Nadie había preparado a la sociedad brasileña para lidiar con la mezcla de sensaciones al ver al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva en prisión desde hace un año y medio. Y más aún si cada día que pasa todo hace indicar que impedir su candidatura presidencial era la culminación de la maniobra iniciada con el juicio político a Dilma Rousseff en 2016. Al menos eso evidencian los centenares de mensajes privados entre el exjuez federal Sérgio Moro y la Fiscalía que viene publicando desde junio The Intercept Brasil.
Para analizar la actualidad de la situación de Lula da Silva, eldiario.es ha conversado con el abogado y exdiputado federal Wadih Damous, uno de los miembros del equipo de defensa del expresidente. “No tengo la menor duda de que cualquier persona que tenga conocimientos jurídicos mínimos sabe que Moro es parcial. De hecho, lo sabe ya hace mucho tiempo”, afirma el letrado. “Ahora estas revelaciones demuestran aquello que ya sabíamos”.
Las conversaciones del ahora ministro de Justicia de Bolsonaro siguen sacado a la luz una manipulación perfectamente orquestada, con una delicada lista de anormalidades e irregularidades que van desde la asunción de Moro de los papeles de juez y acusación al mismo tiempo, organizando incluso operaciones policiales; la filtración a los medios de una selección de audios descontextualizados de pinchazos telefónicos; burlas de los fiscales ante el funeral de la esposa de Lula; hasta el apodo con el que se referían al expresidente: 'nueve' –perdió un dedo en un accidente laboral–.
Gilmar Mendes, uno de los magistrados que forma el Tribunal Supremo, ha llegado a admitir que el descaro de las filtraciones publicadas “es una gran vergüenza” y que el tribunal había sido “cómplice de esa gente ordinaria”. La defensa de Lula presiona al Tribunal Supremo para que, aprovechándose este estado de ánimo de Mendes, anule la condena y ponga fin a la reclusión del expresidente en una celda de la superintendencia de la Policía Federal de Curitiba.
“Si el Supremo juzga el habeas corpus solo fijándose en el derecho, en el código de proceso penal y en la Constitución, va a anular todos los procesos contra el presidente Lula cuya investigación haya partido de Curitiba”, reflexiona Damous. “Porque ya está más que demostrado que los procuradores no eran objetivos, no eran imparciales, y el entonces juez Sérgio Moro, tampoco: nunca ha tenido objetividad ni imparcialidad en los procesos del presidente Lula”. Los varapalos de los últimos tiempos, sin embargo, nublan el escenario. “Tenemos que ver lo que va a decidir, si es el derecho o la política. Si decide el derecho, Lula será liberado. Si decide la política, solo Dios sabe”.
Otra de las novedades a las que se agarra la defensa de Lula da Silva es una reciente sentencia del Tribunal Supremo que ha anulado la condena de Sérgio Moro a Aldemir Bendine, expresidente de Petrobras, debido a que las alegaciones finales del delator que le implicó en la trama corrupta coincidieron temporalmente con las propias alegaciones finales de la defensa de Bendine. Se trata de la primera gran derrota de una sentencia de Moro en la máxima instancia. “El Tribunal Supremo, en este caso concreto, ha entendido que la defensa tiene la última palabra. Eso emana directamente de la Constitución”, explica Damous. “¿Por qué parece ser algo extraordinario? Porque el proceso penal que implica a políticos aquí en Brasil está politizado”.
Un centenar de sentencias similares, entre ellas la de Lula da Silva, están a partir de ahora en el ojo del huracán por este agravio al derecho de defensa. Los abogados del expresidente explorarán también esta vía. “Tratándose del actual sistema de Justicia brasileño, uno no puede decir que es optimista en ninguna cuestión”, confiesa Wadih Damous. “Si viviéramos aquí en Brasil en un Estado democrático y de derecho con un mínimo de normalidad, yo diría que esa decisión suspendería las sentencias de otros imputados que estuvieran en la misma situación. Pero como el proceso está politizado, temo que las próximas decisiones estén contaminadas por la política”. Asumiendo que todo lo que respecta al expresidente Lula es interpretado “de manera sesgada”, Damous define su estado de ánimo como de “discreto optimismo”. La experiencia le hace escapar de la euforia.
El domingo que pudo cambiar la historia de Brasil
Damous está siendo uno de los lugartenientes más fieles de Lula da Silva desde que los conflictos judiciales del exmandatario comenzaron a escribirse con mayúsculas. El abogado fue una de las piezas clave de la acción que estuvo a punto de cambiar el destino de Brasil. Sucedió un domingo de agosto de 2018, en plena precampaña electoral, cuando el juez de segunda instancia Rogério Favreto decretó la liberación del expresidente en dos ocasiones y, sin embargo, esta no se cumplió.
“Podría haber cambiado la historia si, una vez más, hubiera prevalecido el derecho”, se lamenta Damous, uno de los emisarios que presentó la petición de habeas corpus que lo revolucionó todo. “Aquel día sucedió lo que viene sucediendo desde el nacimiento de la llamada Operación Lava Jato: solo es posible, por lo menos en relación al presidente Lula, una decisión, la decisión condenatoria. La absolución está prohibida”. Las interferencias, en opinión del abogado y exdiputado federal, son numerosas: “Los militares se manifiestan, los jueces se manifiestan desde fuera del estrado, la red Globo se manifiesta”.
Lo que ocurrió aquel día Damous lo define sencillamente como “el incumplimiento de una orden judicial”. Y con la participación decisiva del entonces juez Sérgio Moro, que estaba de vacaciones, “y orientaba al delegado de guardia de la Policía Federal de Curitiba a no cumplir la decisión, hasta que finalmente el presidente del Tribunal Regional Federal la anulara”. Este conjunto de ilegalidades “no permitió que Brasil tuviera otro rumbo diferente al que lleva ahora, con un psicópata en el Gobierno”.
Siguiendo el patrón de los últimos meses, cada vez que el grupo operativo de la operación Lava Jato sufre derrotas judiciales o se ve demasiado expuesto en los medios de comunicación, la reacción no se hace esperar. Esta vez ha llegado en forma de nueva acusación contra Lula, mediante un supuesto vínculo irregular de uno de sus hermanos, José Ferreira da Silva (Frei Chico), con la empresa Oderbrecht.
El abogado Cristiano Zanin Martins es otra de las fichas fundamentales en la defensa de Lula da Silva. Consultado también por este medio, Zanin Martins reconoce que tienen muchas expectativas en relación a los dos habeas corpus accionados en el Supremo ahora mismo. Destaca el abogado las ansias políticas de Moro, “tanto que asumió uno de los principales cargos del actual gobierno, que fue electo solo porque a Lula le impidieron participar”. El actual ministro de Justicia practicó, en su opinión, “lawfare contra Lula”, a través del “uso perverso de las leyes y los procedimientos jurídicos con fines de persecución política”. Además, la Fiscalía, completa Zanin Martins, actuó “orientada por el odio y por criterios políticos, infringiendo las leyes y las garantías fundamentales”.