Viktor Orbán cada vez tiene menos aliados en su familia política. Es más, sus oponentes crecen y se organizan, hasta el punto de que se han juntado más apoyos de los mínimos necesarios para llevar a los órganos del Partido Popular Europeo la conveniencia o no de que Fidesz, el partido del primer ministro húngaro, siga siendo miembro de la principal familia política europea.
Hasta 12 miembros nacionales del Partido Popular Europeo han solicitado oficialmente apartar al primer ministro de Hungría, Viktor Orban, y su partido, Fidesz, según ha reconocido el presidente del partido. “Doce partidos miembros del PPE de nueve países han solicitado la exclusión o suspensión de Fidesz”, ha dicho el líder del partido, Joseph Daul, a la agencia francesa AFP, y ha añadido que agregó que el asunto se discutirá en una reunión el 20 de marzo.
Dos partidos miembros de Suecia, otros dos de Bélgica, así como tres de Finlandia, Luxemburgo y Holanda han reclamado por carta, tal y como marcan los estatutos del PPE, poner en marcha el proceso para la expulsión del Fidesz.
¿Prosperará? Aún es pronto para saberlo, porque dos de los principales partidos permanecen expectantes: la CDU de Angela Merkel y el PP de Pablo Casado. Los alemanes, eso sí, pueden presumir de haber votado contra el Gobierno húngaro de Viktor Orbán en el Parlamento Europeo en septiembre pasado. El PP de Pablo Casado, de lo que puede presumir es de haber evitado sumarse a la censura: tres diputados votaron con la extrema derecha en contra de la censura; nueve se abstuvieron y cuatro se ausentaron. “El PP está escuchando las dos versiones y no tiene ninguna decisión tomada”, dicen en la calle de Génova.
Aquel día, Carlos Iturgaiz, Gabriel Mato y Pilar Ayuso votaron en contra del informe aprobado que pedía sancionar a Hungría por vulnerar los “valores de la UE”. Pilar del Castillo, Agustín Díaz de Mera, Rosa Estarás, Santiago Fisas, Luis de Grandes, Teresa Jiménez-Becerril, José Ignacio Salafranca, Ramón Luis Valcárcel y Francisco José Millán se abstuvieron; mientras que Esteban González Pons, Esther Herranz, Verónica Lope Fontagné y Antonio López Istúriz no participaron en la votación.
Hay algo que Pablo Casado ha reconocido a Orbán y parece que sigue pesándole: su apoyo infranqueable a Mariano Rajoy ante el procés y su oposición frontal al independentismo catalán.
“El Partido Popular Europeo tiene muy presente que Hungría, cuando España ha solicitado apoyo a la hora de encarar el proceso independentista, siempre ha estado con España”, declaró Casado a mediados de septiembre, después de la votación del Parlamento Europeo en Estrasburgo.
No sólo tienen eso en común Casado y Orbán, también tienen en común el interés que despiertan en el movimiento de Bannon. La mano del exasesor de Trump, el abogado belga y fundador y presidente del Parti Populaire, Mischaël Modrikamen, reconoce que se han fijado en el nuevo líder del PP: “Hay mucha gente que son más mayoritarios y que no están tan lejos de nuestras convicciones, como Sebastian Kurz [canciller austriaco] y también Pablo Casado en España”, ha afirmado en Politico, en relación a quien llegó a lo más alto del PP reivindicándose como la encarnación de las esencias conservadoras y heredero directo de José María Aznar.
Pasan las semanas y el debate sobre la permanencia del partido Fidesz en la familia del PPE sigue más abierto que nunca. Pero Orbán llegó el 8 de noviembre a Helsinki al congreso del PP y, junto con Pablo Casado y la mayoría de los delegados presentes, aupó al alemán Manfred Weber –que votó a favor de la censura a Hungría en el Parlamento Europeo– como spitzenkandidat, como candidato a presidir la Comisión Europea.
Fuentes del PPE dicen que lo que más escuece es la persecución a la Universidad de Budapest, y que esperan gestos de aquí a las elecciones.
De momento, uno de los primeros gestos ha sido contar con el asesoramiento de Steve Bannon, según ha reconocido él mismo en una entrevista en la emisora de radio húngara RTL.
“Orbán es uno de mis héroes europeos, como lo son Salvini, Marine Le Pen, Marion Maréchal [su sobrina] y Nigel Farage”, reconoce Bannon, “se oponen al sistema, ya sea desde el punto de vista populista o soberanista, rechazan el establishment y defienden a su país y sus ciudadanos”.
“Vamos a poner en marcha acciones comunes”, ha explicado Orbán, “estamos en contacto con su gente y John McLaughlin, que ha realizado encuestas y estudios electorales en Estados Unidos para mí, las hará en Europa y para Orbán. Pasaremos mucho tiempo en Hungría hasta las elecciones, pero no será práctico trasladar The Movement a Budapest, de momento seguimos en Bruselas”.
Bannon reconoce que Orbán “sabe lo que hace, no necesita entrenamiento, viene de la calle y sabe lo que piensa la gente. Yo no soy un gurú americano que viene a enseñarle”.
Pero otro de los gestos de Orbán, el que le está empujando al a puerta de salida del PPE, ha sido la campaña contra la Unión Europea por asuntos migratorios en la que el Gobierno húngaro se mofa, entre otros, del presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, le acusa de querer facilitar la inmigración e imponer el reparto de refugiados a los Estados miembros, algo desmentido por Bruselas. “La Comisión tiene una opinión nada ambigua sobre las campañas húngaras que distorsionan la realidad”, ha afirmado este lunes el portavoz del Ejecutivo comunitario, Margaritis Schinas, “y quieren pintar un cuadro tenebroso sobre una conspiración secreta para traer más migración a Europa. Cuando estas campañas ataquen a nuestro presidente, nuestro vicepresidente u otros miembros de nuestra institución, responderemos y defenderemos nuestro trabajo con el mismo esfuerzo que el empleado para las mentiras y los engaños. La verdad es que no hay conspiración, y la población húngara merece los datos y estamos dispuestos a facilitarlos”.
Bruselas, incluso, ha publicado un documento desmintiendo la campaña de Orbán.
Ante estos ataques personales, más allá del soberanismo profesado por Orbán frente a los eurócratas y la integración europea, la reacción de algunos miembros de la familia conservadora en favor de uno de los suyos, Juncker, ha sido rápida. De otros, como el PP de Casado, no
Consecuencia de todo ello, es que en esta semana el PP europeo tendrá que abordar el asunto e introducirlo en el orden del día de la Asamblea convocada para el 20 de marzo para aprobar el manifiesto electoral de las europeas y, si salen los números, la expulsión de Fidesz de la familia conservadora.
“Realmente el ataque viene de la izquierda, no para debilitarme a mí, sino para debilitar al PPE”, argumenta Orbán en una entrevista en el diario alemán Welt, quien ha tachado de “tontos útiles de la izquierda” a quienes quieren echarlo del PPE.
Quedan dos semanas para que se abra el debate en el seno del PP sobre qué hacer con Orbán, de contar “esos tontos útiles”, en palabras de Orbán, y saber, “sin ambigüedades”, como ha dicho este lunes la Comisión Europea, qué opina cada cual –incluidos los de Casado, que guardan silencio– y si seguirá siendo miembro de los populares europeos a dos meses de las elecciones europeas o reforzará la alianza de extrema derecha que están tejiendo el propio Bannon, Matteo Salvini y Marine Le Pen.