El ataque contra los gasoductos Nord Stream –que unen Alemania y Rusia– el pasado mes de septiembre tiene muchos interrogantes y una sola certeza: no fue un accidente. El incidente ha sido objeto de especulación continua y acusaciones cruzadas durante meses. Periodistas y gobiernos de varios países han lanzado investigaciones paralelas para intentar esclarecer lo ocurrido. En las últimas horas se han conocido algunos detalles que, aunque no llegan a una conclusión definitiva, aportan claves importantes.
¿Qué supone la nueva información?
El primer elemento en sacudir el tablero fue un artículo, hace un mes, del periodista estadounidense Seymour Hersh en el que afirmaba que buzos del ejército estadounidense habían plantado los explosivos durante un ejercicio militar de la OTAN celebrado en aguas del Báltico en junio de 2022. Tres meses después, fue Noruega quien apretó el botón, según Hersh. Su artículo fue cuestionado por diferentes medios por contar con una sola fuente anónima y supuestas incoherencias, al tiempo que EEUU desmentía la acusación.
Este martes, The New York Times publicó una nueva información que contradice a Hersh y que apunta a un grupo proucraniano enemigo de Putin. El periódico sostiene que fuentes del Gobierno de EEUU han tenido acceso a nueva información de inteligencia (de la cual no han querido comentar su origen, naturaleza ni las pruebas que contiene) que apunta en esta dirección, aunque no especifica el grupo ni quién pagó ni dirigió la operación.
Los analistas estadounidenses, aun así, según The New York Times, no han llegado a una conclusión y dudan sobre el peso que tiene esta nueva información de inteligencia. EEUU tampoco ha encontrado pruebas de la participación del Gobierno ruso ni ucraniano en la operación. Este último, por su parte, ha afirmado no tener nada que ver con el sabotaje.
Tan solo un día después, este miércoles, la Fiscalía alemana ha confirmado que el pasado mes de enero se registró un barco propiedad de una empresa polaca sospechoso de llevar a cabo la operación, pero ha añadido que las investigaciones sobre los responsables y los motivos siguen en marcha.
Paralelamente, varios medios alemanes han publicado una investigación revelando detalles de las pesquisas oficiales en el país. Los medios sostienen que el comando estaba compuesto por seis personas, cinco hombres y una mujer. En el grupo había un capitán, dos buzos, dos asistentes de buceo y un doctor. Su nacionalidad se desconoce porque utilizaron pasaportes falsos para alquilar el yate, en el cual afirman que los investigadores han encontrado restos de explosivos. Según los medios alemanes, la empresa polaca es propiedad de dos ciudadanos ucranianos y detallan que el comando partió el 6 de septiembre del puerto de Rostock, Alemania, hasta la isla danesa de Christiansø, muy cerca del lugar del sabotaje. Al parecer, poco después del ataque, un servicio secreto occidental dio la pista a otros servicios europeos alertando de que un comando ucraniano era el responsable de la operación.
El foco, en cualquier caso, se ha terminado de alejar de Rusia.
Mats Ljungqvist, el fiscal sueco que lidera la investigación en su país, declaró el mes pasado al New York Times: “Mi trabajo es encontrar a los que volaron el Nord Stream. Para ayudarme, cuento con el Servicio de Seguridad de nuestro país”. “¿Creo que fue Rusia quien voló Nord Stream? Nunca lo he pensado. No es lógico”, añadió sin querer descartar ninguna posibilidad.
Algunos analistas, sin embargo, siguen apuntando a Rusia, si bien tampoco aportan pruebas. El economista sueco Anders Aslund, ex investigador del think tank Atlantic Council –cercano a la OTAN– y exasesor de Gobiernos tanto rusos como ucranianos, dice a elDiario.es que la información del New York Times no es fiable: “Se trata de una acción típica de Rusia: tiene una base de minisubmarinos en San Petersburgo, ha realizado muchas incursiones en Suecia, ha provocado cortes bajo el agua en el Golfo de Finlandia... Rusia se beneficia al extender la guerra sin ser directamente culpada, al crear incertidumbre, y se beneficia comercialmente alegando fuerza mayor para las entregas de gas y posible cobertura de seguro. Ucrania no se beneficiaría en absoluto”.
¿Qué ha dicho cada uno?
Rusia: las nuevas informaciones son un esfuerzo “coordinado” para “desviar la atención”, ha afirmado este miércoles Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin. Moscú acusa a Occidente de llevar a cabo la operación encubierta y pide una investigación internacional en la ONU.
Ucrania: “Ucrania no tiene nada que ver con los incidentes en el Mar Báltico y no tiene información sobre grupos de sabotaje proucranianos”, ha afirmado Mijailo Podoliak, asesor del presidente Zelenski, que ha vuelto a apuntar a Rusia como posible responsable: “Los incidentes ocurrieron a la vez que los intentos de Rusia de ‘congelar Europa’ y asustarla de cara al invierno. Antes que eso, Rusia intentó bloquear el Nord Stream con averías que supuestamente no podía arreglar durante meses, así que ¿quién se benefició?”.
Alemania: “Tenemos que hacer una distinción clara entre si era un grupo ucraniano, si actuaba bajo las órdenes de Ucrania o si era un grupo proucraniano que actuó sin conocimiento del Gobierno”, ha afirmado este miércoles el ministro alemán de Defensa, Boris Pistorius. Aun así, el ministro ha recordado que las investigaciones siguen en marcha y ha pedido no sacar conclusiones precipitadas, añadiendo que la probabilidad de “una operación de falsa bandera orquestada para culpar a Ucrania” es “igualmente alta”.
Estados Unidos: El portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, no ha querido hacer comentarios sobre las nuevas informaciones: “Debemos dejar que las investigaciones acaben y solo entonces nos plantearemos qué tipo de acciones de respuesta pueden o no ser apropiadas”. En la misma línea se ha pronunciado el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.
Unión Europea: “Nunca me asusta la verdad, pero hablamos de especulaciones. Se está investigando en Suecia, Alemania y Dinamarca. No podemos dar conclusiones definitivas. Tengo que esperar hasta tener una comprensión clara de lo que ha pasado. Ha habido un sabotaje, eso está claro”, ha afirmado el alto representante, Josep Borrell, informa Irene Castro, corresponsal en Bruselas.
¿En qué estado se encuentran las investigaciones?
Rusia presentó en febrero una resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU para crear una investigación internacional de Naciones Unidas, lo que ha sido apoyado por China. “Tenemos serias dudas sobre al efectividad, transparencia e imparcialidad de las investigaciones que se están llevando a cabo actualmente en varias jurisdicciones nacionales y no vemos voluntad de cooperar por parte de nuestros socios”, afirmó el representante ruso en la ONU, Vasili Nebenzia. El representante ruso recordó en el Consejo las declaraciones de Biden días antes del inicio de la invasión: “Si Rusia invade, acabaremos con el Nord Stream”.
Alemania, Dinamarca y Suecia están llevando a cabo investigaciones paralelas y Moscú se ha quejado de que no han permitido a Rusia participar en las pesquisas. Los tres remitieron una carta al Consejo de Seguridad afirmando que sus investigaciones aún estaban en marcha y que no era posible determinar cuándo concluirán. Según Nebenzia, estas investigaciones “no solo no son transparentes, sino que está bastante claro que su único objetivo es cubrir sus huellas y proteger a su hermano mayor en EEUU”. Reino Unido y EEUU han rechazado la propuesta de investigación de Rusia, alegando que es una estrategia de desinformación.
“Autoridades competentes en Dinamarca, Alemania y Suecia están investigando estos incidentes de forma transparente, completa e imparcial y los recursos de la ONU para investigaciones se deben preservar para casos en los que los Estados no son capaces o no están dispuestos a hacerlo”, afirmó el embajador estadounidense.
Cuando el avión de pasajeros MH-17 cayó derribado por un misil en territorio controlado por las fuerzas prorrusas del Donbás en julio de 2014, Rusia también dijo que quería una investigación internacional de lo ocurrido porque no confiaba en el equipo de investigación conjunta internacional que concluyó que las fuerzas prorrusas habían disparado contra el avión utilizando un misil transportado desde Rusia a las zonas rebeldes y posteriormente devuelto a territorio ruso. La investigación concluyó también que había “fuertes indicios” para pensar que el propio Putin autorizó el despliegue del armamento en el este de Ucrania.
¿Qué impacto tuvo el ataque?
Aunque el Gobierno alemán dijo en septiembre que el ataque podría dejar la infraestructura inutilizada para siempre, el sabotaje de los gasoductos no tuvo un impacto inmediato en el suministro energético a Europa.
El Nord Stream 2, terminado en septiembre de 2021, nunca llegó a entrar en funcionamiento porque el Gobierno alemán suspendió su certificación cuando Putin reconoció la independencia de los territorios del Donbás controlados por fuerzas prorrusas y justo dos días antes del inicio de la invasión.
El Nord Stream 1, por su parte, dejó de funcionar el pasado 2 de septiembre, cuando Rusia cortó el suministro por supuestas razones técnicas. En junio ya había reducido el flujo al 40% y en julio al 20% apuntando a las sanciones de Occidente como la causa de los errores técnicos en la infraestructura. Sin embargo, ambos gasoductos sí que estaban cargados de gas, lo que generó la fuga.
Nord Stream es un conjunto de dos gasoductos que conectan directamente las ciudades rusas de Vyborg y Ust-Luga con Alemania. Con una longitud de 1.224 kilómetros, juntos tienen una capacidad de transportar 110.000 millones de metros cúbicos de gas al año (toda la UE consume alrededor de 397.000 millones de metros cúbicos de gas).