El combustible se acaba en Gaza, ¿qué consecuencias tiene para la población?
La Franja de Gaza se está apagando y las próximas horas serán críticas. La Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) ha advertido de que se está quedando sin combustible y no es la única: las autoridades locales han anunciado el “colapso total” del sistema sanitario debido, en gran parte, a la escasez de gasóleo para los generadores eléctricos de los hospitales y centros médicos. Tampoco hay gasolina para la mayoría de los vehículos, incluidas las ambulancias, y los camiones que transportan la tan necesaria pero escasa ayuda humanitaria.
Desde el pasado sábado, han logrado entrar en Gaza –con dificultades– más de 70 camiones de bienes básicos, principalmente suministros médicos, alimentos, agua y ropa de abrigo para los desplazados. Sin embargo, no ha accedido a la Franja ni una gota de combustible por la negativa de Israel, que hace más de dos semanas cortó el suministro de electricidad, de agua y de combustible al enclave palestino –que ya estaba sometido a un estricto bloqueo antes de la actual guerra–.
Hace 15 días, la única central eléctrica de Gaza se quedó sin combustible y dejó de producir electricidad, y desde entonces todos los servicios han funcionado con el combustible que había en la Franja, pero ese preciado bien también se está agotando, junto a las esperanzas de que pueda ser introducido desde Egipto, a través del paso fronterizo de Rafah, como el resto de suministros esenciales que han aliviado el sufrimiento de los civiles en los últimos días y han permitido a las organizaciones humanitarias seguir operando.
Las agencias de la ONU, sin reservas
“Los suministros de combustible se están agotando y se están agotando muy rápidamente. UNRWA necesita que un cargamento de combustible entre a la Franja de Gaza lo antes posible”, ha asegurado a elDiario.es Juliette Touma, directora de comunicación de la agencia.
“Las próximas 24 horas son muy críticas”, esto es, hasta el jueves, cuando podrían agotarse las reservas de combustible. Si eso ocurre, las operaciones de la UNRWA “se verán afectadas y, en algunos casos, se verán forzadas a detenerse, y eso tendrá un gran impacto en al menos 600.000 personas que se están refugiando en las escuelas e instalaciones de la UNRWA”, ha lamentado Touma.
La agencia ofrece cobijo, víveres, asistencia médica y psicológica a ese número de desplazados, de un total de 1,4 millones que han abandonado sus hogares por los ataques israelíes, que desde el pasado día 7 han causado más de 7.000 muertos y 18.000 heridos, según los últimos datos del Ministerio de Sanidad gazatí, controlado por el grupo islamista Hamás.
En los 150 refugios de la UNRWA todavía hay agua potable, otro bien muy escaso en Gaza y que también depende del combustible, tanto para su tratamiento como para su transporte. “A pesar del combustible limitado, los equipos de desalinización en los refugios de la UNRWA han seguido funcionando y ofreciendo agua potable. Continúa llegando agua en camiones en los refugios de Rafah y Jan Younis”, las dos principales localidades del sur, aunque “el agua potable no es suficiente para satisfacer las necesidades” de todos, explica la agencia en su último informe.
“La UNRWA debe obtener los recursos que necesita, porque no sólo es un salvavidas para miles de personas, sino que también representa uno de los últimos jirones de humanidad en medio de la devastación”, ha dicho este jueves el alto comisionado de la ONU para los refugiados, Filippo Grandi, ha afirmado a través de X (antes Twitter).
Por su parte, la coordinadora humanitaria de Naciones Unidas en los territorios palestinos, Lynn Hastings, afirmó el martes ante el Consejo de Seguridad de la ONU, en Nueva York, que “sin combustible no hay hospitales en funcionamiento, ni [es posible] desalinizar el agua ni hornear” el pan. Por ello, llamó la atención sobre el hecho de que en los cargamentos de ayuda que han entrado a Gaza en los pasados cuatro días –aparte de ser insuficientes– no había combustible. También lamentó que, sin ese combustible, la organización no podrá seguir desarrollando su labor humanitaria, al igual que la UNRWA.
Ante esta situación desesperada, desde la ONU, tanto su secretario general como el jefe humanitario y todas las agencias que están presentes en Gaza han pedido reiteradamente y con creciente frustración la entrada de suministros básicos a la Franja, de forma continuada y en base a las necesidades, que son ingentes después de casi tres semanas de guerra.
El sistema sanitario, el más afectado
En imágenes por satélite, se puede ver cómo la Franja de Gaza se ha ido apagando en este tiempo y por la noche apenas se perciben luces en el enclave palestino costero. También se han apagado miles de vidas, algunas de las cuales porque los heridos no pudieron ser trasladados al hospital a tiempo en vehículos privados o ambulancias –por la falta de gasolina– o no pudieron recibir tratamiento médico adecuado –también por la falta de electricidad en muchos casos–.
El Ministerio de Sanidad de Gaza ha anunciado este miércoles el “colapso total” del sistema de salud de la Franja debido a la escasez de combustible y a los bombardeos de Israel, que han dañado varios hospitales, algunos alcanzados de forma directa por los proyectiles. Un total de 34 instalaciones sanitarias se han visto afectadas por la violencia desde el comienzo de la ofensiva israelí y 16 trabajadores del personal sanitario fallecieron mientras desempañaban su labor, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La organización de Naciones Unidas ha alertado de que el único hospital oncológico de la Franja funciona sólo parcialmente debido a la falta de combustible, lo cual “pone en riesgo a unos 2.000 pacientes [enfermos] de cáncer”. También el Hospital Indonesio tuvo que suspender “algunos servicios fundamentales” porque no tiene combustible. Un total de seis hospitales han tenido que cerrar por el mismo motivo y la OMS ha advertido de que “miles de pacientes vulnerables están en riesgo de muerte o de sufrir complicaciones”, entre ellos, un millar de personas que dependen de la diálisis (que se realiza con aparatos eléctricos) y 130 bebés prematuros (que necesitan estar en incubadoras), además de los que se encuentran en las UCI y “necesitan un suministro eléctrico estable e ininterrumpido para permanecer con vida”.
“Cuando se acabe el combustible, se acabará la esperanza para miles de pacientes”, ha lamentado la OMS, publicando un vídeo de la dramática situación en el principal hospital de la ciudad de Gaza.
El Ministerio de Sanidad local ha alertado este jueves que “el combustible en los hospitales de Gaza está a punto de agotarse” y ha reiterado que la Franja se enfrenta a “una catástrofe” si no entran los suministros médicos y el combustible necesarios. El ministerio ha cifrado en 7.000 los enfermos y heridos que “se enfrentan a la muerte” porque no pueden ser atendidos ni recibir el tratamiento que requieren.
También la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF) presta asistencia sanitaria en estas difíciles circunstancias, tal y como ha mostrado en un vídeo. Desde la organización, explican a elDiario.es que su clínica para atención a pacientes quemados ha podido ser reabierta y un equipo de MSF está prestando apoyo en el Hospital Al Awda, al que siete trabajadores sanitarios pudieron regresar hace unos días y están ofreciendo “cuidado y tratamiento” a los pacientes. “Todavía tenemos combustible y material médico, pero poco. Y no sabemos para cuántos días más”, afirma MSF.
La Oficina de Coordinación Humanitaria de la ONU (OCHA) ha explicado que “el combustible en los hospitales está siendo racionado severamente y es empleado sólo para que funcionen algunas instalaciones esenciales seleccionadas”. Además, ha puesto en evidencia la precariedad de la situación, incluso si llegara combustible a la Franja, pero los generadores eléctricos “no están hechos para funcionar de forma continua y, por tanto, pueden romperse”. El problema de fondo es que Gaza lleva desde el día 11 de octubre sin suministro eléctrico y funcionando en modo de emergencia, y sus servicios básicos así como sus habitantes están extenuados.
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