestas en 2004 en Ucrania y el giro del país hacia la UE. ¿Fue un momento de debilidad o era una posibilidad real?

Ese momento fue un verdadero shock para él porque había hecho una gran jugada para respaldar a Yanukovich en las elecciones. Enviaron a representantes del Kremlin a Ucrania y Putin le dio su apoyo personal a Yanukovich y eso le explotó en la cara y fracasó porque al dar su apoyo tan abiertamente provocó aún más resistencia por parte de los ucranianos. Calculó mal, como parece hacer una y otra vez con Ucrania, donde cuando interfiere directamente solo aumenta la resistencia de los ucranianos a convertirse en parte del redil de Rusia. Dos o tres personas que habían estado cerca de él me dijeron que quería dimitir. El hecho de que Ucrania saliera del redil de Rusia de esa manera y tomara esta clara inclinación pro-occidental fue un golpe para los intereses del Kremlin. Ucrania tenía muchas plantas de defensa que suministran componentes a la industria armamentística rusa.

Vladímir Yakunin me dijo que de vez en cuando la CIA saca su plan para separar a Ucrania de Rusia porque cree que Rusia no es nada sin Ucrania. Pero claramente lo mismo ocurre con Rusia, que cree que Ucrania tiene una importancia estratégica vital para ella y debe permanecer dentro de su órbita. Ese fue un momento de gran conmoción y decepción para Putin, pero luego pudo cambiar la situación porque tenía la energía como arma. Por primera vez, cortó el suministro de gas a Ucrania y forzó a Yushchenko a un acuerdo esencialmente corrupto con el Kremlin para que un oscuro comerciante de gas suministrara gas a Ucrania y así corrompió al liderazgo de Ucrania. Y esto abrió el camino para que el pro-Kremlin Yanukovich volviera al poder. Ese también fue el primer ejemplo del uso de la corrupción para socavar la democracia.

Putin calculó mal, como parece hacer una y otra vez con Ucrania, donde cuando interfiere directamente solo aumenta la resistencia de los ucranianos a convertirse en parte del redil de Rusia.

Escribe que cuando Putin se planteó dimitir no había nadie que quisiera relevarle. ¿Puede estar pasando eso ahora? 

Debe haber planes en marcha porque todos hemos oído los rumores sobre la salud de Putin. Nadie, por supuesto, sabe si son ciertos o no. Pero ha tenido largas desapariciones. No se le ha visto jugar al hockey sobre hielo, que es su deporte favorito. Algunas personas clave en el escenario político cada vez aparecen más, como Nikolai Patrushev, que ha estado dando entrevistas sobre la guerra, Dmitry Medvedev, que habla de una manera muy agresiva sobre el tema, y Sergei Kirilenko, el subjefe de la administración presidencial. Puede ser que esto se deba a que la carrera para suceder a Putin ha comenzado.

¿Y ve un final de la guerra que pase por la presión interna para Putin?

Confiaba en la presión para que las conversaciones de paz tuvieran éxito cuando parecía que una de las principales condiciones era que Ucrania aceptara un estatus neutral y el presidente Zelenski dijo que esto era posible. Pero luego las atrocidades de Rusia se hicieron evidentes y ya no fueron posibles esas conversaciones de paz cuando se había cometido tal violencia contra el pueblo ucraniano. No sé cómo terminará ahora a menos que Putin sea reemplazado de alguna manera. Y sigo creyendo que, en última instancia, su posición será insostenible debido al colapso de la economía rusa. Pero llevará tiempo. Occidente tiene que ser más inteligente con respecto a las sanciones, como ese límite de precio en las ventas de energía rusa para cortar esa importante fuente de ingresos para el Kremlin.