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ANÁLISIS

El Congreso de EEUU certificará la victoria de Trump (y esta vez nadie asaltará el Capitolio vestido de bisonte)

Seguidores de Donald Trump y del movimiento QAnon durante el asalto al Capitolio en 2021
5 de enero de 2025 21:30 h

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Este año casi seguro que no subirá a la tribuna un hombre semidesnudo con un sombrero de bisonte. También es poco probable que una turba violenta apalee a la policía y se abra paso hasta el hemiciclo, amenazando con la horca a los diputados. No, Trump ha ganado y eso significa que el pleno del 6 de enero para certificar el resultado de las elecciones presidenciales de EEUU volverá probablemente a ser lo que ha sido siempre: una sesión aburrida y decorativa, cuyo principal interés este año es el morbo de ver a Kamala Harris presidiendo en persona el funeral de sus ambiciones presidenciales.

Es impresionante lo tranquilas que quedan las cosas cuando gana el único candidato que había anunciado que no aceptaría una derrota. Qué relajados estarán los congresistas republicanos que en 2021 corrían aterrorizados por los pasillos y que luego dirían que todo era broma y que los asaltantes estaban allí “de turismo”. Este año, en lugar de los 147 legisladores republicanos que intentaron anular el resultado legítimo de las urnas, los líderes demócratas no prevén más que alguna objeción testimonial a la certificación de la victoria de Donald Trump.

Fuera del Capitolio, en la calle, tampoco parece que la situación vaya a ser muy similar a la de hace cuatro años. El gobierno de Biden ha declarado la sesión del Congreso para certificar el resultado un “Evento Nacional de Seguridad Especial” y se espera un despliegue policial mucho más fuerte que en 2021. Tampoco está claro que sea necesario, ya que no hay previstas manifestaciones masivas y el presidente saliente (que se sepa) no dará un mitin ese mismo día en el que invite a sus partidarios a “caminar con él hasta el Capitolio” ante un “asalto a nuestra democracia” porque “no se recupera el país con debilidad”. Biden no lo tiene previsto. 

Una ceremonia importante y aburrida

Así las cosas, sin una amenaza inminente de violencia y golpismo, el programa del 6 de enero pierde tensión informativa. En lugar de eso, será lo que había sido tradicionalmente: las dos cámaras del Congreso se reunirán en sesión conjunta, se contarán los votos electorales de cada estado y la vicepresidenta Kamala Harris intentará que no se le note mucho el disgusto cuando anuncie que el ganador es Donald Trump. Aunque un quinto de los miembros de cada cámara podría impugnar el resultado por irregularidades y obligar a que los dos plenos se pronuncien sobre sus acusaciones, es poco probable. 

De hecho, el drama de una paralización de la certificación se ha vuelto más difícil desde 2022. Con el recuerdo del asalto al Capitolio aún fresco, demócratas y republicanos se pusieron entonces de acuerdo para modificar una ley de 1887 que definía cómo se contaban los votos en esa sesión ceremonial y que parecía escrita en sánscrito. Trump retorció ese lenguaje hace cuatro años para intentar que su vicepresidente y otros cargos públicos “rechazaran” los resultados de varios estados apoyándose en unas falsas acusaciones de fraude electoral. La reforma clarifica el proceso y eleva el número necesario de legisladores que pueden hacer una objeción formal al resultado de un estado.

En definitiva, este 6 de enero habrá más seguridad para que el Congreso cuente los votos sin temer un asalto y también un procedimiento mejorado y a prueba de sinvergüenzas (creemos) para cumplir esa función. Y eso a pesar de que probablemente no haga falta: a diferencia de 2021, este año el único candidato que amenazó con no aceptar el resultado de las urnas ha ganado, así que no tiene interés alguno en hacer descarrilar el proceso. Probablemente no habrá asalto ni chantaje este lunes, aunque quizás el hombre aquel disfrazado de bisonte pueda hacer una reaparición. Después de todo, ya ha salido de prisión.

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