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La llegada del coronavirus a Europa pone a prueba la capacidad política de la UE para gestionar una crisis sin alarmismo

Dos turistas se fotografían en el Duomo de Milán.

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —

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Seis fallecidos y dos centenares de afectados por el coronavirus en Italia. Es lo que ha hecho falta para poner a prueba la capacidad política de la Unión Europea para gestionar una crisis sin alarmismo. De momento, en Bruselas se teme que crezca la idea del cierre de fronteras dentro del espacio de libre circulación Schengen, después de que Austria interrumpiese el domingo temporalmente los trenes desde territorio italiano por la posibilidad de que hubiese dos infectados en un tren.

“Cuando hablamos de medidas, incluyendo controles fronterizos, estas deberían basarse en una evaluación del riesgo creíble y pruebas científicas, deberían ser proporcionadas y ser tomadas en coordinación con otros”, ha dicho este lunes el comisario europeo de Gestión de Crisis, Janez Lenarčič: “Sería muy lamentable que se usara políticamente esta situación. No hay motivos para cerrar fronteras”.

Pero el intento de la UE se topa con la politización de la epidemia. Y con el “pánico y la desinformación”, como decía la Comisión Europea. ¿Por ejemplo? Que comenzara a circular por las redes sociales y algunos medios la hipótesis de que los líderes de la UE tuvieran que ser sometidos a cuarentena. ¿Por qué? Porque fue ingresado el primer ministro eslovaco, Peter Pellegrini 24 horas después de concluirse la cumbre europea en Bruselas, con fiebre y se especulaba con que pudiera terminar siendo coronavirus. Pero, según él mismo, no llegó a tanto.

“Hoy o mañana, los controles fronterizos pueden ser necesarios (...)”, ha dicho la líder de la extrema derecha francesa, Marine Le Pen: “El Gobierno debe ser capaz de preverlo, y prefiero que haga más o demasiado de lo que no es suficiente. Por ahora, no está haciendo lo suficiente, especialmente al permitir vuelos desde China”, dijo en un programa de RTL-LCI-Le Figaro. Cuando se le preguntó si le pidió al gobierno que restableciera los controles, la miembro respondió: “Sí, será necesario si la epidemia está fuera de control en Italia”.

“Hemos superado los 100 contagios”, dijo este domingo por su parte el líder de la Lega, Matteo Salvini, “y el ministro del Interior ha autorizado el desembarco en Sicilia de casi 300 inmigrantes. Incluso en una situación de emergencia grave, el Gobierno no cree que tenga que cerrar los puertos”.

El ministro de Sanidad, Salvador Illa, por su parte, ha explicado este lunes que se van a reforzar los mecanismos de prevención contra la expansión del coronavirus debido al brote declarado en Italia. Para concretarlos, ha convocado mañana martes un Consejo Interterritorial con los representantes de las Comunidades Autónomas. Pero entre las medidas a aprobar, el Gobierno no se plantea cerrar fronteras por “no ser eficaz”, tal y como también ha sostenido la Unión Europea.

La Comisión Europea, en efecto, no está considerando una suspensión coordinada de la libre circulación en Schengen, aunque sí está trabajando con “varios escenarios” para los planes de contingencia, según ha explicado este lunes el comisario.

“Tenemos que tomarnos esta situación en serio, pero no tenemos que caer en el pánico y, más importante, en la desinformación. Tenemos que estar unidos, coherentes y coordinados en nuestra respuesta”, apuntó la comisaria de Sanidad, Stella Kyriakides.

A última hora del lunes, la Comisión Europea instaba, a través del Comité de Seguridad Sanitaria, a los Estados miembros a considerar cuestiones sobre preparación y planificación de respuestas dentro de los países, incluidas las medidas en los puntos de entrada, las capacidades de los laboratorios y la gestión de casos considerando la evolución de la situación y cambios de los escenarios.

¿Cómo puede cerrarse Schengen?

Si un país quiere, puede suspender el acuerdo de Schengen y restablecer temporalmente los controles en fronteras interiores. Así se regula en el artículo 25 del acuerdo, firmado por los países de la Unión Europea para garantizar un régimen de libre circulación para todos los ciudadanos de los países firmantes.

“Cuando en el espacio sin controles en las fronteras interiores se presente una amenaza grave para el orden público o la seguridad interior de un Estado miembro, este podrá restablecer los controles fronterizos en partes específicas o en la totalidad de sus fronteras interiores, con carácter excepcional y durante un período de tiempo limitado no superior a 30 días, o mientras se prevea que persiste la amenaza grave cuando su duración sobrepase el plazo de 30 días”, señala el artículo.

El Tratado de Schengen es un acuerdo por el que varios países de Europa suprimieron los controles en las fronteras interiores (entre esos países) y trasladaron esos controles a las fronteras exteriores (con terceros países).

El acuerdo, firmado en la ciudad luxemburguesa de Schengen en 1985 –España se sumó en 1991– y en vigor desde 1995, establece un espacio común –denominado espacio Schengen– que comprende una gran parte del continente europeo. Los países participantes aplican normas comunes para controlar las fronteras exteriores y también en materia de visados y de cooperación entre los servicios policiales y judiciales en el ámbito penal.

En la actualidad forman parte de ese espacio Schengen Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, Eslovenia, España, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Holanda, Hungría, Islandia, Italia, Letonia, Liechtenstein, Lituania, Luxemburgo, Malta, Noruega, Polonia, Portugal, República Checa, República Eslovaca, Suecia y Suiza.

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