Donaciones, sopa y rezos para los ucranianos desde la “pequeña Ucrania” de Nueva York
La gentrificación ha hecho que cada vez menos ucranianos vivan en la “Little Ukraine” de Manhattan, pero desde que Putin empezó la guerra, el barrio neoyorquino ha vuelto a su esencia y hace todo lo posible para recaudar donaciones
“Reza por Ucrania”, se puede leer en un cartel rodeado de flores y velas azules y amarillas que está en la puerta de la iglesia católica ucraniana de San Jorge del East Village de Manhattan, vecindario también conocido como “Little Ukraine” (la pequeña Ucrania). Dentro del dorado templo rezan una docena de personas en silencio y una planta más abajo, en el sótano, varias mujeres trabajan de sol a sol clasificando y empaquetando donaciones que los neoyorquinos han dado para ayudar a los soldados y a los civiles que siguen en Ucrania.
Todas son voluntarias: empiezan su día yendo a misa y luego bajan a hacer cajas, algunas hasta la misa de fin de la jornada, más de diez horas después. “No puedo luchar en Ucrania, pero puedo organizar y mandar ayuda desde aquí”, dice a elDiario.es Maryana Babiy, una veinteañera que se mudó con su familia a la Gran Manzana hace siete años. La joven apunta que muchos de sus amigos ucranianos residentes en Nueva York han vuelto a Ucrania. “Los chicos se alistan como voluntarios para luchar y las chicas para ayudar en los hospitales”.
Babiy dice que las donaciones nunca paran de llegar a la puerta de la iglesia y que, pese a que es mucho trabajo, tanto esta comunidad de ucranianos como los últimos destinatarios están muy agradecidos por la ayuda internacional que están recibiendo. “Los soldados nos mandan fotos, por ejemplo, con las radios que hemos mandado y están realmente agradecidos. Nos dicen: ‘Sin vuestra ayuda no podríamos haber aguantado tanto tiempo”.
La joven cuenta que todas las donaciones son bienvenidas, pero que lo más útil y necesario ahora mismo son medicinas, gasas y vendas para asistir a los civiles y soldados heridos.
Un pedazo de Ucrania
Pese a que hace años que todos los fines de semana Babiy viene a este barrio, la ucraniana dice que es la primera vez que siente que este vecindario es un pedazo de su país. “Siento que es como una pequeña Ucrania. Ahora cuando camino del metro a la iglesia puedo ver dónde viven todos los ucranianos, ya que hay muchas banderas con mensajes que cuelgan de las ventanas y de las escaleras de incendios de los edificios”.
También son muchos los negocios de la zona que despliegan los colores de Ucrania en sus escaparates. La carnicería East Village Meat Market en la segunda avenida es uno de los ejemplos. Se trata de una tienda que abrió en 1970, cuando Julian Baczynsky cumplió el “sueño americano” de poner su propio negocio, en la que hoy los empleados reciben mensajes de ánimo y de apoyo por parte de los vecinos.
En la acera de enfrente, luce también una gran bandera azul y amarilla en la vitrina del restaurante Veselka (que significa arcoíris en ucraniano). “Somos el restaurante y negocio ucraniano más longevo en Manhattan y siempre hemos sido considerados el centro de Little Ukraine”, anota el propietario Jason Birchard, que cuenta que su abuelo era un inmigrante ucraniano que vino a la ciudad del Empire State cuando escapaba de la opresión rusa a finales de 1950.
El empresario dice que desde que empezó la guerra en Ucrania ha notado el cálido abrazo neoyorquino con una mayor afluencia de clientes y con la preocupación de los asiduos por las familias de los trabajadores.
Veselka también quiere aportar su granito de arena a la causa y está donando el total de todas sus ventas de borscht, una sopa típica ucraniana hecha con remolacha, patatas, repollo y zanahorias. “Hasta la fecha, hemos vendido aproximadamente 25.000 dólares, mil galones (más de 4.500 litros) de borscht, que son aproximadamente 8.000 cuencos y todo ese dinero lo donamos a ayuda humanitaria”, dice Birchard junto a una montaña de galletas con la bandera de Ucrania.
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