La coalición conservadora colapsa en Argentina tras el apoyo de Bullrich a Milei
El escenario de segunda vuelta entre el peronista Sergio Massa y el ultraderechista Javier Milei, determinado por la primera vuelta presidencial del domingo pasado, disparó una vertiginosa reorganización del mapa político argentino.
Juntos por el Cambio, la coalición conservadora que quedó en tercer lugar con el 23,8% de los votos, está resolviendo el dilema entre Massa y Milei de forma caótica, con dirigentes que se pronuncian de manera individual, a falta de una estrategia y un liderazgo comunes.
La excandidata a presidenta Patricia Bullrich, del partido PRO, y su compañero de candidatura, Luis Petri, de la tradicional Unión Cívica Radical (UCR), ambos integrados en Juntos por el Cambio, anunciaron este miércoles en una conferencia de prensa que votarán por Milei el 19 de noviembre. Ambos aclararon que no hablaban en nombre de sus respectivos partidos, aunque dijeron representar a los 6,2 millones de ciudadanos que los votaron.
El aval de Bullrich y Petri a su rival no causó sorpresa, aunque sí la forma precipitada en que lo hicieron. Ambos representan el ala de los halcones de Juntos por el Cambio, con muchos puntos en común con el extremista Milei. Bullrich apeló a una frase de José de San Martín, el principal prócer de la independencia, para justificar su postura: “Cuando la patria está en peligro, todo está permitido, excepto no defenderla”.
Bullrich no se entregó a cambio de nada. Anunció que no aceptará la venta de órganos humanos, ni la libre venta de armas ni la libertad de los hombres de abandonar a sus hijos
“La urgencia del momento nos interpela a no ser neutrales frente al peligro de la continuidad del kirchnerismo a través de Sergio Massa”, abundó la exministra de Seguridad, con rostro adusto. La dirigente retomó todo tipo de acusaciones contra el kirchnerismo en clave de “mafia”, retórica que apenas había disimulado en los últimos días de campaña para la primera vuelta.
La mano de Macri
La excandidata presidencial, peronista de izquierdas cuando ingresó en la militancia política, cinco décadas atrás, dijo haber dejado atrás ofensas de su exrival que la señalaban como autora de atentados “terroristas”.
“Ayer a la noche tuvimos una charla (con Milei) respecto a lo que habían sido sus declaraciones y en el ámbito privado nos perdonamos mutuamente. Fuimos capaces de perdonarnos mutuamente”, reveló la presidenta del partido PRO, que fundó Mauricio Macri. Después de que Milei la hubiera llamado “montonera asesina”, “terrorista tirabombas” y autora de atentados “en jardines de infantes”, Bullrich presentó una denuncia penal por calumnias e injurias, que ahora procederá a levantar, según dijo.
Bullrich no se entregó a cambio de nada. En el documento de adhesión, anunció que no aceptará la venta de órganos humanos, ni la libre venta de armas ni la libertad de los hombres de abandonar a sus hijos, propuestas enarboladas por el candidato ultraderechista o su entorno durante la campaña.
Milei está protagonizando un giro que el tiempo dirá si tiene algún coste. Sus insultos a diestra y siniestra ahora los enfoca en el peronismo, con lo cual cambia su eje. Hasta ahora, su ascenso se había dado con la denuncia de “la casta”, en la que incluía a Juntos por el Cambio, y se cuidaba de hacer un antiperonismo más brutal, terreno en el que se manejó su excontrincante Bullrich. El ultraderechista tuiteó una imagen de un abrazo entre un león, tal como se considera, y un pato, sobrenombre de Patricia.
La UCR, de compartir candidatura a atacar a Bullrich
Los dirigentes de la coalición son interceptados por periodistas al entrar y salir de reuniones, tuitean, dan entrevistas de radio y cada uno dice su parecer.
Las dos alternativas explicitadas son un apoyo a Milei o neutralidad ante la segunda vuelta, pero hay otros, referenciados en un sector socialdemócrata de la histórica Unión Cívica Radical, que por ahora se mantienen en silencio y podrían terminar apoyando a Massa. Algunos dirigentes juveniles y de las provincias ya se pronunciaron en ese sentido.
Tras horas frenéticas, la UCR emitió un comunicado en el que anunció que no apoyará a ninguno de los dos candidatos y reivindicó su compromiso con “la democracia, el respeto a los derechos humanos, la educación y la salud públicas”. El presidente del partido, Gerardo Morales, y el senador Martín Lousteau acusaron a Macri y Bullrich de haberse ido de la coalición y de haber usurpado la representatividad de los votantes. “Podría haber puesto la cara Mauricio, ¿no? Es el gran responsable de la derrota de JxC. Es patético”, dijo Morales. También calificó a Milei de “farsante” que “pone en peligro la patria”.
La mano de Macri es evidente detrás del grupo 'acuerdista' con el ultraderechista. Muchos en su coalición lo acusan abiertamente o con sordina de que trabajó para la victoria de Milei, y el expresidente no hace demasiados esfuerzos por disimularlo. Sus elogios a un economista que propone el reemplazo de la moneda nacional por el dólar y la libre comercialización de hospitales, escuelas, niños, órganos, calles, ballenas y mares y la virtual eliminación del Estado fueron una constante en los últimos meses, con tenues reparos formales.
'¿Sabes qué, Larreta? Como el zurdo de mierda que sos, a un liberal no le podés ni lustrar los zapatos, sorete', había dicho Milei sobre un presidenciable conservador
El martes por la noche, mientras Juntos por el Cambio era un sinfín de versiones, Macri se encontró con Milei y sumó a Bullrich al cónclave. Esa acción de individualismo extremo del expresidente, propia de una estrategia personal que durante mucho tiempo le rindió frutos, mostró un desprecio por la más colegiada UCR y por la minoritaria Coalición Cívica, tercer brazo de la alianza conservadora, que clama por la libertad de acción.
La oposición a una alianza con Milei también encuentra eco dentro del PRO, el partido de Macri. Allí se inscribe el alcalde de Buenos Aires y precandidato presidencial derrotado por Bullrich en las primarias, Horacio Rodríguez Larreta. Éste fue blanco de la hostilidad de Milei cuando hace dos años recibió el siguiente agravio. “¿Sabes qué, Larreta? Como el zurdo de mierda que sos, a un liberal no le podés ni lustrar los zapatos, sorete. Te puedo aplastar aun en silla de ruedas, a ver si lo entendés… Gusano asqueroso arrastrado, capaz de hacer cualquier cosa con tal de ganar una elección”.
Ni Macri, ni Bullrich, ni algunos radicales consideraron que esa declaración merecía trazar un cordón sanitario. Tampoco Rodríguez Larreta evaluó que había sido un punto límite para reconducir su destino, y terminó en una escalada de derechización en la que Bullrich tuvo las de ganar.
Toma y daca
Los halcones de Juntos por el Cambio tienen incentivos para apostar por Milei. Después de un año que comenzó con la convicción de una victoria inexorable de esa coalición conservadora, una presidencia de Massa los podría dejar en Siberia.
Macri, Bullrich y su sector suman intereses programáticos de una derecha tradicionalmente descarnada en Argentina, que ve en las características personales de Milei un mal menor en favor de un modelo de país mucho más amigable a los negocios privados, conservador en derechos cívicos y sociales, y estricto en la represión de las protestas.
Para Milei, la ampliación de sus márgenes de acción es una necesidad. La Libertad Avanza es un partido exiguo, no cuenta con cuadros técnicos con experiencia ni bancadas parlamentarias con el número suficiente para aprobar leyes. Una estimación recurrente en círculos políticos indica que un gobierno necesita cubrir unos 9.000 puestos de funcionarios políticos que entran y salen con la nueva administración.
Si se computa el entorno de Milei entre los ejecutivos de Corporación América, el emporio económico del que surgió; los docentes de universidades privadas ultraliberales con los que estudió; los influencers que le manejan TikTok; sus asesores incorporados desde la arqueología de la derecha argentina; los nostálgicos de la dictadura militar; su hermana Karina; su novia, la imitadora de Cristina Kirchner Fátima Florez; sus cuatro perros clonados y el ya fallecido, con el que se comunica a diario, el número de personas disponibles para ocupar asientos en el Estado no supera los dos centenares.
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