El dilema del voto en EEUU ante un bipartidismo facilitador del genocidio en Gaza

26 de octubre de 2024 22:00 h

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Israel continúa con su fase de destrucción en el norte de Gaza, con ataques contra civiles, el bloqueo de ayuda humanitaria y el asedio al hospital Kamal Adwan. Cientos de personas han muerto en las últimas dos semanas y miles sufren hambre, enfermedades y desplazamientos forzados. Las imágenes que muestran a familias palestinas caminando en masa hacia el sur, sin apenas equipaje, son comparadas con las de la Nakba, la expulsión masiva de población palestina en los años 1947 y 1948.

El terror en el norte de Gaza

Las agencias de Naciones Unidas alertan de la dificultad para hacer llegar la ayuda, de los obstáculos impuestos por las fuerzas israelíes. “Esto es un intento de usar el hambre para desplazar, matar y aniquilar, un intento para borrar a los palestinos y su tierra de la historia, para que Israel pueda anexionarse por completo el territorio palestino”, ha denunciado esta semana el relator de la ONU Michael Fakhri.

Algunos ataques israelíes son especialmente violentos, como el lanzado hace unas horas en Beit Lahia, donde al menos cuarenta personas han muerto. En Khan Younis otro bombardeo mató hace dos días a 38 palestinos, la mayoría niños y mujeres. Varias fotografías muestran una hilera de cadáveres de niños, víctimas mortales de esa masacre.

Esto es un intento de usar el hambre para desplazar, matar y aniquilar, un intento de borrar a los palestinos

Israel coloca en la diana a 6 periodistas

Esta semana el Ejército israelí publicó los nombres y las fotografías de seis reporteros de Al Jazeera que trabajan en Gaza, acusándolos de ser de Hamás, lo que implica en sí mismo una amenaza de muerte. Hossam Shabat, uno de ellos, ha denunciado que “Israel ha fabricado acusaciones contra nosotros, los últimos testigos en el norte de Gaza, para convertirnos en objetivos a matar”.

El Comité Internacional para la Protección de los Periodistas, con sede en Nueva York, ha lamentado este señalamiento y ha recordado que no es la primera vez que las fuerzas israelíes emiten acusaciones similares contra otros reporteros, sin presentar pruebas creíbles. Por su parte, la relatora de la ONU, Francesca Albanese, ha denunciado que “estos seis palestinos están entre los últimos periodistas que sobreviven a la masacre de Israel en Gaza. Declarar que son terroristas suena como una sentencia de muerte. Deben ser protegidos a toda costa”.

Desde octubre del año pasado hasta hoy Israel ha matado a al menos 130 periodistas en Gaza, la cifra más alta en la historia de todos los conflictos, desde que se contabilizan las muertes.

Harris nos ha dicho que la izquierda y las fuerzas pacifistas somos irrelevantes y Trump nos dice que nos va a acorralar

Indiferencia ante el asesinato de otros tres periodistas

Los principios que rigen el periodismo se basan en la defensa de la libertad de información y de la protección de los reporteros, amparados por la ley internacional en cualquier lugar del mundo. Pero parece que Palestina no es cualquier lugar del mundo. La aceptación de este marco de impunidad empuja a un nuevo escenario en el que la prensa será más vulnerable a nivel global, con el silencio y la indiferencia de una parte importante del periodismo occidental.

Tampoco ha provocado demasiado escándalo el ataque israelí que esta semana mató a tres periodistas en el sur de Líbano, mientras dormían. Los tres habían proporcionado sus coordenadas a las fuerzas de paz de la ONU que operan en la zona, pero no sirvió de nada. Tel Aviv señaló que las víctimas mortales trabajaban en medios de comunicación afines a Hezbolá, como si eso justificara su asesinato.

El Secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, siempre entregado a la causa israelí, estuvo hace tres días de nuevo en la región, y la prensa le preguntó por lo ocurrido: “Se han perdido demasiadas vidas de periodistas”, contestó. Desconocemos qué cifra considera Blinken que hay que traspasar para que sean demasiadas las muertes de periodistas. ¿A partir de setenta periodistas muertos son demasiados? ¿O es a partir de cien? En su relato tampoco aparece la causa que provoca esa “pérdida”. Se han perdido, sin más.

El periodista israelí Gideon Levy ha contestado así al Secretario de Estado estadounidense, en una entrevista en televisión: “No, señor Blinken, los periodistas fueron asesinados por el Ejército israelí. Sus vidas no fueron arrebatadas por Dios o por el destino, fueron arrebatadas por el Ejército israelí que usted apoya, financia y arma”.

Harris ha contribuido al envío de más ayuda militar a Israel y no ha querido distanciarse de las políticas de Biden

Gaza en la campaña electoral de EEUU

Este hecho subrayado por Levy -el gran apoyo de Washington a Israel- es el elefante en la habitación que condiciona buena parte de la campaña electoral estadounidense, ya en su recta final. Las encuestas muestran un escaso margen de diferencia entre la candidata demócrata, Kamala Harris, y el republicano Donald Trump.

Harris no ha querido distanciarse de las políticas de Biden hacia Israel, las ha apoyado públicamente y, de hecho, ha sido un elemento activo de las mismas, recaudando apoyos en el Congreso para sacar adelante otro gran paquete de ayuda militar a Tel Aviv el pasado mes de abril. En su etapa como senadora, la candidata demócrata mostró un contundente respaldo a Israel, oponiéndose a la intervención de Naciones Unidas y de los tribunales internacionales de La Haya en las cuestiones israelíes.

Hace unos días, en una entrevista en la CNN, cuando el periodista Anderson Cooper preguntó a Harris qué diría a los ciudadanos que no van a votarla por su posición ante Gaza, ella respondió:

“No voy a negar los sentimientos intensos que tiene la gente, no creo que haya nadie que, viendo las imágenes, no tenga fuertes sentimientos, y menos aún aquellos con familiares que han muerto, a los que han matado. Pero también sé que muchas personas que se preocupan por esto también se preocupan por la necesidad de que baje el precio de los alimentos. También se preocupan por nuestra democracia y por no tener un presidente que admira a dictadores y que es un fascista”. 

Los indignados por Gaza están atrapados ante un voto que puede evitar el triunfo de Trump pero que supone respaldar a una candidata que ha permitido las masacres

Su enunciado es sincero. Viene a decir que su apoyo a Israel en Gaza es un mal menor, porque ella puede bajar el precio de los alimentos y porque la alternativa es Trump. El candidato republicano representa una de las mayores bazas de Harris. Los estadounidenses preocupados por Gaza están atrapados ante un voto que puede evitar el triunfo de Trump pero que supone dar un espaldarazo a una candidata que ha facilitado el genocidio en Gaza. Este es el dilema que planea sobre estas elecciones y que ofrece un retrato gráfico del Estados Unidos actual.

En un país con un bipartidismo muy marcado, las dos grandes opciones -republicanos y demócratas- llevan décadas permitiendo la ocupación ilegal israelí, la segregación de la población palestina, las masacres en Gaza desde 2006 y ahora el genocidio. Ambas reciben grandes donaciones de lobbies proisraelíes, en una democracia muy condicionada por las corporaciones que financian a los dos grandes partidos. Los republicanos han apoyado el envío de ayuda militar estadounidense al Ejército israelí en estos meses -y años- y Trump presume de tener una relación cercana con Netanyahu, a quien esta semana le dijo “haz lo que tengas que hacer”.

Existen otros candidatos, que obtendrán porcentajes muy bajos de apoyo en las urnas, pero que podrían hacer perder votos a Harris en estados clave. Algunos, como Jill Stein -del Partido Verde- o Cornel West -independiente-, denuncian el apoyo activo de EEUU a Israel y piden un embargo de armas.

La democracia de EEUU está condicionada enormemente por las corporaciones que donan dinero a los partidos

En las primarias demócratas de febrero el Movimiento Nacional No Comprometido, integrado en las bases del partido, obtuvo más de 700.000 votos en todo el país. Sus miembros pedían a Biden -y ahora a Harris- un alto el fuego permanente en Gaza y un embargo de armas a Israel. Sus demandas no han sido escuchadas. De hecho, en el Congreso Nacional del Partido Demócrata de este verano las únicas voces vetadas fueron las palestinas, y las de los integrantes de este movimiento. El desprecio de Harris a esos sectores arrojará a algunos de esos votantes a la abstención o a otras opciones.

Michigan, uno de los estados decisivos en estas elecciones, cuenta con un importante porcentaje de población árabe y musulmana. Allí la masacre de Gaza marcará la dirección del voto de algunos ciudadanos. El alcalde demócrata de Dearborn, primera ciudad estadounidense de mayoría árabe, anunciaba esta semana que no pedirá el apoyo para ningún candidato:

“No voy a respaldar a nadie, tampoco a la candidata de mi partido (…) Que cada uno vote según su conciencia moral. Cuando vemos el genocidio, muchos rostros que aparecen allí en Gaza no nos resultan desconocidos en Dearborn, son nuestros familiares y nuestros amigos. Por eso he tomado esta posición”.

Intentar ganar sin las bases

Harris ha situado su discurso en la búsqueda del voto centrista y republicano, hasta el punto de que ha obtenido el apoyo del exvicepresidente republicano Dick Cheney, uno de los grandes impulsores de la invasión ilegal de Irak. La escritora Naomi Klein, en una entrevista en Democracy Now, explicaba esta semana el dilema que se presenta para los votantes que entienden la dimensión de lo que ocurre en Gaza:

“Creo que Harris está llevando a cabo una campaña extremadamente arriesgada y peligrosa, porque está intentando ganar sin las bases. Y está enviando un mensaje a esas bases: 'Lo siento, estoy más interesada en Liz Cheney y Dick Cheney y en conseguir votos republicanos que en escuchar a los palestinos, a los musulmanes, a los árabes, a la izquierda en general, a las fuerzas pacifistas'. Ella nos ha dicho que somos irrelevantes y Trump nos dice que nos va a acorralar. Nadie querría estas elecciones, pero tenemos que ser inteligentes”.

Este es el marco electoral en EEUU en 2024. Gane quien gane, la Casa Blanca tendrá un presidente que habrá contribuido a facilitar la ocupación ilegal israelí y las masacres en Gaza.