A finales de 2010, dictadores, reyes y gobernantes militares del mundo árabe no se imaginaban que sus gobiernos opresores estaban a punto de llegar a un momento crítico. En los meses y años que siguieron, la región se vería sacudida por un movimiento inédito para derrocar a los líderes que habían dirigido con mano de hierro Oriente Medio y el norte de África.
El diario The Guardian ha hecho un repaso de lo sucedido a algunos de los autócratas más prominentes de la llamada primavera árabe, cuya primera chispa prendió una semana como esta en Túnez. Desde el líder sirio que destruyó su propio país para permanecer en el poder hasta el monarca del Golfo que logró aferrarse al gobierno de su dinastía, pasando por el general libio que fue capturado y torturado por rebeldes.
Derrocado y fallecido: Zine El Abidine Ben Ali (Túnez)
El expresidente de Túnez gobernó durante 23 años y fue uno de los primeros autócratas en ser derrocado. En enero de 2011, Zine El Abidine Ben Ali huía con su familia a Arabia Saudí tras un mes de protestas contra el gobierno del país norteafricano que prendió la mecha de la primavera árabe. Por su responsabilidad en la muerte de manifestantes, fue condenado in absentia a cadena perpetua.
Después de años tratándose un cáncer de próstata, Ben Ali murió el año pasado a los 83 años con un legado de promesas democráticas incumplidas, de corrupción estatal y de una represión en muchas ocasiones sangrienta.
Derrocado y fallecido: Hosni Mubarak (Egipto)
Después de tres décadas gobernando Egipto, Hosni Mubarak fue el segundo líder árabe en ser derrocado por las protestas de 2011. Dimitió el 11 de febrero de ese año, tras las manifestaciones masivas en la plaza Tahrir de El Cairo y en todo el país.
Mubarak, que ascendió el poder tras el asesinato de Anwar Sadat en 1981, gobernaba con puño de hierro el país más poblado de Oriente Medio usando un potente sistema de vigilancia estatal y de favoritismos que por lo general contaba con el respaldo de Occidente.
Tras un juicio que tuvo en vilo al país, Mubarak fue condenado a cadena perpetua en 2012 por conspirar para asesinar a manifestantes. Después lo absolvieron.
El excomandante de la fuerza aérea murió en febrero de 2020, pero su legado de dominio militar pervive: el exgeneral y actual presidente Abdel Fatah al-Sisi tomó el poder en 2013 con un golpe militar, derrocando al único gobierno elegido democráticamente en el país.
Expulsado y asesinado: Ali Abdullah Saleh (Yemen)
Pese a los levantamientos populares que hubo en todo Yemen, Ali Abdullah Saleh logró mantenerse como presidente durante varios meses de 2011. El hombre que gobernaba el país desde 1980 decía una y otra vez que se iría, mientras negociaba acuerdos con los gobiernos extranjeros y la pequeña élite del país.
Tras nueve meses de protestas multitudinarias y un atentado con bomba en el palacio que lo dejó postrado en la cama durante un tiempo y con quemaduras graves, Saleh aceptó transferir los poderes al vicepresidente a cambio de inmunidad judicial.
En los años siguientes participó en una devastadora guerra civil hasta que lo mataron los rebeldes hutíes, antiguos enemigos devenidos en aliados, después de denunciar que Saleh se había vuelto contra ellos.
Asesinado: Muamar Gadafi (Libia)
Muamar Gadafi, el autócrata que gobernó Libia durante 42 años, fue el primero en ser asesinado durante los tumultos de la primavera árabe. Respondiendo con una letalidad aplastante al levantamiento, el impredecible coronel cuyo narcisismo era conocido en todo el mundo sumió a su país en una sangrienta guerra civil de ocho meses.
Llamando “ratas” a sus detractores, Gadafi envió al ejército contra la sublevada ciudad de Bengasi, en la costa oriental. En respuesta, la OTAN coordinó con las fuerzas rebeldes la imposición de una zona de exclusión aérea sobre el país. El 20 de octubre de 2011 Gadafi seguía librando una guerra claramente perdida desde Sirte, su hogar ancestral, cuando fue capturado y asesinado. Tenía 69 años.
Todavía en el cargo: presidente Bashar al Asad
A principios de 2011 y con la ayuda de la policía secreta siria, tristemente célebre por su brutalidad, se decía que el autócrata Bashar al Asad podría reprimir a los disidentes inspirados por la primavera árabe antes de que el movimiento tomara impulso.
Pero Asad subestimó a su pueblo. Aunque tardaron más en rebelarse, pronto se extendieron las pequeñas protestas pacíficas. En respuesta, el oftalmólogo devenido en dictador inició su sangrienta represión, desencadenando una guerra civil que aún no ha terminado.
El líder sirio ha logrado mantener el título gracias a la importante ayuda militar y financiera de los aliados en Moscú y Teherán, pero su país está ahora en ruinas. Sus fuerzas han utilizado armas químicas y bombardeado hospitales y panaderías.
Todavía en el cargo: rey Hamad bin Isa Al Jalifa (Baréin)
De todas las monarquías del Golfo Pérsico, los gobernantes de Baréin parecían ser los que más peligro de destitución corrían por los levantamientos de la primavera árabe. Hamad bin Isa Al Khalifa, el rey, reaccionó a las protestas democráticas del pequeño país con una campaña de represión que en los últimos diez años no ha dejado de perseguir a los disidentes.
Su gobierno desestimó gran parte de las críticas como una intromisión de Irán, una potencia en la región, y ha logrado mantenerse en el poder gracias a la ayuda de Arabia Saudí.
Traducido por Francisco de Zárate