El expresidente de Estados Unidos Donald Trump decidió no frenar el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021 porque le convenía y en su lugar pasó la tarde viéndolo por televisión. Así de rotundo se mostró este jueves el comité que investiga ese ataque al reprocharle una pasividad deliberada.
“Era la única persona en el mundo capaz de parar a la multitud. No pudo ser movilizado ni por sus asistentes ni por sus aliados. Ignoró las peticiones desesperadas de su propia familia, incluidos (sus hijos) Ivanka y Donald Jr.”, dijo el presidente de esa comisión, el demócrata Bennie Thompson. Esta nueva sesión, emitida en horario de máxima audiencia, fue la octava y última, hasta septiembre, de esta serie de interrogatorios públicos iniciada hace un mes.
El foco estuvo puesto en los 187 minutos que pasaron desde que Trump arengó a la multitud a hacerse oír en el Capitolio hasta que a las 16.17 de esa tarde colgó un video en Twitter donde les dijo por primera vez que debían abandonar la sede del Congreso.
En total participaron en la protesta unas 10.000 personas —la mayoría trumpistas— y cerca de 800 irrumpieron en el edificio mientras se estaba certificando formalmente la victoria del demócrata Joe Biden en las presidenciales de noviembre. La jornada dejó cinco muertos y unos 140 agentes heridos.
Tres horas y media de espera
Para el comité los 187 minutos examinados proporcionan un ejemplo claro de abandono de poder por parte del exmandatario, que hasta el video citado había publicado un tuit para criticar que su vicepresidente, Mike Pence, se negara a anular las elecciones, y dos para pedir a los manifestantes que fueran pacíficos y respetaran la ley. Trump se negaba a usar la palabra paz y fue su hija quien le convenció para emplear esa otra fórmula.
El presidente estaba entonces en la Casa Blanca, al no haber logrado convencer a sus conductores de que lo llevaran al Capitolio, tal y como se recordó hoy y relató el 28 de junio una testigo clave esta investigación política, Cassidy Hutchinson, ayudante del entonces jefe de gabinete presidencial, Mark Meadows.
De haberse personado, según un agente de seguridad, habría dejado de ser una manifestación pública para convertirse en “algo más”. “No sé si quieren usar la palabra insurrección, golpe de Estado o lo que sea”, le dijo al comité.
Los dos testigos principales fueron este jueves Matthew Pottinger, ayudante del asesor de seguridad nacional en el Gobierno de Trump, y la entonces viceportavoz de la Casa Blanca, Sarah Matthews, que dimitieron después del asalto al considerarlo “indefendible”.
Si Trump hubiera querido dirigirse rápidamente a la nación, según Matthews, podría haberlo hecho en menos de un minuto. Ese es el tiempo que se tarda en ir desde el comedor privado del ala oeste hasta la sala de prensa.
Seguimiento en televisión
Pero, Trump estaba siguiendo los altercados en la cadena conservadora Fox News y, en lugar de hacerles caso a sus asesores y movilizar a las fuerzas del orden, llamó a su abogado, Rudy Giulani, y a senadores que estaban dentro del Capitolio para impulsarlos a retrasar la certificación de los resultados electorales. Mientras la turba estaba ya en el interior del edificio, hubo agentes del vicepresidente, Mike Pence, que según un funcionario de seguridad empezaron a temer por sus vidas y llamaron a sus familiares para despedirse.
Entre la gente preocupada por cómo estaba deteriorándose la situación y por sus implicaciones estuvo el líder de los republicanos en la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, que pidió al yerno de Trump, Jared Kushner, que intercediera. El 7 de enero, el expresidente seguía negándose a dar por cerradas las elecciones.
El comité esperaba contar con una serie de mensajes de texto del Servicio Secreto enviados el 5 y 6 de enero y que podrían haber ofrecido más detalles, pero solo ha recibido uno. El resto fueron borrados en el marco de una migración del sistema previamente planificada y según los medios no pueden recuperarse.
Este jueves se ha sabido que el Departamento de Seguridad Nacional lanzó una investigación penal sobre esa eliminación y ha pedido al Servicio Secreto que cese la suya para que no haya injerencias.
Audiencias anteriores habían servido para determinar vínculos entre el expresidente y su círculo con grupos supremacistas que lideraron la protesta y para incidir en que el entorno más cercano de Trump le recalcó repetidamente que su teoría del robo de las elecciones carecía de fundamento.
La primera dama, Melania Trump, señaló este jueves en Fox News que ella no condenó de forma inmediata la violencia desencadenada porque esa tarde se encontraba trabajando y nadie la informó de los altercados.