Claudia Sheinbaum se convirtió este domingo en la primera presidenta de México al ganar con casi el 60% de los votos –según datos preliminares– los comicios para suceder a Andrés Manuel López Obrador, alias AMLO, de quien aseguró que defenderá el legado de su proyecto, la Cuarta Transformación. No ha habido ninguna sorpresa, ya que durante toda la campaña Sheinbaum, de 62 años, lideró las encuestas de intención de voto.
La que será presidenta a partir de octubre es una científica militante en la izquierda desde la juventud y con una larga carrera en la política ejecutiva. En el último sexenio, fue jefa del gobierno local de la Ciudad de México, el principal bastión izquierdista del país, hasta que pidió licencia para competir en la elección interna del movimiento Morena para la candidatura a jefe de Estado. Aunque hubo otros aspirantes, como el excanciller Marcelo Ebrard, siempre quedó claro que ella era la favorita de López Obrador, de quien fue estrecha colaboradora; y, dentro de un movimiento tan personalista como Morena, la opinión del máximo mandatario tiene su peso.
El reto para Sheinbaum será mostrar su estilo propio a la hora de gobernar. “Hoy hemos hecho posible la continuidad y el avance de la Cuarta Transformación y que por primera vez en 200 años las mujeres lleguemos a la presidencia de la República”, ha dicho Sheinbaum tras conocerse los resultados.
Una física interesada en la energía y con vocación de lucha
Sheinbaum ha compaginado a lo largo de su carrera la ciencia y la política. Nació en Ciudad de México en 1962, en una familia de científicos comunistas judíos. Tenía apenas 6 años cuando ocurrió la masacre estudiantil de Tlatelolco, que dejó unos 300 muertos. Sus padres participaron activamente en las protestas como maestros. Aquella matanza marcará un punto de inflexión para una generación de futuros militantes de izquierdas.
Estudió Física en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), tiene una maestría y un doctorado en Ingeniería y Energía, y es parte de la Academia Mexicana de Ciencias. A la par que estudiaba, formaba parte del Consejo Estudiantil Universitario, que más tarde pasaría a formar parte del Partido de la Revolución Democrática (PRD, una escisión izquierdista del hegemónico Partido Revolucionario Institucional), y se forjó en la lucha social como líder estudiantil contra las políticas neoliberales que querían mercantilizar la educación.
Su investigación académica se ha centrado en temas de ahorro energético, sostenibilidad, cambio climático y medio ambiente, conocimientos que más tarde ha aplicado en cargos administrativos. Forma parte del Sistema Nacional de Investigadores y es investigadora titular del Instituto de Ingeniería de la UNAM. De hecho, sus últimos trabajos publicados son de 2020. En 2007 se incorporó al Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU, año en el que este colectivo recibió el premio nobel de la Paz.
Tiene dos hijos con su primer marido, un fundador del PRD que ocupó cargos políticos en la ciudad y a quien conoció en las luchas estudiantiles de los años 80 del siglo pasado. En 2023, se casó con un antiguo novio de la Facultad de Física que vivía en España y con quien se reencontró décadas después por Facebook.
Una carrera política de la mano de AMLO
En el vídeo propagandístico de campaña “Claudia”, Sheimbaun cuenta que su primer encuentro de cerca con López Obrador fue en su propia casa, en una reunión de militantes del PRD, cuando él iba a postularse como jefe de gobierno del Distrito Federal en el año 2000. Cuando ganó, la llamó a filas para ser su secretaria de Medio Ambiente. “Me dijo: yo lo que quiero es que disminuyas la contaminación de la ciudad. ¿Sabes cómo hacer eso?”, relata. Así comenzaría una colaboración que llega hasta nuestros días.
Sheinbaum fue vocera de la campaña de López Obrador en 2006, la primera vez que AMLO opta a la Presidencia de México. Por menos del 1% de los votos, pierden frente a Felipe Calderón (PAN) y pone a Sheinbaum a liderar un equipo para investigar el fraude que denuncian desde el PRD, pero el Instituto Nacional Electoral acaba dando la victoria a Calderón. Después de eso, regresa de lleno a la vida académica y escribe un libro sobre la situación ambiental en la ciudad sin perder de vista a AMLO.
En 2011, sigue a su mentor del PRD a Morena, que arrancó como movimiento social y terminó convertido en un partido del que ella es también fundadora. Con Morena, se convierte en 2015 en alcaldesa de Tlalpan, una de las 17 delegaciones que conforman la Ciudad de México y en la que vivía desde hacía 30 años. Durante su gestión, fue golpeada por el destructivo sismo del 19 de septiembre de 2017 con un escándalo: un colegio se desplomó dejando 26 fallecidos, 19 de ellos niños y niñas. La directora había construido un segundo piso sin autorización, pero el colegio tenía licencia para operar. Sheinbaum se disculpó públicamente por la tragedia.
Un año después, con el 47,08% de los votos, Sheinbaum llega de ser jefa de gobierno de la capital del país. Bajo el lema de “Ciudad Innovadora y de Derechos”, Sheinbaum desmanteló el cuerpo de Granaderos (Policía antidisturbios), declaró la alerta de género, aumentó las becas de educación, estableció un amplia red de centros comunitarios y se enfocó en mejorar el transporte público. Sin embargó, un accidente en un tramo elevado de la línea 12 del metro, donde murieron 27 personas, la puso de nuevo en el ojo del huracán.
Al inicio de su mandato, hizo frente al aumento de los homicidios e investigó a mandos policiales. También tuvo que gestionar la pandemia del Coronavirus en una ciudad de 8,8 millones de habitantes, con una elevada tasa de trabajo informal y en la que no se podía permitir ordenar un confinamiento. Consiguió capear todas estas crisis sin grandes alharacas, con aplomo, análisis y negociación.
“Continuismo con enfoque de género”
El 6 de septiembre del pasado año, Sheinbaum se impuso en un proceso interno como candidata de Morena entre seis aspirantes, a quienes incluyó en su campaña como premio de consolación.
Lideró las encuestas de intención de voto desde el inicio de la campaña, subida al carro de popularidad de AMLO y avalada por su trabajo al frente en la capital del país, trampolín histórico de presidentes como el propio López Obrador, entre otros. “Falta el trámite del 2 de junio”, llegó a decir confiada durante la campaña.
“De ella podemos esperar un continuismo con enfoque de género. No desborda carisma pero para gobernar importan otras cualidades. Es una mujer disciplinada, tiene temple”, señala la analista política Palmira Tapia. El politólogo y profesor de la UNAM Hugo Garciamarín coincide: “Es una política menos de templete, de discurso, de carisma… y más técnica, más ejecutiva. No va a tener el apoyo multitudinario de AMLO, que con una mañanera calma el descontento de la gente”.