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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

El Día de Colón en Nueva York: héroe de italo-americanos y villano de nativos-americanos

Vallas metálicas y varias patrullas policiales custodian día y noche la neoyorquina rotonda de Columbus Circle, que está coronada por una estatua de mármol de Cristóbal Colón de cuatro metros que reposa sobre una columna de más de veinte metros. Los “guardaespaldas” aparecieron en junio, cuando, en el marco de las protestas contra el racismo y la brutalidad policial que se dieron por todo el país, este tipo de esculturas empezaron a ser atacadas. En Boston, el explorador amaneció decapitado, en Richmond, en Virginia, bajo agua y en Saint Paul, en Minnesota, un grupo de personas tiró una estatua de Colón entre gritos y aplausos.

Aunque nunca antes se había dado en esta magnitud, la controversia detrás de esta figura lleva años existiendo, no sólo con respecto a las estatuas, sino también en torno a la celebración de Columbus Day, el Día de Colón que festeja el aniversario de la llegada del explorador a América el 12 de octubre de 1492 y que algunos piden que se llama el Día de los Pueblos Indígenas. En Nueva York, se considera el día de la celebración de los italianos.

La otra celebración

Melissa Iakowi:he'ne' Oakes, directora ejecutiva de la casa de la comunidad indígena americana en la ciudad de Nueva York, explica a elDiario.es que en las últimas tres décadas este día que celebra a los nativos americanos ha sido reconocido por varios estados y ciudades del país norteamericano, pero no por la Gran Manzana. “Por alguna razón Nueva York se acerca a esta narrativa racista de la historia, como si estuviera orgullosa de ello”.

Pese a que esta jornada no es oficial en la gran ciudad, hace años que esta comunidad lo celebra de manera extraoficial con festivales y una protesta frente a monumentos “racistas”, como la estatua de Colón. Aunque este año, debido a la pandemia, todos los eventos serán virtuales.

“No somos un peligro para la estatua, la estatua es la que nos daña a nosotros. La muestran como algo heróico cuando no lo es”, subraya la activista, quien cree que este monumento debería de ser trasladada a un almacén pues “no existe ninguna razón por la que se deba de aplaudir el genocidio y el holocausto americano hacia los indígenas, los negros y la gente de color”.

“Es hora de crecer y pasar a otra etapa, pero no podemos hacerlo si la gente sigue apoyando esas atrocidades como parte de su legado. ¿Cómo podemos confiar en la gente que se aferra a este tipo de cultura? En una relación que va hacia delante no podemos, no es sano”, apostilla Oakes y dice que, eventualmente, habrá un cambio pues su comunidad está “trabajando duro” para que se dé un “reconocimiento de la verdad” que incluya la perspectiva de los indígenas.

El legado italo-americano

Una de las razones por la que esta activista cree que Nueva York no se anima a seguir el camino que tantas otras ciudades estadounidenses han tomado es porque tanto el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, como el alcalde de la ciudad, Bill de Blasio, son descendientes de italianos.

“La estatua de Cristóbal Colón representa el legado de los italo-americanos y su contribución en este país”, dijo Cuomo en junio durante una conferencia de prensa. También señaló que, pese a que no apoya algunos de los actos del explorador, la escultura ahora simboliza también la apreciación de la ciudad por esta comunidad de emigrantes europeos.

En Nueva York el día del explorador se celebra habitualmente con un desfile en honor a los italo-americanos. Este año el desfile se ha cancelado por la pandemia, pero habitualmente la Quinta Avenida se inunda de verde, blanco y rojo, los colores de la bandera italiana.

“Seguimos celebrando el Día de Colón. Como en cualquier otra fiesta, das la gracias por lo que el tipo hizo”, comenta con un puro en la boca y un libro de crucigramas en la mano un dueño de un restaurante ubicado en el neoyorquino barrio de Little Italy. Prefiere no dar su nombre y dice que toda la controversia alrededor del explorador es un “sinsentido y una mierda política”.

No obstante, sí que se está viendo un pequeño cambio en algunos sectores de esta comunidad.

La Organización Nacional de Mujeres Italo-Americanas señala en un comunicado que la función de la organización es “promover y cultivar el legado cultural de Italia” y que el Día de Colón se ha convertido en un “momento para que los estadounidenses de ascendencia italiana celebren los logros pasados y presentes”, pero en dicho texto también apuntan que “entre los pueblos indígenas de América, Colón se ha convertido en un símbolo del imperialismo europeo”.

“El objetivo (de la celebración) para nuestra organización es comprender mejor las complejidades de su historia, mientras celebramos nuestro orgullo compartido como italoamericanos”, concluye.

Black Lives Matter contra la estatua

“Entiendo que los italo-americanos, quieran tener un héroe y un ancestro al que mirar con orgullo, pero Cristóbal Colón no debería ser esa figura, él vino y robó la tierra de los indígenas, los infectó con enfermedades y fue un reconocido pedófilo. Él estaba en contra de los derechos humanos”, subraya a elDiario.es la cofundadora de Black Lives Matter Greater NY Chivona Newsome. Ella defiende derretir la polémica estatua que está a la entrada del Central Park y convertirla en algún héroe indígena. “El Gobierno debería de hablar con los indígenas para saber cómo ellos quieren que este día sea recordado”.

Por su parte, el también fundador de esta organización Hawk Newsome destaca que Estados Unidos está viviendo su segundo movimiento de los derechos civiles y que la gente ahora se replantea qué es América.

En ese sentido, el activista dijo que el movimiento de Black Lives Matter intentó que la ciudad de Nueva York retirase tanto la estatua de Colón como la de Theodore Roosevelt que está frente al Museo de Historia Natural. Esta estatua, de 1939, no es polémica por el presidente, sino por la representación concreta del mandatario en su caballo, con un hombre negro y un indígena que caminan a su lado. El alcalde organizó una comisión para debatir el tema.

En junio, el museo anunció que la retiraría y el alcalde apoyó la decisión porque la estatua “representa explícitamente a los negros e indígenas como subyugados y racialmente inferiores”. “El Ayuntamiento apoya la solicitud del museo. Es la decisión correcta y el momento adecuado para eliminar esta estatua problemática”, dijo De Blasio.

Las carabelas

Newsome recuerda que su primer contacto con Colón fue en la escuela cuando tenía siete años y le hicieron colorear dibujos de las tres carabelas que usó Cristóbal Colón en su primer viaje, pero señala que en el instituto público del Bronx al que asistió sus profesores le contaron lo sucedido desde otra perspectiva.

“En octavo -que equivale a segundo de la E.S.O.- el señor Forte nos dijo que Cristóbal Colón no descubrió una mierda”. El afroamericano se acuerda de que su profesor explicó que “el hecho de que haya visto un bonito Mercedes aparcado en el parking del colegio” no significa que lo haya descubierto, pues el coche ya tiene un dueño.

Algo similar le pasó a la neoyorquina Jessica Martell, quien dice que de pequeña le enseñaron que Colón era un héroe y que aprendió los nombres de la Niña, la Pinta y la Santa María a base de canciones.

“Cuando me convertí en profesora eso no me parecía bien, porque a medida que aprendía sobre la colonización, algo que no me enseñaron en el colegio, no me sentía a gusto repitiendo mensajes falsos a mis estudiantes”, explica la descendiente de puertorriqueños.

Martell confiesa que al principio de su carrera ni siquiera trataba el concepto del Día de Colón y que simplemente le decía a sus alumnos que era un festivo más.

Hablar sobre Colón con dos perspectivas

“Pero llegó un momento en el que me di cuenta de que con mi silencio tampoco ayudaba a mis estudiantes y estaba haciendo algo similar a lo que habían hecho conmigo al darme una versión blanqueada de lo que pasó ese día”, recuerda. Tras largas conversaciones con sus colegas, creó un plan interactivo para que sus alumnos pudieran entender mejor los dos puntos de vista.

Cuando enseñaba segundo de primaria, aprovechó que su clase estaba en educación física y le pidió al profesor de cuarto de primaria que junto con sus alumnos “conquistaran” su clase. 

“Cuando mis alumnos regresaron a clase, su aula había sido colonizada, por lo que seguimos con el teatro -de europeos contra indígenas- y hablamos sobre cómo se sentía cada grupo”. Según la maestra, los niños de cuarto al principio decían sentirse “poderosos” e incluso aceptaban la idea de que tenían el derecho de tomar la clase y sus materiales.

“También leímos el libro ‘Encuentro’, que relata la historia del día que Cristóbal Colón llegó a América pero a través de la perspectiva de un niño Taíno y eso nos ayudó a explicar qué es tener más de una perspectiva”.

Martell ahora enseña cuarto y quinto de primaria, por lo que en los últimos años ha podido adentrarse más de lleno en el debate sobre lo que representa la figura del explorador y el origen del Día de Colón.

“Los alumnos siempre se sorprenden cuando aprenden que la festividad del día se instauró en 1934 por el presidente Franklin Roosevelt para hacerse con el voto de la comunidad de italo-americanos”, cuenta.

Aunque lo más llamativo que hace con sus alumnos es un juicio contra Cristóbal Colón, en el que los alumnos, divididos en dos grupos, debaten si el italiano es un héroe o un villano.

“Otra pregunta que hago en el ejercicio es si se debería de seguir llamando al segundo lunes de octubre Día de Colón. Muchos llegan a la conclusión de que no y señalan que se debería de llamar Día de los Indígenas o Día de la Raza. También pregunto si el día debería de ser festivo o no, pero ninguno de ellos quiere perder un día de vacaciones”, señala entre risas la mentora.

Debido a la pandemia, este año no podrá poner en práctica otro de sus ejercicios: ir a ver la estatua de Colón. “Observamos cómo su cara controla la totalidad de la avenida de Columbus -también conocida como la Novena Avenida- y que es como la estrella de la ciudad, pero lo que a los alumnos más le sorprende es que Colón nunca pisó Nueva York”.

Martell nunca ha tenido a un estudiante italo-americano en su clase, pero dice que le gustaría tener esa oportunidad para ampliar aún más el debate. También señala que suelen ser los alumnos latinos los que más reaccionan durante este tipo de ejercicios al darse cuenta de que se trata del lugar del que vienen sus ancestros.