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Claves del cese del general más popular de Ucrania: qué ha pasado, quién es su sustituto y cómo influirá en la guerra

El presidente ucraniano Volodímir Zelenski condecora al hasta este jueves comandante en jefe Valeri Zaluzhni este viernes.

Icíar Gutiérrez

9 de febrero de 2024 22:55 h

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Cuando las tropas ucranianas arrebataron a Rusia el control de Jersón el año pasado, una pintada apareció en las calles de la ciudad sureña: el retrato del general Valeri Zaluzhni, junto al lema “Dios y Zaluzhni están con nosotros”. El grafiti es una pequeña muestra de la popularidad que ha cosechado el hasta ahora jefe del Ejército ucraniano, respetado y percibido por muchos como un héroe de guerra por frenar a las fuerzas de Moscú en estos casi dos años de invasión.

En un movimiento controvertido pero esperado tras una cascada de rumores, el presidente, Volodímir Zelenski, ha decidido sustituirlo por el coronel-general Oleksandr Sirski. Estas son algunas claves para entender el relevo:

¿Qué ha pasado?

Zelenski anunció este jueves el cese del general Zaluzhni como comandante en jefe de las fuerzas armadas ucranianas en el marco de unos cambios más amplios en la cúpula militar. “El momento de una renovación es ahora”, dijo Zelenski tras reunirse con Zaluzhni. El mandatario defendió que hacen falta cambios para adaptarse a la situación en el campo de batalla, un mensaje con el que el general asegura estar de acuerdo. “Las tareas de 2022 son diferentes de las de 2024. Por lo tanto, todos debemos cambiar y adaptarnos también a las nuevas realidades”, dijo Zaluzhni en Telegram. “Hemos decidido cambiar nuestros planteamientos y nuestra estrategia”.

Se trata de una arriesgada decisión que no ha pillado por sorpresa a casi nadie. Con la medida, Zelenski puso fin a días de una intensa especulación en los que acabó admitiendo que planeaba reorganizar el alto mando del Ejército. El presidente ucraniano también dijo que ha propuesto a Zaluzhni “seguir siendo parte del equipo”, sin detallar en qué rol.

En un intento aparente de proyectar una actitud conciliadora y una imagen de unidad, Zelenski acompañó su mensaje de una foto de él con Zaluzhni dándose la mano y sonriendo, una imagen que también compartió el general recién destituido. En la misma línea, un vídeo muestra a ambos fundiéndose en un abrazo en la ceremonia de este viernes en la que Zaluzhni ha sido condecorado como Héroe de Ucrania por su defensa del país. También ha sido distinguido un alto cargo que estaba en las quinielas para sustituir a Zaluzhni, el jefe de la inteligencia militar ucraniana (GUR), Kirilo Budánov.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

En Ucrania no se ha hablado de otra cosa desde finales de enero: el runrún de que Zaluzhni estaba fuera era constante. Lo que empezó como un rumor –desmentido por las autoridades ucranianas– se convirtió en un secreto a voces cuando el propio Zelenski reconoció que sopesaba la posibilidad de relevar a Zaluzhni en una entrevista con la televisión pública italiana. Antes, varios medios internacionales (también locales) habían informado, citando fuentes de la presidencia y el Ejército, de que el presidente llegó a ofrecer a Zaluzhni un nuevo cargo y le comunicó que sería destituido como jefe del Ejército, pero el general se negó.

La filtración avivó temores a un cambio de guardia traumático y provocó indignación y consternación en la opinión pública. Zaluzhni, que tiene 50 años, es un líder enormemente popular entre la población, y muy apreciado por sus tropas y los oficiales militares extranjeros. En estos dos años de guerra se ha labrado la fama de comandante ambicioso y astuto en el campo de batalla, así como de general que se preocupa por las vidas de sus soldados y tiene una buena relación con sus subordinados. “Esta mezcla de competencia profesional, delegación, humildad intelectual y curiosidad son rasgos vitales de liderazgo estratégico y serán difíciles de sustituir”, decía hace unos días Mick Ryan, general retirado y miembro del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS). Zaluzhni se ganó elogios cuando sus fuerzas lanzaron contraofensivas que recuperaron franjas de tierra ocupada por las tropas rusas en 2022. A finales del año pasado, pese a los reveses sufridos por el bando ucraniano, conservaba unos índices de confianza de en torno al 90% en las encuestas. Una abrumadora mayoría de los ucranianos, el 72%, decía entonces que desaprobaría su reemplazo.

Hasta este jueves no se hizo oficial, pero estaba claro que el general saliente había perdido la confianza del presidente ucraniano. Las fricciones entre Zaluzhni y Zelenski se conocen desde hace meses, y también se han hecho públicos sus diferentes puntos de vista sobre la guerra, aunque la presidencia negó que existiera el conflicto entre ambos. La falta de resultados en el campo de batalla tras la contraofensiva fallida terminó por sacar a flote estas tensiones cuando, el pasado noviembre, Zaluzhni se salió de la retórica oficial de Kiev y admitió en una entrevista con The Economist que la guerra había llegado a un estancamiento cuya ruptura requiere avances tecnológicos, tesis que también defendió en un artículo publicado en el mismo medio. Zelenski negó públicamente la posición de su comandante jefe, las calificó de forma indirecta de derrotistas y luego insinuó que los militares no deberían meterse en política en tiempos de guerra.

El distanciamiento se hizo entonces evidente. Ambos también han chocado sobre la cuestión de la movilización de nuevos soldados. A finales del año pasado, Zelenski dijo que había rechazado la solicitud del Ejército de movilizar hasta 500.000 personas, exigiendo más detalles. En un artículo de opinión publicado por CNN el 1 de febrero, en medio de la lluvia de rumores sobre su despido, Zaluhzni repitió su opinión de que Kiev solo podría competir con el Ejército ruso, mucho más grande, a través de la innovación tecnológica, incluidos los drones y otras armas avanzadas, y criticó a las instituciones estatales por su “incapacidad” para lograr más personal para “mejorar los niveles de personal de nuestras fuerzas armadas sin el uso de medidas impopulares”.

“El despido parece haberse producido más por problemas de relaciones personales que por falta de competencia de Zaluzhni”, dice a elDiario.es Emil Kastehelmi, analista de inteligencia de fuentes abiertas y experto en historia militar. “No ha habido ninguna preocupación pública importante sobre las capacidades de Zaluzhni y ha sido muy popular entre los soldados y los civiles. Todas las informaciones apuntan a que Zaluzhni era un comandante capaz, que fue destituido por desacuerdos con la cúpula política”. Es evidente, prosigue el experto, que no se pueden “conocer todos los pequeños detalles y las conversaciones reales que se han mantenido a puerta cerrada”, pero asegura que le resulta muy difícil imaginar “cómo puede ayudar esto a las dificultades a las que se enfrenta Ucrania”.

Hay quienes dicen que algunos aliados del presidente han empezado a verlo como un potencial rival político. Sin embargo, pese a su popularidad, Zaluzhni suele evitar ser el centro de atención y no ha mostrado señales de tener ambiciones políticas, al menos públicamente. “No son tiempos fáciles para Zelenski y la saga de Zaluzhni es más síntoma que causa, pero no hay razón para que aún no pueda estar a la altura del desafío de Ucrania”, tuiteó hace unos días Mark Galeotti, director de Mayak Intelligence y experto en Rusia. Los principales partidos de oposición ucranianos han criticado la decisión del presidente.

Por su parte, los expertos del think tank Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW, en inglés) sostienen que los cambios de mando son normales en un país que libra una guerra durante varios años, mientras Mick Ryan explica que lo que ha ocurrido en Ucrania no es algo inédito, porque “las tensiones siempre están presentes en las relaciones entre civiles y militares” en tiempos de paz y guerra. En declaraciones a elDiario.es, Olena Halushka, cofundadora del Centro Internacional para la Victoria de Ucrania, recuerda que la decisión de sustituir al comandante en jefe es “tanto la prerrogativa como la responsabilidad” de Zelenski.

¿Qué sabemos de su sustituto?

Este jueves, tras el anuncio del relevo, todos los focos apuntaron inmediatamente al sustituto de Zaluzhni: el general Oleksandr Sirski, que hasta ahora era el comandante de las Fuerzas Terrestres. Su nombramiento tampoco fue una sorpresa. Se sabe que se lleva bien con la presidencia y su nombre era uno de los dos que sonaban con más fuerza para el reemplazo, junto al de Budánov. “No es un cambio drástico, pues ya forma parte del equipo y ha dirigido con éxito operaciones anteriores”, dice Halushka.

Sirski, de 58 años, es un militar experimentado que se graduó de la Escuela Superior de Mando de Fuerzas Combinadas de Moscú. Su reputación en el Ejército es la de uno de los comandantes más soviéticos, militar hasta la médula, planificador compulsivo con disciplina de hierro. Por lo general es percibido como un comandante que sabe cómo cumplir las tareas que se le asignan, pero se cree que no siempre tiene en cuenta las pérdidas humanas.

Al anunciar su nombramiento, Zelenski recordó los logros que se le atribuyen: la batalla de Kiev en las primeras semanas de la invasión que acabó con la retirada de las tropas rusas en primavera de 2022 y la exitosa contraofensiva sorpresa en la provincia de Járkov en septiembre del mismo año. Sin embargo, también dirigió las tropas que lucharon en Bajmut, ciudad del este que cayó en manos rusas en mayo del año pasado tras una costosísima batalla de desgaste de meses que provocó las críticas de EEUU.

Es mucho menos conocido y popular que Zaluzhni entre la población, y menos apreciado dentro del Ejército. “Sirski ha sido criticado por muchos (...). La forma en que dirige la defensa de varias zonas, por ejemplo Bajmut, ha sido muy cuestionable”, dice Kastehelmi. “También puede considerarse una opción política, que se alinea bien con Zelenski. En cierto modo, una mejor relación entre el presidente y el comandante de las fuerzas armadas es un buen avance, ya que probablemente mejore la comunicación”. 

En sus primeras declaraciones públicas, el recién nombrado máximo general ha abogado este viernes por “cambios” y una “mejora constante de los medios y métodos de guerra” para lograr la victoria, destacando los drones y la guerra electrónica como ejemplos de nuevas tecnologías en este camino. Y, en una aparente respuesta a las críticas, ha dicho que la “vida y la salud de los militares siempre han sido y son el principal valor del Ejército ucraniano”.

En el mismo intento de mostrar unidad, la oficina del presidente ha difundido imágenes de Sirski y Zaluzhni saludándose amistosamente en la ceremonia celebrada este viernes en el palacio presidencial de Kiev.

¿Qué impacto tendrá en la guerra?

Zaluzhni se va y Sirski asume el mando en un momento difícil para Ucrania. En el campo de batalla, a medida que la guerra entra en su tercer año y tras la contraofensiva fallida del pasado verano, el frente ha sufrido pocos cambios en los últimos meses, pero las tropas de Moscú mantienen su ofensiva. En el plazo más inmediato, uno de los focos más calientes ahora mismo es la ciudad de Avdivka, un bastión ucraniano en la región de Donetsk que Rusia lleva meses intentando tomar con un ataque sostenido. Se cree que la situación aquí es crítica actualmente para las fuerzas de Kiev.

El problema central de Ucrania en estos momentos está fuera del campo de batalla: convencer a los republicanos estadounidenses de que desbloqueen la ayuda militar que incluye más de 60.000 millones de dólares para Kiev. Las exhaustas fuerzas ucranianas están quedándose sin municiones y han estado construyendo defensas para aferrarse a sus posiciones, mientras que Moscú ha puesto su economía en pie de guerra para darle más fuerza a su Ejército. “Independientemente de los cambios de liderazgo, las necesidades del Ejército ucraniano siguen siendo inamovibles y mucho dependerá de la ayuda occidental” para “evitar el estancamiento en el campo de batalla y contrarrestar el desequilibrio ruso”, dice Olena Halushka.

En este sentido, Emil Kastehelmi cree que la destitución de Zaluzhni probablemente “no alterará de forma muy significativa” la situación general de la guerra. “Aunque Sirski y Zaluzhni puedan tener diferentes enfoques estratégicos de la situación, ambos están condicionados por las realidades. Ucrania sufre problemas de personal y de munición, y los aliados occidentales no les han proporcionado el material que necesitarían para vencer a los rusos”. Sirski sí puede alterar los principales focos de la lucha. “Podría, por ejemplo, decidir reforzar y mantener obstinadamente Avdivka, pero sin hombres ni material no puede orquestar grandes cambios en el campo de batalla, al menos de forma inmediata. Los comandantes pueden estar cansados, demasiado estresados y demasiado interesados en sus propias ideas”.

Zelenski claramente no está satisfecho con la estrategia militar propuesta para este año y ya ha puesto varias tareas a Sirski, entre ellas presentar un “plan de acción realista y detallado” de las fuerzas armadas para 2024 o resolver los problemas de logística. El nuevo jefe del Ejército también deberá solucionar los problemas de movilización y establecer un sistema eficaz de rotación.

Algunos analistas han especulado con la posibilidad de que la salida de Zaluzhni abra una brecha entre el Ejército ucraniano y sus políticos, y alimente la incertidumbre entre los aliados occidentales del país. Kastehelmi señala que las reorganizaciones se han producido en múltiples ocasiones en diversos conflictos de la historia, pero le cuesta ver la destitución de Zaluzhni como algo “potencialmente favorable para Ucrania”. Por su parte, Ryan ha alertado de la “percepción de inestabilidad gubernamental”. “Se trata de un área de peligro real para el presidente Zelenski y su gobierno”, escribió hace unos días.

Aquí también juega un papel el futuro de Zaluzhni, que aún no se sabe cuál va a ser. “El nivel de riesgo depende también de cómo afronten los líderes políticos el resultado, y de si pueden encontrar un trabajo adecuado para Zaluzhni. El peor resultado político para todas las partes sería una disputa pública entre el actual presidente, el nuevo comandante y un excomandante popular pero amargado”, concluye Kastehelmi.

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