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¿Quién comenzó a disparar en Gaza?

Un edificio destruido en Gaza por la aviación israelí. Foto: Efe.

Iñigo Sáenz de Ugarte

En los últimos cuatro años, el Gobierno de Hamás en Gaza ha intentado impedir que milicias de grupos salafistas o de Yihad Islámica lancen cohetes sobre territorio israelí y provoquen represalias masivas del enemigo. Ha sido más efectivo cuando lo ha hecho a través de negociaciones que cuando ha utilizado la fuerza. A su vez, los servicios de inteligencia egipcios han sido un mediador indispensable entre el Gobierno israelí y Hamás, tanto en la negociación sobre la liberación del soldado Gilad Shalit como en ese alto el fuego que, salvo estallidos de violencia esporádicos, se había mantenido desde el ataque a Gaza en enero de 2009 que Israel llamó Operación Plomo Fundido.

¿Cuáles han sido los acontecimientos de las últimas semanas que han desembocado en la actual campaña israelí iniciada el 14 de noviembre? La última semana de octubre es testigo de una reanudación de la cadena de ataques y represalias, un hecho que no ha sido extraño desde 2009 y que siempre concluía con la reanudación de la tregua.

El jueves 25 de octubre, según BBC, grupos salafistas lanzan varios cohetes sobre el sur de Israel sin causar daños graves. Los egipcios intervienen con rapidez para impedir que la violencia se desborde, pero sin mucho éxito al principio. El domingo y en un ataque aéreo, los israelíes matan a un miembro del brazo armado de Hamás que viaja en una motocicleta en Jan Yunis. En total en esos días, seis palestinos mueren en ataques israelíes, cuatro civiles israelíes resultan heridos y un soldado israelí queda herido por la explosión de una bomba en la zona fronteriza.

La muerte del miembro de Hamás provoca la respuesta habitual el lunes 29 de octubre: 26 cohetes caen sobre el sur de Israel sin que haya heridos. Aparentemente, Hamás se da por satisfecha y vuelve a imponer la tregua entre las milicias. En el resto de la semana, no hay más ataques. El siguiente es el día 6, un solo cohete. La presión del Gobierno egipcio parece haber dado sus frutos.

Pero esta vez son los israelíes los que están preparando subir la apuesta. El 8 de noviembre, fuerzas militares israelíes inician una incursión en Gaza en la zona de Jan Yunis. Entre el jueves 8 y el sábado 10, se producen varios ataques indiscriminados con bajas entre la población civil, según denuncia el Centro Palestino de Derechos Humanos en Gaza. Hay cinco civiles palestinos muertos, cifra que incluye a tres niños o adolescentes, y 52 heridos (con seis mujeres y 12 niños entre ellos). Además, también caen dos milicianos de grupos armados.

Especialmente dramático es el ataque que se produce por razones desconocidas contra un campo de fútbol donde los niños están jugando en un barrio del este de Ciudad de Gaza. Mueren cuatro personas y 38 quedan heridas. De forma instantánea fallecen Mohamed Osama Hassan, de 16 años, y Ahmed Mustafá Jaled, de 17.

En una incursión en el pueblo de Abasán, en el sur de Gaza, un niño, Muhamad Abú Daqqa, de 13 años, recibe un impacto de bala en el estómago y fallece días después.

Como es habitual en muchos ataques en Gaza, los israelíes buscan dañar la infraestructura civil. Destruyen el mayor depósito de agua del pueblo de Juza, las oficinas de la principal empresa de distribución de electricidad en el barrio de Al-Shaaf, en Ciudad de Gaza, una fabrica de cemento en Rafá, o una factoría siderúrgica en Yabalía. Israel suele acusar a algunas de estas fábricas de colaborar en la producción de cohetes.

El sábado 10, milicianos palestinos atacan un vehículo militar israelí en la zona fronteriza. Cuatro soldados resultan heridos.

Antes de que se produzca esta ofensiva, el recuento de víctimas está claramente desequilibrado. Desde comienzos del año, las fuerzas israelíes han matado a 71 palestinos, según cifras de la ONU. Ha habido 468 heridos contabilizados. En ese periodo de tiempo, los cohetes han herido a 19 israelíes. En todos los casos, son cifras menores a las de 2011.

Este tipo de ataques contra la población civil palestina casi siempre es seguido por disparos de cohetes. Hamás queda sin argumentos frente a otros grupos más radicales para impedirles contestar. El sábado 10, impactan en territorio israelí no menos de 25 cohetes. Sin embargo, un día después no se producen ataques. Ese domingo, los servicios de inteligencia egipcios dicen haber reconstruido la tregua. Como siempre, está condicionado. Hamás y la Yihad Islámica se comprometen a no disparar más cohetes si Israel también se controla.

Eso no impide que el 11 y el 12 se produzcan varios ataques israelíes, pero de muy poca entidad y sin causar víctimas. Formalmente, la tregua se da por conseguida el martes 13. El primer ministro de Gaza, Ismaíl Haniyé, elogia a los otros grupos palestinos que han aceptado dejar de disparar. El Gobierno israelí está conforme con la intervención egipcia. “El mensaje era claro. Israel también comunicó a Egipto que no estaba interesada en una escalada si no había más ataques con cohetes. Ahora la situación es de calma y espero que no se deteriore”, dice una fuente egipcia a Reuters.

A Hamás no le interesa continuar por mucho más tiempo con la apuesta de la violencia permanente. El 23 de octubre, ha concedido un recibimiento con los máximos honores al emir de Qatar, que ha llegado a Gaza desde Egipto con 90 toneladas de ayuda humanitaria. En otra demostración de la mayor presencia internacional de Qatar y de su apoyo a fuerzas islamistas, el emir promete una inversión de 400 millones de dólares en infraestructura y vivienda. Para Hamás, el futuro inmediato pasa por reforzar su legitimidad en el mundo árabe con la ayuda de Qatar, frente al Gobierno de la Autoridad Palestina en Cisjordania. La prioridad no es ahora embarcarse en otra guerra con Israel.

Esta tregua reciente comenzada no es, sin embargo, un hecho irreversible. Las negociaciones a través de El Cairo continúan. Según Gershon Baskin –un activista pacifista israelí que ha mediado antes en contactos entre Israel y Hamás, incluida la negociación sobre el soldado Shalit–, Ahmed Yafari, el líder del brazo militar de Hamás, está interesado en un alto el fuego permanente. Continuar el ciclo de ataques y represalias no va en el interés de los islamistas de Gaza. “Hamás sabe que todo este ciclo (de violencia) es inútil. Hamás se vio arrastrado a la última ola de ataques porque les acusaban de no hacer nada mientras Israel estaba matando a su gente”, dice Baskin.

El jueves 14 de noviembre un avión destruye con un misil el coche en el que viaja Yafari.

El Gobierno de Netanyahu es perfectamente consciente de que la eliminación de Yafari provocará una lluvia de cohetes sobre el sur del país. La operación militar ya tiene nombre: “Pilar (o columna) de Nubes”, en referencia a las nubes con las que Dios dirige a los judíos que huyen de Egipto, y más específicamente a Éxodo 13.21 en el Antiguo Testamento: “Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche”.

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