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Dimite el ministro de Cultura de Italia en medio de la polémica por el acceso de su amante al Ministerio

El ministro de Cultura de Italia, Gennaro Sangiuliano, en una foto de archivo.

Mariangela Paone

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El culebrón que ha divertido y disgustado, a partes iguales, a los italianos en el final de las vacaciones de verano, escrito a golpes de publicaciones de Instagram y entrevistas cruzadas, ha acabado con el final esperado. Su principal protagonista, el ministro de Cultura, Gennaro Sangiuliano, de 62 años, ha dimitido este viernes, en medio de presiones crecientes después de la polémica por las revelaciones de su ya examante sobre su acceso a eventos e informaciones del Ministerio.

Un caso que ha generado mucho más que incomodidad en el Gobierno de Giorgia Meloni, primero porque Sangiuliano había sido una apuesta de la primera ministra, el hombre que –como él mismo dijo– se encargaría de acabar con la “hegemonía cultural de la izquierda”. Y, segundo, porque ella misma hace unos días, en su primera entrevista en televisión tras la vuelta de sus vacaciones, defendió al ministro, asegurando que había recibido garantías de que ni un euro del dinero público había sido malgastado, después de que aparecieran las fotos de Sangiuliano con la mujer que estuvo a punto de ser nombrada “asesora para grande eventos”.

Precisamente, el bloqueo de este nombramiento dio comienzo a las revelaciones que han llevado al ministro a dimitir a pocos días de la celebración en Pompeya del G7 de la Cultura, a cuya organización habría participado Maria Teresa Boccia, influencer y empresaria de 41 años, originaria de la misma ciudad. Fue ella quien, cuando empezaron a saltar las primeras noticias, se encargó de replicar en su perfil de Instagram a todos los desmentidos de Sangiuliano sobre su relación, su acceso a los eventos organizados e, incluso, a documentos internos del Ministerio.

El punto álgido se alcanzó el miércoles por la noche cuando, al término de la segunda edición del Telediario de Rai1, el primer canal de la televisión pública italiana, fue emitida una entrevista de 15 minutos con el ministro que, en medio de sollozos, pedía disculpas a su mujer y a la primera ministra, admitiendo su infidelidad pero repitiendo, una y otra vez, que no se le podía chantajear.

La emisión de la entrevista en sí ha sido motivo de polémica porque era algo difícil de imaginar, incluso en los tiempos del control del panorama mediático durante los Gobiernos de Silvio Berlusconi. Tras la entrevista, los partidos de la oposición pidieron la comparecencia de Meloni en el Parlamento por el “culebrón personal” de su ministro que, “en vísperas de la cumbre de Cultura del G7”, ha puesto “en entredicho” la credibilidad internacional del país, según el Partido Demócrata.

En esa entrevista, Sangiuliano –que también es periodista– dijo que había ofrecido su cabeza a Meloni pero que ella había rechazado su dimisión. Hoy sí la ha aceptado. Pero en medio ha habido una entrevista con el diario La Stampa de Boccia, en la que la influencer otra vez contradice al ministro y afirma que, para los viajes que hicieron juntos, no sólo los oficiales, ella despachaba con el gabinete del ya extitular de Cultura.

Más que un dolor de cabeza para Meloni

Meloni quería evitar la dimisión de Sangiuliano en un momento en el que, con la elección del ministro Raffaele Fitto para el puesto de comisario europeo y la probable salida de otra ministra en los próximos meses por asuntos judiciales, ya tendrá que volver a repartir carteras, abriendo nuevas negociaciones con sus aliados. Pero la posición de Sangiuliano se volvió imposible de defender y la primera ministra ha acabado aceptando su marcha este viernes.

“Agradezco sinceramente a Gennaro Sangiuliano, persona capaz y hombre honesto, el extraordinario trabajo realizado hasta ahora, que ha permitido al Gobierno italiano obtener importantes resultados en el relanzamiento y la valorización del gran patrimonio cultural italiano, incluso más allá de sus fronteras”, ha escrito Meloni en un mensaje en X, lo que queda de Twitter. El sustituto de Sangiuliano será Alessandro Giuli, hasta ahora presidente de la Fundación MaXXI, que gestiona el homónimo museo de Roma. Giuli, quien militó de joven en un movimiento de extrema derecha llamado Meridiano Zero y estudió Filosofía sin acabar la carrera, es también periodista.

En su carta de dimisión, Sangiuliano agradece a la primera ministra haberle defendido y vuelve a repetir que no ha sido usado dinero público en “actividades impropias”. “Yo necesito tranquilidad, estar cerca de mi mujer, a la que amo, pero sobre todo tener las manos libres para actuar en todas las sedes legales contra quien me ha hecho este daño”, escribe Sangiuliano. La sensación es que el caso no está cerrado.

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