David Sassoli, el presidente del Parlamento Europeo que luchó por la esperanza y contra la indiferencia
“No se puede infligir dolor al dolor”, decía David Sassoli. “La esperanza somos nosotros cuando no cerramos los ojos ante quien necesita ayuda, cuando no levantamos muros en nuestras fronteras, cuando combatimos toda forma de injusticia”, declaraba el presidente del Parlamento Europeo el 23 de diciembre pasado, tres días antes de su ingreso definitivo en el Centro di Riferimento Oncologico (CRO) de Aviano.
Sassoli ha fallecido este martes de madrugada, y con él se va una figura que no dejó nunca de dar la batalla, la batalla por la esperanza y contra la indiferencia, la batalla contra la austeridad y la profundización democrática de las instituciones europeas en un momento de crisis económica, sanitaria y social por la pandemia del coronavirus.
Sassoli (Florencia, 1956-Aviano, 2022) hizo el tránsito desde el periodismo a la política cuando en 2009 encabezó la lista del Partito Democrático (S&D) a las elecciones europeas, y hasta el último minuto luchó por que su familia política mantuviera la única presidencia de institución comunitaria que mantenía, pero que finalmente dejará en manos de los populares el próximo 18 de enero.
Numerosos líderes europeos han expresado en las últimas horas sus condolencias, señalando el espíritu europeísta de Sassoli, su humanismo, su lucha contra las desigualdades y las injusticias, así como por la democracia europea. Sassoli se marcha, pero ha dejado un legado después de dos años y medio al frente del Parlamento Europeo tras fallecer por, “una severa complicación a causa de una disfunción del sistema inmunitario”, según anunció su portavoz, Roberto Cuillo.
El lunes 17 de enero tendrá lugar una ceremonia para rendir tributo a Sassoli en la apertura de la sesión plenaria en Estrasburgo, en presencia del ex eurodiputado y ex primer ministro italiano Enrico Letta, líder del PD. La capilla ardiente se instalará en Roma el jueves en la Sala della Protomoteca del Campidoglio y el funeral se celebrará el viernes en la Basílica de Santa María de los Ángeles. Y este martes todas las instituciones comunitarias en Bruselas han dejado sus banderas a media asta, al tiempo que los eurodiputados han acompañado a la familia socialista a un homenaje a las puertas del Parlamento Europeo.
Sassoli ya estuvo unas semanas de baja a la vuelta del verano por una neumonía que se le diagnosticó a mediados de septiembre durante el pleno. Entonces, fue trasladado al Hospital Civil de Estrasburgo donde fue tratado. Se reincorporó a finales de octubre, y ha mantenido una actividad normal hasta su nueva hospitalización el 26 de diciembre.
El próximo 18 de enero se votará su relevo como presidente del Parlamento Europeo al llegar la mitad de legislatura, momento en el que se renuevan los cargos de la Eurocámara.
Periodista, católico y con profundas convicciones democráticas, David Sassoli llegó a la presidencia del Parlamento Europeo en el verano de 2019 casi de carambola y tras el pacto a puerta cerrada entre los 27 jefes de Estado y de Gobierno que se repartieron los principales cargos institucionales de la UE. Sassoli se convirtió en presidente de la Eurocámara con los votos, fundamentalmente, de conservadores, liberales y los de su bancada, la socialista.
Inicialmente, el nombre que tenían los socialistas en la cabeza era el del presidente de su partido europeo, el búlgaro Sergéi Stanishev, pero era un nombre con muy poco reconocimiento en la Eurocámara. Así que al final cayó en los italianos, siempre prestos, en un momento además en el que la Lega de Matteo Salvini aún gobernaba con el M5S.
Pero desde el primer día intentó ampliar esa mayoría hacia los Verdes y La Izquierda. Sassoli entendía que la Gran Coalición ampliada escoraba a los socialistas hacia la derecha, donde la competición entre populares, ultraconservadores y ultraderechistas dibujaba un terreno de juego resbaladizo para los socialistas.
El coronavirus ha sido el gran elemento que ha atravesado la presidencia de Sassoli, en su dimensión social, sanitaria y económica. Y, para el público español, el acceso al escaño de los líderes independentistas Carles Puigdemont, Toni Comín y Clara Ponsatí, gracias a una sentencia del TJUE, y pese a los órganos jurisdiccionales españoles.
Reducir la pobreza
Sassoli siempre entendió la complejidad del coronavirus, que exigía mayor integración europea para responder a los desafíos en clave social.
“El egoísmo nacional no ayuda al propio país a protegerse de las dificultades y dinámicas globales que, si entran en tu casa, te hacen mucho daño. Creo que esta es la principal lección de coronavirus”, decía Sassoli al inicio de la pandemia en una entrevista con elDiario.es.
Para Sassoli, era fundamental que la UE fuera capaz de articular esa respuesta, que en parte se ha ido haciendo con la aprobación del fondo de recuperación de 750.000 millones de euros y las compras del BCE por valor de 1,8 billones.
“Tenemos que salir de la COVID-19 no solo con solidaridad, también con igualdad. Necesitamos reflexionar sobre fuertes cambios”, explicaba antes del verano en otra entrevista con elDiario.es: “Las normas del pasado han generado desigualdades. Nosotros queremos que después de la COVID-19 esas desigualdades se reduzcan. Y esta es la labor que incumbe a las instituciones europeas y a los gobiernos nacionales. En estos meses hemos tenido instrumentos útiles que se han puesto sobre la mesa. También muchos recursos, pero probablemente no van a servir para salir de la crisis. Van a hacer falta más cosas. Hay mucha pobreza en nuestra sociedad, no podemos permitirnos que aumente, tenemos que reducir la pobreza. Ésta es la batalla que tenemos que librar”.
Sassoli, periodista, presentador del noticiero de la noche de la televisión pública italiana (Telegiornale 1 de la RAI), entre 2006 y 2009, cuando accede por primera vez al Parlamento Europeo, llega al Partido Democrático con cultura política del cristianismo de izquierdas, a diferencia de otros cuadros políticos del PD que aún se sienten herederos del otrora poderoso PCI. Y esa mirada social le ha ido acompañando en su discurso: “Venimos de muchos años en los que todos los paradigmas económicos han llevado a desigualdades y la misma idea del crecimiento también ha llevado a la desigualdad, porque pocos han crecido y muchos no han crecido. La pandemia ha aumentado todo esto. Por ello, yo creo que ahora hace falta una segunda fase, con una mayor redistribución y una mayor igualdad”.
“Ahora y siempre, resistencia”
Mirada social, y también democrática, propia de un país que construyó su democracia sobre la derrota del fascismo. El 25 de abril de 2020, cuando se conmemoró el 75 aniversario de la caída del fascismo en Italia, Sassoli clamaba “ahora y siempre, resistencia” en su discurso: “El 25 de abril de 1945, el Comité de Liberación Nacional de Italia proclamó la insurrección en todos los territorios ocupados por los nazifascistas. '¡Rendirse o morir!' era el santo y seña de los comandos partisanos. Este día marca la caída del fascismo y la expulsión de los nazis de Italia. La historia de la República comienza allí, el referéndum sancionó el fin de la monarquía y poco después nació nuestra Constitución, fundada en los valores de libertad y antifascismo. Nunca debemos olvidar a aquellos hombres y mujeres que tomaron la decisión de luchar y rebelarse contra la guerra, incluso simplemente desobedeciendo la dictadura. Muchos de ellos cayeron gritando 'Viva la libertad'. No olvidemos su sacrificio. Gracias a ellos somos libres hoy”.
El antifascismo ha estado tan presente como presidente de la Eurocámara que llegó a advertir de que “no cabe la glorificación de ninguna dictadura” tras una campaña revisionista de Hermann Tertsch. Sassoli respondió así al grupo de Memoria Histórica del Parlamento Europeo, que protestaba por un correo electrónico del eurodiputado de Vox en el que éste lanzaba una campaña llena de bulos para “proteger la Santa Cruz del Valle de los Caídos”.
Sassoli, en respuesta a una carta del grupo de Memoria Histórica de la Eurocámara en la que denunciaban los comentarios de Tertsch, afirmó: “El Gobierno de la República Española, legítimo, constitucional y democráticamente elegido fue derribado por un golpe de estado. Quien dirigió aquel alzamiento, el general Franco, fue un dictador y su régimen practicó la persecución y eliminación sistemáticas de sus adversarios políticos. Achacar a los partidos que apoyaron aquel gobierno de 'destruir la democracia y las libertades' no es opinable, es una falsificación de la historia”.
La última batalla
Sassoli intentó incorporar desde el inicio de su mandato a su izquierda parlamentaria, intentó ampliar esa mayoría que le hizo presidente. Pero también, cuando se acercaba el momento de renovar los mandatos, intentó hacer ver a sus compañeros de bancada socialista que, sin la presidencia del Parlamento Europeo, la familia socialdemócrata se quedaba sin ninguna institución comunitaria, en un momento en el que el relevo en el poder en Alemania generaba una correlación de fuerzas diferente y con retrocesos para los populares.
Pero la vía no prosperó, y el 14 de diciembre los socialistas socialistas europeos renunciaron finalmente a disputar la presidencia de la Eurocámara a los conservadores: la dirección de los socialdemócratas decidió no presentar un candidato alternativo a la conservadora maltesa Roberta Metsola, con quien se abren las negociaciones para un acuerdo con el Partido Popular Europeo sobre prioridades legislativas y reparto institucional.
La gestión de Puigdemont
La sentencia del 19 de diciembre de 2019 fue uno de los momentos más delicados del inicio del mandato de Sassoli. Fue recibida como un revés por socialistas, populares, Ciudadanos y Vox. Pero Sassoli lo tuvo claro, y se había ido preparando en las semanas previas para ese hipotético escenario que luego se convirtió en realidad: el TJUE establecía que la condición de eurodiputado viene dada por los votos, Puigdemont y Comín tenían que convertirse en eurodiputados, con seis meses de retraso. Y así fue.
De repente, la tesis oficial del Parlamento Europeo acuñada en tiempos de Antonio Tajani –el hombre de Silvio Berlusconi en Bruselas–, arropada por populares, socialistas y liberales, se tambaleaba. De repente, la historia estaba a punto de entrar en un punto de inflexión.
Y Sassoli lo vio venir. Lo vio venir él y su grupo de más estrechos colaboradores. Ante ellos tenían dos opciones: el enroque, como le pedían importantes líderes políticos de los principales grupos de la Eurocámara, o dar un paso adelante en la línea del abogado general.
Así se llegó al 19 de diciembre. A las 12.00 de la mañana pasadas Sassoli no entraba en el plenario de Estrasburgo: mandó callar, llamó al orden varias veces, y leyó una escueta declaración que decía dos cosas: instaba a las autoridades españolas a cumplir su parte con respecto a Junqueras y anunciaba que la Eurocámara haría lo propio “con la composición” del Parlamento, con asientos vacíos.
La suerte estaba echada y el presidente del Parlamento Europeo había decidido, junto con sus colaboradores y, esta vez con el sí de los servicios jurídicos y el TJUE, que ya no había impedimentos para que Puigdemont y Comín entraran en la Eurocámara, seis meses después de las elecciones.
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