El Partido Conservador en Reino Unido está una veintena de puntos por detrás de los laboristas en intención del voto y la mayoría de la población cree que Rishi Sunak lo está haciendo mal como primer ministro. Pero el 20 de julio sucedió algo inesperado en las elecciones especiales para sustituir a Boris Johnson en el escaño que se vio obligado a dejar por mentir ante el Parlamento.
El conservador Steve Tuckwell ganó al candidato laborista Danny Boy Beales en Uxbridge, el distrito a las afueras de Londres que representaba el dimitido primer ministro. En 2019, Johnson había ganado ese escaño por 15 puntos, y Tuckwell lo hizo por menos de dos, pero, dada la impopularidad del antiguo premier y su partido y las derrotas en otros distritos ese mismo día, la victoria tory llamó la atención. Los conservadores habían centrado la campaña en su oposición a las nuevas zonas de restricción de tráfico a las afueras de Londres para reducir las emisiones contaminantes que el alcalde laborista de la ciudad, Sadiq Khan, había decidido ampliar y que acaban de entrar en vigor.
La número dos del Partido Laborista, Angela Rayner, culpó del resultado a su colega por las medidas anti-contaminación. “La votación en Uxbridge ha estado relacionada con Ulez”, dijo en la BBC utilizando las siglas en inglés para las zonas de ultra-bajas emisiones. “El resultado muestra que si no escuchas a los votantes, no ganas elecciones”.
La opinión sobre el clima
La mayoría de la población, de todo el espectro ideológico, está convencida de que el cambio climático es resultado de la acción humana y cree que es un problema grave. Según las encuestas, los británicos están algo menos preocupados que los españoles o los italianos, pero muestran una inquietud en línea con los encuestados en Alemania o Francia. Los conservadores no son una excepción ni tampoco los que votaron a favor del Brexit, una variante que siguen reflejando las encuestas en Reino Unido a la hora de clasificar a los votantes: ambos grupos creen que se trata de un problema causado por la actividad humana. También apoyan el objetivo del Gobierno de reducir a cero las emisiones netas de gases contaminantes de aquí a 2050.
Ahora bien, hay más dudas cuando se pregunta por medidas concretas, como la sustitución obligatoria de las calderas de gas prevista para 2030 o la prohibición de los coches más contaminantes.
El 55% de los encuestados cree que “las políticas para reducir las emisiones de carbono sólo tienen que aplicarse si no significan costes para las personas corrientes”, según una encuesta de YouGov de finales de julio. Cuando se pregunta de esta manera, también se empiezan a notar brechas. Los conservadores lo tienen muy claro mientras que los laboristas están divididos. El 68% de los que votaron a favor de marcharse de la UE están de acuerdo con esta afirmación frente al 45% de los que votaron a favor de quedarse.
¿Como el Brexit?
Sunak sigue defendiendo el objetivo de cero emisiones netas para 2050, pero hace unos días en la cumbre del G-20 subrayó que no podía hacerse aplicando “políticas de autocastigo”.
Los tories, especialmente Johnson, han defendido políticas verdes y parte de las zonas de reducción de tráfico para cortar emisiones se desplegaron en pandemia con los fondos aprobados para ello por el Gobierno conservador. Pero hace unos días, un político conservador resumió sus temores sobre el debate de las políticas climáticas con una de las frases más inquietantes para el partido y para el país: “Se está convirtiendo en una guerra cultural interna en el lugar que ocupaba antes el Brexit”, dijo al Times de Londres.
A mediados de agosto, Sunak dijo en una entrevista que descarta convocar un referéndum sobre el objetivo de cero emisiones después de nuevas peticiones de Nigel Farage y una parte, de momento minoritaria, de su propio partido. Ya ha habido un par de peticiones ante el Parlamento, y hasta ahora el Gobierno siempre ha dicho que no convocará una consulta. Las demandas se están moviendo desde los mismos grupos que agitaron durante años la campaña contra la UE que acabó en el Brexit.
Los bulos sobre medidas climáticas tiene el mismo origen que los que se difundían a favor de la salida de la UE. “Están utilizando los mismos canales”, explica a elDiario.es Hazel Healy, editora de Reino Unido en DeSmog, una web de información y activismo especializada en cambio climático.
Por ejemplo, la cuenta de Farage en Twitter dedicada a promover la forma más dura del Brexit ha cambiado de nombre de Leave Means Leave (“marcharse -de la UE- significa marcharse”) a Vote Power, Not Poverty (“vota poder, no pobreza”, con un juego de palabras porque “power” también significa electricidad) y ahora se dedica a promover mensajes contra las medidas climáticas y a insultar a los que protestan como “eco-terroristas”. “Y no se trata sólo de las redes sociales. Los políticos y los tertulianos también están utilizando plataformas para manipular al público, como GB News, lanzada en 2021 y que es una fuente constante de desinformación y ataques contra la política de emisiones cero”, comenta Healy. Según un análisis de DeSmog, en 2022, uno de cada tres presentadores de ese canal en streaming sembraron dudas sobre la ciencia del clima. Su competencia más directa, el canal de opinión de Murdoch TalkTV, tiene un presentador, Andre Walker, que lleva en directo una chapa que dice “el CO2 es vida”.
El antiguo partido del Brexit de Farage se ha reorganizado alrededor de este asunto. Su principal actividad está fuera del Parlamento, pero también influye en los diputados más a la derecha del partido tory. En octubre de 2021, una veintena de parlamentarios conservadores formaron el llamado Net Zero Scrutiny Group para oponerse a medidas climáticas: son pocos y su actividad pública está dedicada a firmar cartas, pero tienen apoyos externos y especial eco en algunos periódicos conservadores como el Telegraph y el Sun que los tories del establishment se toman muy en serio. Tienen margen de crecimiento entre los políticos y activistas que apoyaron el Brexit.
“Están cortados por el mismo patrón ideológico y comparten donantes, consejos de administración, seguidores e incluso a veces la misma dirección: el 55 de la calle Tufton en Londres, que es la sede del principal grupo de negacionistas del cambio climático, la Fundación de la Política del Calentamiento Global, y de una red de grupos libertarios, pro-Brexit”.
De momento, los intentos de convocar un referéndum apenas han tenido acogida, entre otras cosas por los daños para el país por el resultado de aquella consulta a favor del Brexit, del que ahora se arrepiente la mayoría de la población. “Se puede decir que la gente detrás del Brexit ha desempolvado su manual, ha intentado hacer lo mismo y ha fracasado”, explica Healy. “Pero el apoyo social a las políticas verdes es frágil ante las dificultades. Y las políticas de cero emisiones netas están bajo ataque constante”.
En Reino Unido, cerca del 22% de las personas dicen haber visto información falsa o manipulada sobre el cambio climático en la última semana, según los datos del Instituto Reuters para el estudio del periodismo de la Universidad de Oxford, que también señala que grupos ambientalistas notan un ascenso radical de mensajes negacionistas en redes.
La nueva migración
Los mensajes contra las medidas prácticas para tratar de frenar el cambio climático o paliar sus efectos son cada vez más habituales por parte de la extrema derecha e incluso la extrema izquierda en Europa, como explica a elDiario.es Catherine Fieschi, académica especializada desde hace décadas en la extrema derecha y ahora directora de política y estratégica pública de la fundación Open Society en París.
En 2021, dirigió una extensa investigación académica sobre cómo se estaban moviendo los eslóganes contra estas políticas. El clima, según ella, se ha convertido en “la nueva inmigración”, y el hecho de que se acelerara en 2021 no es casual. “Con la crisis de esta década y la pandemia, la migración se congeló y los extremistas se estaban quedando sin munición”, explica. Además, los objetivos de la ONU y su aplicación en la UE han dado la excusa para múltiples conspiraciones. “El pacto verde en Europa es el arma populista perfecta porque puedes representarlo como elitista: es complejo, técnico, puedes ver una conspiración y decir que recae desproporcionadamente sobre los hombros de la gente común que necesita ir en coche al trabajo, no puede trabajar desde casa y no vive en los centros de las ciudades donde hay mucho transporte público. Esto lo decían los chalecos amarillos”, explica en referencia a los que agitaban desde la izquierda las protestas en Francia.
Fieschi cree que es un filón para muchos partidos que sólo crecerá mientras los gobiernos no sean capaces de explicar mejor las decisiones y de remediar los efectos negativos a corto plazo para una parte de la población. “A medida que estas políticas sean más urgentes y tengan efectos, veremos más reacciones populistas contra ellas. Y son el recurso retórico perfecto”, explica. “Ahora estamos en una situación en la que vamos a tener que pedirle a la gente que cambie su forma de vivir por la crisis climática. Y no va a ser suficiente pedirles a los ciudadanos que lo hagan: tienen que entender qué se les pide y por qué”.