La gran “ola azul” que esperaban los demócratas no ha llegado, pero a Donald Trump el agua le llega ya por la cintura. La oposición recuperará la mayoría en la Cámara de Representantes por primera vez en ocho años, aunque los republicanos mantendrán el control sobre el Senado.
Con mayoría en la Cámara de Representantes, los demócratas reciben innumerables instrumentos para investigar y complicar la vida a Donald Trump, además de la capacidad de iniciar un proceso de destitución o impeachment. En el proceso legislativo ordinario, todas las leyes tienen que pasar por ambas cámaras y basta que una bloquee el proceso para que esta no se apruebe.
El Partido Demócrata controlaba anteriormente 195 escaños en la Cámara de Representantes y le hacía falta una ganancia neta de al menos 23 asientos para hacerse con el control de la mayoría.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha telefoneado esta anoche a la líder de los demócratas en la Cámara de los Representantes, Nancy Pelosi, para felicitarla por el triunfo de su partido en esta cámara. La portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, reveló en un comunicado que el mandatario ha llamado a Pelosi, sin ofrecer detalles sobre el contenido de la conversación, así como al líder de los republicanos en la Cámara de Representantes, Paul Ryan. “El presidente Trump llamó a la líder Pelosi a las 23.45 esta noche para extender su felicitación por ganar una mayoría demócrata en la cámara. Él reconoció el llamamiento de la líder al bipartidismo en sus comentarios de victoria”, ha afirmado el jefe de gabinete de Pelosi, Drew Hammill.
Pelosi se convirtió en 2006 en la primera mujer en llegar a la presidencia de la Cámara Baja en la historia, pero en 2010 los demócratas perdieron la mayoría en favor de los republicanos, momento desde el que ha sido la líder de la minoría. “A diferencia del Congreso republicano, el Congreso demócrata se dirigirá con transparencia”, ha afirmado Pelosi.
Los republicanos mantienen el Senado
Pero a los demócratas se les ha resistido el ‘gran premio’. Sus posibilidades de recuperar el control del Senado y por tanto la capacidad de bloquear los nombramientos de Trump eran remotas, pero se han venido abajo muy temprano en la noche. De hecho, el partido del presidente tendrá una mayoría aún más holgada después de arrebatar algunos escaños que hasta ahora tenía la oposición.
Los Republicanos controlaban el Senado por una ajustada mayoría con 51 escaños. En estas elecciones había 35 escaños en juego y 29 de ellos eran demócratas, por lo que los conservadores tenían más posibilidades de ganar que de perder. Los demócratas han perdido en estado clave como Missouri, Tennessee, Dakota del Norte y Texas.
Trump ya había adelantado en la recta final de esta campaña el argumento con el que defenderá los resultado de hoy: “he salvado el Senado con mi campaña”. Y parece que así es. El discurso del miedo a la inmigración ha logrado movilizar a los votantes del presidente y llevarles a las urnas, al menos en los estados donde es más popular. Él mismo ha tuiteado un mensaje inequívoco antes de irse a la cama: “Tremendo éxito esta noche. Gracias a todos”.
Trump arrastra a su partido a la derecha
Aunque su presidencia se acaba de complicar, el legado de Trump en estas elecciones es más complejo. Con su insistencia en poner la inmigración ilegal en el centro del debate (y esa ficticia “invasión” de migrantes centroamericanos) puede que haya salvado su mayoría en el Senado. Pero al decantarse por la línea dura en vez de presumir de sus logros económicos, ha condenado a su partido a caer derrotado en la Cámara de Representantes, donde a esta hora parece claro que ha habido una auténtica masacre de republicanos moderados que hubieran preferido hablar más de las cifras de paro y menos de la frontera sur.
El Partido Republicano que sale hoy de las urnas se parece más a Trump: con un discurso más nacionalista e identitario, al haber perdido a muchos congresistas que estaban en el centroderecha. Los resultados de hoy son en realidad un buen retrato de la situación política de EEUU: la Cámara de Representantes es un reflejo más preciso del país en su conjunto, donde Hillary Clinton ya sacó más de tres millones de votos más que Trump hace dos años. Sin embargo en el Senado, donde el sistema de representación prima a los estados menos poblados, los republicanos tienen ventaja.
El mismo presidente coincide con este análisis. “A aquellos que han trabajado conmigo en estas increíbles elecciones de mitad de mandato, abrazando determinadas políticas y principios, les ha ido muy bien. A los que no, ¡decid adiós! La da ayer fue una gran victoria y todo ello bajo la presión de los medios hostiles”, ha tuiteado Trump.
Todas las encuestas anticipaban una alta participación, ya que ambos partidos han centrado sus esfuerzos en movilizar a los votantes. Normalmente las elecciones de mitad de mandato tienen una menor participación que las presidenciales. Según estimaciones de The New York Times, en estas elecciones se han emitido 114 millones de votos, frente a los 83 millones registrados en 2014.
Mala noche para las ‘estrellas demócratas’
Aunque objetivamente los demócratas han obtenido un buen resultado, se quedan con un mal sabor de boca ante la derrota de algunos de sus candidatos más mediáticos. El mejor ejemplo es el de Beto O’Rourke, que ha estado muy cerca de lograr el milagro de que la conservadurísima Texas tuviera un senador demócrata por primera vez desde hace 25 años. El carismático congresista de El Paso ha estado muy por encima de lo que suele conseguir su partido, pero no ha podido dar a su partido esa victoria simbólica con la que querían ilustrar un gran ‘no’ del país a Trump.
El otro gran icono demócrata de estas elecciones era su candidato a gobernador de Florida, el afroamericano Andrew Gillum. Algunos veían en él al “nuevo Obama” pero también ha perdido contra un candidato fuertemente trumpista. En resumen, noche agridulce para los demócratas. Están muchísimo mejor que ayer, pero se han quedado muy lejos de lograr ese rechazo contundente al presidente con el que soñaban. Tratarán de verle a este resultado el lado bueno y dar valor a una victoria muy útil en la Cámara de Representantes, pero no nos engañemos: Trump se ha escapado vivo.