Sunita* llegó a Italia desde el estado indio de Punjab. Dejó su hogar después de perder sus tierras por culpa del cambio climático y ahora trabaja en una granja en la región italiana de Agro Pontino, al sur de Roma. La mitad del año trabaja con un contrato legal y durante dos meses lo hace de forma irregular, para enviar dinero a su casa y pagar la deuda del viaje. El resto del tiempo lo pasa con su hijo pequeño, pero dice: “La vida es difícil para una madre soltera con un hijo, sin marido y en un país extranjero... la gente ve a una mujer sola y piensa que debe de ser ‘fácil’”.
Sunita es solo una de las muchas trabajadoras inmigrantes que son explotadas a diario mediante una despiadada red de trabajo ilegal. Y como es mujer y madre, todo es más difícil.
Según voces expertas, las mujeres se han visto afectadas de forma desproporcionada por el cambio climático porque asumen los trabajos más humildes y peor pagados, como buscar agua en condiciones de sequía extrema. Además, es más probable que las mujeres sean las que se queden en casa cuidando de los niños y los ancianos, mientras que los hombres salen a buscar trabajo donde las condiciones climáticas son mejores. Y si buscan un empleo en el extranjero, suelen ser las primeras en caer en la trampa de los traficantes de personas o forzadas a ejercer la prostitución en las calles de las ciudades europeas.
“Victimizadas y discriminadas”
La historia de Sunita muestra cómo la crisis climática no hace más que ampliar la desigualdad de género que ya afecta a las mujeres. Este es uno de los mensajes clave difundidos por #ClimateOfChange (Clima de Cambio), una campaña de concienciación sobre la pobreza climática lanzada por jóvenes europeos y liderada por WeWorld, una ONG que durante los últimos 50 años ha estado luchando por defender los derechos de mujeres y niños en 27 países de todo el mundo. WeWorld también está muy activa en Italia, donde apoya a las trabajadoras del campo de Agro Pontino, donde trabaja Sunita.
El tour europeo de #ClimateOfChange pasará por Milán el 1 y 2 de octubre, durante la Pre-COP26 —un evento previo a la conferencia climática de la ONU, COP26— y llevará a la ciudad un espectáculo de circo contemporáneo que resalta la relación entre el cambio climático y la migración.
“Las historias de las mujeres que encontramos trabajando en las granjas del sur de Italia encajan en un sistema económico patriarcal que está firmemente arraigado en sus países natales y que a menudo se mantiene una vez que llegan a su destino final”, dice Elena Caneva, directora del centro de investigación de WeWorld. “En sus lugares de origen, estas mujeres se ven obligadas a caminar varios kilómetros cada día, cargando con mucho peso sobre sus espaldas, para encontrar la forma de subsistir, especialmente después de grandes inundaciones o sequías. Y, por lo tanto, no pueden ir a la escuela. Son victimizadas y discriminadas constantemente”, explica.
Una vez que abandonan sus aldeas para buscar trabajo en otros lugares, sus condiciones no mejoran demasiado. Mientras que la igualdad formal entre hombres y mujeres se ha consolidado en la mayoría de los países y en muchos sistemas legales, las antiguas distinciones entre deberes productivos y reproductivos todavía prevalecen, incluso en Occidente. En teoría, se anima fervientemente a estas mujeres a incorporarse a la población activa, pero al mismo tiempo se espera que asuman todo el peso del cuidado de los hogares y los hijos. “De media, más del 75% del trabajo doméstico no remunerado lo realizan mujeres, y dedican mucho más tiempo que los hombres a estas tareas en cualquier parte del mundo”, apunta Caneva.
En el caso de Sunita, ella no pudo elegir su destino. Fue enviada a Italia por su familia y ahora soporta las mismas condiciones adversas que tantas trabajadoras italianas con hijos dependientes. Además, tiene que hacer frente a todas las dificultades de ser inmigrante en un entorno laboral muy duro, donde abunda el trabajo ilegal, la explotación y la violencia de género, lo que solo acentúa aún más las desigualdades que experimentó al principio.
Pero no todas las migraciones irregulares conducen a la explotación. En muchos casos, las mujeres migrantes pueden convertirse en figuras clave en un mundo cambiante, siempre que se les ofrezcan las oportunidades adecuadas para alcanzar sus objetivos.
El indicador WeWorld 2020 –que compara y clasifica los niveles de vida de mujeres y niños en 172 países de todo el mundo según su índice de inclusión– destaca la necesidad de pasar del simple reconocimiento de los derechos de las mujeres a su aplicación práctica, a través del desarrollo de capacidades individuales.
*El nombre ha sido modificado para proteger su identidad