No era lo que pedía el Gobierno. Ni el lunes pasado, cuando el ministro de Exteriores, Josep Borrell, anunció el bloqueo español y abrió la puerta a que la cumbre de este domingo no se celebrara. No era lo que pedía el Gobierno, que desde el lunes reclamaba la retirada del artículo 184, o su aclaración en el acuerdo de retirada de Reino Unido, de 585 páginas que nadie quería tocar. Salvo España.
Tampoco era lo que pedía España, que el miércoles, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, dijo en Valladolid que no le valían ni el acuerdo de retirada ni la declaración política, porque no especificaban el papel singular español en las negociaciones entre la UE y Reino Unido que tuvieran relación con Gibraltar.
No era lo que pedía el Gobierno porque este domingo España votará a favor de un acuerdo de retirada con el susodicho artículo 184 y con la célebre declaración política sobre la relación futura sin haber logrado que se tocara ni un punto ni una coma.
Pero algo ha conseguido el Gobierno, y quizá era todo lo que podía conseguir en esta semana, en la última semana, en la víspera de la santificación de uno de los hitos Europeos contemporáneos. Y pocas ocasiones como estas tendrá España para arrancar algo en la UE: que la Comisión Europea, el Consejo Europeo y Reino Unido, unos juntos y otro por separado, concedan a España su papel privilegiado con Gibraltar en la cumbre del Brexit. Aunque no sea en los documentos del Brexit, sino en los complementarios. Y siente un precedente para lo que está por venir.
España ha logrado lo que ayer le ofrecieron al secretario de Estado para la UE, Marco Aguiniano, y que el Gobierno de Pedro Sánchez se ha tomado 24 horas en contestar: una declaración complementaria de los 27 en la línea defendida por España –y en las instrucciones dadas al negociador, Michel Barnier, que se perdieron en las negociaciones, en el “túnel diplomático”– y respaldada por otra del Reino Unido.
Son dos declaraciones anexas, complementarias, al margen del acuerdo de retirada, fuera de la declaración política sobre la relación futura. Pero, quizá, ya no se podía conseguir otra cosa.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, lo ha calificado de “triple blindaje”: “España logra un triple blindaje histórico con el que puede abordar definitivamente con el Reino Unido el futuro de Gibraltar durante los próximos años. Con este triple blindaje se refuerza significativamente lo establecido en anteriores etapas, con las orientaciones del Consejo Europeo aprobadas en el año 2017”.
El aval jurídico de lo acordado está sujeto a discusión. No tiene el rango del acuerdo de retirada firmado por todos, pero el hecho de que lo refrende Londres y que comprometa a los 27 supone una vía de escape para España antes de que todo saltara por los aires.
¿Y qué dice la declaración anexa de los 27?
Una vez superado el escollo de Gibraltar, que ha llegado sobrevenido después del de Irlanda, que mantuvo el proceso en el alambre durante meses, al Brexit, a este acuerdo del Brexit, aún le quedan fases muy complicadas.
La primera es el trámite parlamentario británico, donde May no tiene garantizados los apoyos. Y en el hipotético caso de que los lograra, queda el acuerdo de relación futura, un acuerdo comercial entre la UE y un tercer Estado, en este caso el Reino Unido. Un acuerdo que, sí o sí, requiere de la aprobación de los parlamentos de los Estados, y en los que sería inverosímil que fuera aprobado en España sin un texto similar al que se incluye en la declaración anexa de este domingo.
En la misma línea de las declaraciones es la carta que los presidentes de la Comisión y el Consejo Europeo, Jean-Claude Juncker y Donald Tusk, han enviado a Pedro Sánchez garantizando los acuerdos independientes sobre Gibraltar a los que puedan llegar la UE y el Reino Unido tras el Brexit requerirán la “conformidad previa” de España. El texto recoge que el único objetivo del Artículo 184 del acuerdo es crear el mejor compromiso para que la UE y el Reino Unido negocien acuerdos que regulen su relación futura.