Hace apenas un mes, nadie apostaba nada por François Fillon. Este domingo, se convirtió en la principal esperanza para evitar que Marine Le Pen sea la próxima presidenta de Francia. En el momento en el que el exprimer ministro ganó por amplísima mayoría las primarias del centroderecha francés, se convirtió automáticamente en el gran favorito de la carrera hacia las elecciones presidenciales de la próxima primavera.
En octubre, las encuestas le concedían entre el 10% y el 15% de la intención de voto para la primera vuelta de las primarias de Los Republicanos, muy por detrás de Alain Juppé y Nicolas Sarkozy. El 20 de noviembre, arrasó en esa votación con el 44% de los apoyos, quince puntos por encima del segundo, Juppé.
Una semana después, consolidó su fulgurante ascenso: se llevó dos tercios de los votos de la segunda vuelta, lo que lo convirtió en el candidato del principal partido del centroderecha para las próximas presidenciales. Optaron por él el 66,5% de los cuatro millones de personas que participaron en las primeras primarias abiertas organizadas por Los Republicanos, la antigua UMP.
Esa misma noche, varias encuestas publicadas en los medios franceses apuntaban a que Fillon ganaría las elecciones en mayo de 2017 tras desbancar a toda la izquierda en primera vuelta y derrotar a Marine Le Pen en la segunda. La profunda crisis del Partido Socialista, cuyos posibles candidatos no superan el 10% en intención de voto, lo coloca por el momento como la única alternativa a la ultraderecha.
Fan de Margaret Thatcher
“Me gustaría dejar en la historia una huella tan fuerte como la de Margaret Thatcher”. Con estas palabras ha reivindicado varias veces François Fillon a la gran referente británica del neoliberalismo. “No tengo problemas con que me comparen con una persona que salvó su país”, respondió hace poco en una entrevista cuando le preguntaron por su admiración hacia la exprimera ministra británica.
En su programa económico se pueden reconocer fácilmente los valores inspirados por la dama de hierro británica. Una de sus propuestas estrella es eliminar medio millón de empleos públicos –el 10% de los funcionarios– y compensar la pérdida aumentando la jornada laboral de los trabajadores públicos. Las 35 horas semanales, un logro histórico de la izquierda francesa, pasarían en el sector público a ser 39 bajo su presidencia. En las empresas privadas, empresarios y trabajadores tendrían libertad para negociar la jornada bajo el límite máximo de 48 horas semanales.
La intención de Fillon es aplicar unos recortes de 110.000 millones de euros en los presupuestos del Estado, el plan de austeridad más duro de los que proponían los siete candidatos que se presentaron a las primarias. Quiere retrasar la edad de jubilación de los 62 a los 65 años y reducir el impuesto de sociedades.
El candidato de la Iglesia católica
Su liberalismo económico no se corresponde con una defensa de las libertades en el ámbito social. De los tres candidatos que tenían más posibilidades de ganar las primarias de Los Republicanos, Fillon era el único que proponía modificar la ley con la que el presidente Hollande legalizó en 2013 el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Aunque no pretende tumbar por completo el matrimonio homosexual porque “no es realista plantear separar a gente que ya se ha casado”, sí quiere limitar el acceso de estas parejas a la adopción de niños. Su propuesta es que las parejas del mismo sexo solo puedan recurrir a la adopción simple, una figura que no rompe los vínculos con los padres biológicos, y solo si un juez considera que se cumple “el interés del menor”.
La denominada adopción plena solo podría concederse, por tanto, a parejas formadas por un hombre y una mujer. “No me parece legítimo que la legislación permita considerar que un niño es hijo exclusivamente de dos progenitores del mismo sexo”, argumenta el exprimer ministro.
Fillon ha contado en las primarias con el apoyo de la derecha católica. La mayoría de los dirigentes de Sentido común, una plataforma surgida a raíz de las manifestaciones en contra del matrimonio homosexual, lo han respaldado frente a los otros aspirantes. Estos vínculos se notan en su programa, que incluye prohibir por ley el burkini. En 2012, siendo aún primer ministro bajo la presidencia de Sarkozy, criticó las “tradiciones ancestrales” de la alimentación kosher y halal de los judíos y musulmanes.
Cercano a Vladimir Putin
Al igual que ocurre con Donald Trump en Estados Unidos, la llegada de François Fillon al Elíseo podría suponer un giro en las relaciones internacionales y estrechar los lazos entre París y Moscú. El candidato presume de una amistad con Vladimir Putin, tejida en la época en la que ambos eran primeros ministros –cuando Putin ocupaba ese cargo porque la ley le impedía ser presidente–. Desde entonces se ha reunido varias veces con el dirigente ruso.
Defiende una coalición con Rusia e Irán para luchar contra el Estado Islámico en Siria. Estaría dispuesto incluso a una alianza provisional con Bashar Al Asad: “Hay que ayudar al régimen de Al Asad que, con todos sus defectos, está a punto de caer”, dijo en 2015.
En cuanto a la política comunitaria, Fillon es partidario de una “Europa de las naciones” que respete “la soberanía de Francia”. Se muestra crítico con el espíritu de integración en el continente: “Europa debe ser un instrumento, no una religión”. También quiere crear un “gobierno de la zona euro”, formado por los líderes de los países que comparten la moneda única, que tome decisiones en política fiscal y monetaria.