Nadie quiere dar su brazo a torcer. Los sondeos señalan que ningún candidato de izquierda cuenta con los votos suficientes para llegar a la segunda vuelta pero, a menos de un mes de la cita electoral, la unión aún parece una opción remota. Jean-Luc Mélenchon (Francia Insumisa), Anne Hidalgo (Partido Socialista), Fabien Roussel (Partido Comunista) y Yannick Jadot (Europa Ecología Los Verdes) continúan su camino en solitario. El paisaje político francés está más fragmentado que nunca y las encuestas ofrecen motivos de alarma: la suma de las intenciones de voto de los candidatos progresistas en liza es de un 28%, mínimo histórico para las fuerzas de izquierda.
La atomización viene marcada por la caída del Partido Socialista (PS), hegemónico durante medio siglo en ese lado del espectro político. En 2012, el 28% de los electores votaron por François Hollande en la primera vuelta, cinco años después Benoît Hamon recibió sólo el 6% de los sufragios. “El mandato Hollande afectó mucho a la imagen de marca del PS, que ha quedado asociada para los votantes y los militantes a un fiasco”, explica Adrien Broche, profesor en la Universidad de París-Nanterre y politólogo del instituto demoscópico Viavoice.
La lucha de egos —tanto en el Gobierno como en el partido—, la rebelión de una parte de los parlamentarios socialistas y las diferencias ideológicas entre socialdemócratas y el ala izquierda del PS fueron un lastre durante todo el quinquenio Hollande. Pero, además, la última década ha marcado el divorcio del partido con el electorado que le llevó al poder en 1981. “La clase trabajadora había sido el principal vivero de votos del partido desde la posguerra —compartido con el Partido Comunista— y en los años 80 y 90 consiguió sumar el voto de la clase media. Esos dos grupos eran el electorado central del PS y, a día de hoy, los dos se han alejado de él”.
Odisea socialista
En este contexto, sacar adelante la campaña está siendo una odisea para la candidata socialista, Anne Hidalgo. Y las encuestas actuales no ofrecen muchos motivos para el optimismo: los últimos sondeos la sitúan ligeramente por encima del 2% de las intenciones de voto. A pesar de todo, la alcaldesa de París mantiene el rumbo y prosigue la campaña con un programa centrado en la ecología, el trabajo y las reformas institucionales. “Hay un trabajo ideológico que debería haber comenzado en 2017 y que el PS no ha hecho”, analiza Broche. “En su lugar han abandonado la cuestión social para centrarse en lo que llaman la socioecología, un planteamiento con el que no están captando a las clases populares”.
De hecho, la ecología está siendo una de las grandes ausentes de la campaña, eclipsada por temas como la inmigración, el poder adquisitivo y, en las últimas semanas, la guerra en Ucrania. “La ecología no puede reducirse a impuestos que caen del cielo sobre los ciudadanos, un ejemplo de eso lo tuvimos con el movimiento de los chalecos amarillos”, explica Lucile Schmid, vicepresidenta del think tank La Fabrique écologique y exdiputada socialista en la región parisina.
“Es cierto que será necesario aceptar ciertas rupturas colectivamente, pero eso supone que los candidatos —y el resto de los políticos— deben encontrar los medios para dialogar con la sociedad. Los candidatos de izquierda deberían hablar de nuevos métodos democráticos: no basta con criticar el poder vertical de Macron, también es necesario proponer”.
Mélenchon se destaca
Jean-Luc Mélenchon dejó el PS hace ya tiempo, en 2008, cansado de que las candidaturas cercanas a la socialdemocracia dominasen el partido. Desde entonces ha hecho camino solo, primero bajo las siglas Partido de Izquierda (PG), después como Francia Insumisa (LFI). Si Emmanuel Macron fue el gran beneficiado de la dispersión del voto socialista en 2012, Mélenchon también logró atraer a una parte importante del electorado y obtuvo un 19,58â¯% en la primera vuelta. “Es cierto que el voto tradicional del PS se repartió en las últimas elecciones entre Macron y Mélenchon, aunque una parte importante fue también para Marine Le Pen, que se quedó con un gran sector del electorado popular”, matiza Adrien Broche.
Para esta cita electoral el candidato de LFI es el que más claramente ha asumido la desunión de la izquierda, convencido de que a largo plazo la solidez de su campaña y la retirada de otros candidatos lo convertiría en el referente natural de los votantes progresistas. Al mismo tiempo, ha rebajado el tono radical de anteriores campañas para atraer a un electorado más moderado. Y la apuesta comienza a dar sus frutos. En las últimas semanas se ha situado claramente por delante de los demás candidatos de la izquierda y, con el 12% de las intenciones de voto, ha superado por primera vez a Valérie Pécresse, que pierde terreno en los sondeos. Con el voto de extrema derecha dividido, Mélenchon apela al “voto eficaz” en la izquierda para cerrar el hueco que lo separa de la segunda vuelta.
“Si Jean-Luc Mélenchon está hoy delante en los sondeos, es porque ha trabajado en su proyecto durante años, ha sabido hablar de temas como la ecología popular y porque sabe poner en escena una cierta profundidad histórica”, dice Lucile Schmid. “Es importante trabajar previamente el contenido de los proyectos y no caer tanto en la personalización. En 1997 Lionel Jospin ganó las elecciones legislativas al frente de una candidatura de la izquierda plural, eran elecciones legislativas pero el liderazgo era colectivo. Esa es la gran cuestión a la que se enfrenta la izquierda hoy en día: el liderazgo colectivo”.
Guerra en Ucrania
El comienzo de la guerra en Ucrania ha abierto un ángulo de ataque contra el candidato de Francia Insumisa por parte de sus rivales. En un mitin “por la paz” celebrado hace una semana, Mélenchon reiteraba su deseo de salir de la OTAN y su preferencia por la soberanía nacional frente a la idea de una defensa europea. Estas semanas todos los candidatos de izquierda reivindican la herencia de Jean Jaurès, político pacifista asesinado en vísperas de la Primera Guerra Mundial, pero ecologistas y socialistas acusan a Mélenchon por su neutralidad respecto a la invasión y por su ambigüedad hacia Vladímir Putin.
“Esos grandes discursos sobre la paz ocultan su complacencia y sus capitulaciones ante Putin”, denunció Yannick Jadot. “¿Os imagináis a Jaurès defendiendo el bombardeo de poblaciones civiles en Siria?”, añadió el candidato ecologista, en referencia a una frase de Mélenchon, que en 2016 dijo que Putin había “resuelto el problema en Siria”.
“Alguien así no tiene ninguna credibilidad”, dijo Anne Hidalgo en una entrevista con la emisora pública France Inter, “alguien que tiene como aliado a Venezuela, a Bashar Al-Asad, a los dictadores del mundo”. Ataques que responden a la voluntad de socialistas y ecologistas de limitar el avance del candidato LFI de cara tanto a la actual elección presidencial, como a las próximas citas electorales. Pese a los buenos resultados de los ecologistas en las últimas elecciones europeas, Jadot sigue estancado entre el 5 y el 10% de los votos. En 2012, los verdes decidieron no presentar ninguna candidatura y apoyar a Benoît Hamon (PS), en esta ocasión esperaban que los socialistas les devolvieran el favor si los verdes estaban por delante en las encuestas.
Sin embargo, desde la candidatura de Hidalgo rechazan esa posibilidad. Muchos expertos coinciden en que la multiplicación de aspirantes ha complicado la penetración del mensaje de los políticos de izquierdas. Una división que favorece, en gran medida, al actual presidente. “Aunque en esta ocasión el electorado de Macron se ha vuelto claramente más de derechas que en 2017, habrá electores de izquierdas que le votarán en nombre de Europa, del pragmatismo y sobre todo contra Éric Zemmour y Marine Le Pen”, augura Lucile Schmid.