Dinamarca, un ejemplo de cómo desperdiciar menos alimentos
El país ha conseguido en los últimos años reducir en un 25% el despilfarro de comida con la ayuda de supermercados y activistas. Es un modelo en Europa, donde cada año 88 millones de toneladas de comida terminan descomponiéndose en vertederos
En la cocina de Pernille Rask se aprovecha todo y no se tira nada. Cada lunes ella y una decena de voluntarios preparan 30 comidas calientes y una bolsa de frutas y verduras que reparten entre los vecinos más necesitados del municipio de Hørsholm, al norte de la capital danesa.
Las patatas, los pimientos rojos, el pan para hacer picatostes y las salchichas que usan para el menú de hoy, todos ellos en perfecto estado para el consumo, habrían terminado a la basura si no fuera por iniciativas como Mad med Hjertet (“comida con el corazón”). “Cada día tenemos que ser más creativos, nunca sabemos con qué nos vamos a encontrar, pero nunca nos falta de nada” explica Pernille. Hace un año y medio empezó esta iniciativa local con el objetivo de aprovechar la inmensa cantidad de alimentos que se desperdiciaban en los supermercados y restaurantes del municipio, a la vez que dar un apoyo a personas en situación de vulnerabilidad. Rask pone un ejemplo: “En Navidad nos llamó el dueño de un supermercado porque iba a tirar 400 litros de leche aptos aún para el consumo, desgraciadamente todavía no tenemos la capacidad para aprovechar toda la comida, pero lo intentamos”.
Cada año, en Dinamarca se tiran 700.000 toneladas de alimentos que se hubieran podido aprovechar, principalmente en los hogares (un 36% del total) y en los supermercados (un 23%). Según datos del Ministerio de Agricultura danés, cada día durante un año se podrían llenar 9.730 carritos de la compra con los alimentos malgastados. Las frutas frescas y las verduras representan el 41% de la comida que se desaprovecha, algo paradójico, ya que a menudo son importadas desde el sur de Europa o de otras partes del mundo, dejando una importante huella en emisiones de Co2, además de no ser nada económicas para el bolsillo de los consumidores.
En los últimos años Dinamarca ha dado pasos importantes para reducir el despilfarro de alimentos con el lanzamiento de más iniciativas que en ningún otro país. De hecho, el país nórdico puede enseñar al mundo como hacer frente al problema, ya que en seis años ha conseguido reducir el desperdicio de alimentos en un 25% y tiene la ambición de llegar hasta el 50% en 2030.
Sin duda, una de las personas que ha contribuido más activamente a sacudir las conciencias para frenar este desastre ecológico ha sido la activista Selina Juul. La diseñadora gráfica de origen ruso llegó con 13 años a Dinamarca y cuenta como se quedó asombrada al ver la abundancia de comida en los supermercados. Con su primer trabajo en una panadería cuenta que “vio la cantidad de pan que les obligaban a tirar cada día, simplemente por el hecho de que no tenía el mejor aspecto”. En 2008, abrió una página de Facebook con el nombre Stop Spild af Mad (freno al desperdicio de comida, en danés) donde colgaba consejos y reflexiones para no malgastar comida en los hogares. Desde entonces, Juul ha conseguido reunirse con autoridades gubernamentales, productores de la industria alimentaria y responsables de las principales cadenas de supermercados para concienciar sobre el problema y encontrar soluciones: “Empecé como una consumidora enfadada haciendo denuncia a través de las redes, pero este es un país pequeño y enseguida el tema captó el interés de los medios y pude difundir el mensaje” explica Juul.
Al cabo de solo tres meses, Rema 1000, la segunda cadena de supermercados del país, se puso en contacto con Juul y retiró todas las ofertas de 2x1 de sus tiendas. En cambio, ofrecía importantes descuentos en los productos que se acercaban a la fecha de consumo recomendada. “Ahora es una medida que ha adoptado todo el sector, pero hace 12 años fue un auténtico cambio de mentalidad” explica Anders Jensen, director de Marketing de la cadena. En las baldas de sus tiendas se puede encontrar zumo de manzana hecho con las frutas que han sobrado de los jardines de casas privadas, paquetes de pan más pequeños que no obligan a tirar la mitad cuando se seca, o frutas y verduras que antes no se hubieran puesto a la venta por tener “mal aspecto”. La cadena de origen noruego, también tiene acuerdos con todo tipo de iniciativas para donar y aprovechar la comida que no pueden vender: “Nuestro objetivo es reducir el desaprovechamiento de alimentos casi a la totalidad en 10 años” afirma Jensen.
Las tiendas WeFood son uno de los lugares donde se pueden encontrar a buen precio todo aquello que los supermercados no han podido vender. “Somos la primera cadena de tiendas en el país de este tipo” explica Birgitte Sørensen, responsable del proyecto. En ellas, el pan de rebanada que costaría 30 coronas danesas, aquí se vende por 10. “La idea es que los clientes acudan a nosotros para comprar alimentos básicos como arroz, patatas o café, y luego ya compren el resto en los supermercados convencionales” añade Sørensen. Afirma además que en 2020 han vendido 238 toneladas de comida que, de otra forma, hubiera sido tirada a la basura.
Tanto Jensen como Sørensen coinciden en que hace falta un cambio de mentalidad en la industria y en los clientes de los supermercados, “tenemos que preguntarnos, ¿hace falta ofrecer seis tipos de cortes de pollo distintos u ocho tipos de quesos?” reflexiona Jensen. “La industria ha malcriado a los consumidores, que demandan tener mucha variedad y a todas horas” dice Sørensen.
Otra de las iniciativas que ha surgido es la popular app danesa To Good To Go que permite a los usuarios comprar bolsas de la comida que ha sobrado de los restaurantes y supermercados a un precio imbatible cuando se acerca la hora del cierre. Desde la empresa DakaRefood, también se reciclan los alimentos no utilizados en cocinas como las de la cadena hotelera Comwell, y se transforman en energía verde renovable. En tres años la empresa afirma haber generado la suficiente energía para suplir la calefacción de un hogar durante dos millones de días, y haber ahorrado 55 millones de kilos de Co2.
Sigue sin ser suficiente
Sin embargo, en la cuenta de Instagram An Urban Harvester, del activista Matt Homewood, podemos observar que aún se tiran demasiados kilos de comida. “Una noche de otoño cogí el chubasquero, los guantes, una luz frontal, y mi bicicleta y fui a investigar en los contenedores de los supermercados de mi barrio en Copenhague” cuenta Homewood. “Lo que me encontré fue un auténtico tesoro, arándanos de Sudáfrica, plátanos de Centroamérica, limones chilenos y kilos de carne de cerdo danés, todo en perfecto estado por el frío que hacía” recuerda. Sus últimas publicaciones en las redes sociales muestran auténticas montañas de comida tirada a la basura, 157 paquetes de beicon, 800 huevos frescos ecológicos, o 300 tetrabriks de nata para cocinar, “y eso que solo cojo lo que puedo cargar con mi bicicleta, porque hay mucho más” afirma.
Para Homewood, las iniciativas que existen hoy en el país no son suficientes, ya que solo consiguen reducir un porcentaje demasiado pequeño del total de comida que se desperdicia. El activista tiene sus recetas: “Hace falta actualizar la legislación sobre las fechas de caducidad de los productos, un cambio de mentalidad en los consumidores, cocinar más, y alejarnos de los supermercados para acercarnos más a los productores locales” enumera. “Con la tecnología actual y la concienciación medioambiental, veo mucho potencial para poder hacer estos cambios en los próximos años”, asegura.
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