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ANÁLISIS

Cuando EEUU y Europa aseguran que no contribuyen al genocidio en Gaza

Familias libanesas en Beirut, desplazadas tras los ataques israelíes contra sus barrios

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Las dos veces que el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu ha visitado EEUU en estos meses han coincidido con ataques israelíes en terceros países, en los que han muerto altos mandos de Hamás o de Hizbolá. A finales de julio, Netanyahu acudió al Congreso estadounidense, donde recibió numerosas ovaciones. En los días siguientes se reunió con el presidente Joe Biden, con la vicepresidenta y candidata Kamala Harris y con el líder de la oposición y candidato, Donald Trump. Pocas horas después de su regreso a Tel Aviv, el Ejército de Israel lanzó un ataque contra la capital de Irán, en el que asesinó al líder de Hamás, Ismail Haniya, y otro a la capital de Líbano, en el que mató a un alto mando de Hezbolá. Hubo en ello una señal de clara complicidad entre Washington e Israel.

Este viernes Netanyahu habló en la sede de Naciones Unidas, donde otra vez insultó a la ONU, llamándola “pantano antisemita”, ante la presencia de delegaciones diplomáticas europeas -incluida la de España-, que optaron por no ausentarse durante su discurso. Tras ello, el primer ministro israelí ordenó allí mismo, desde Nueva York, un gran bombardeo en Beirut que mató al líder de Hizbolá, Hassan Nasrallah. Todo ello, tras más de una semana de ataques en los que han muerto más de mil libaneses, muchos de ellos, civiles.

¿Cómo reaccionaría la comunidad internacional occidental si Rusia lanzara bombardeos contra la capital de otro país antes y después de que Putin ofreciera un discurso en la sede de Naciones Unidas? ¿Y qué pasaría si Putin diera la orden de ese bombardeo desde Nueva York, poco después de terminar su discurso? ¿Qué diría la prensa si un país no aliado llevara doce meses masacrando a civiles en un territorio que ocupa ilegalmente desde hace décadas, del que la gente no puede huir y en el que se evita la entrada de la ayuda humanitaria necesaria?

Tras las dos últimas visitas de Netanyahu a EEUU, Israel ha asesinado a líderes de Hamás y Hizbolá en Líbano e Irán

Israel es un gran protegido de EEUU y un aliado de Europa, así que las hipótesis formuladas en estas preguntas no se aplican para el Gobierno de Tel Aviv. Cuando se van a cumplir doce meses del inicio de la masacre contra la población en Gaza, Washington continúa respaldando activamente a Israel, y Europa sigue sin adoptar medidas de presión para intentar modificar el rumbo. De ese modo, el genocidio sigue su curso, normalizado.

La Administración Biden asegura que presiona para un alto el fuego en Gaza, pero sus palabras se contradicen con los hechos. Washington ha continuado enviando armamento al Ejército israelí. Este mismo jueves se supo que EEUU ha dado luz verde a otro paquete de ayuda militar a Tel Aviv, por valor de 8.700 millones de dólares. La Unión Europea, por su parte, no ha impuesto un embargo de armas a Tel Aviv y mantiene su acuerdo comercial preferencial con Israel. Algunos países europeos han dado pasos simbólicos -como el reconocimiento del Estado palestino por parte de España o Irlanda- pero ninguno ha adoptado todas las acciones de presión que sí se han aplicado en el pasado a otros países con crímenes y violaciones menores.

Desde algunos espacios públicos se nos dice que se ha hecho todo lo posible, que Washington no logra dominar a Netanyahu y que Europa no dispone de capacidad de acción. La realidad es diferente. Si EEUU deseara poner fin a la masacre en Gaza, a la ocupación ilegal israelí y al apartheid contra la población palestina, mañana mismo cerraría el grifo de las armas y convocaría al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para impulsar una resolución. Sin embargo, ha vetado las resoluciones en ese sentido, ha aumentado a 50.000 sus efectivos militares en Oriente Medio y continúa apoyando activamente a Israel en su uso de la fuerza bruta y de la retórica belicista.

Este mismo sábado, el presidente Biden ha indicado que “la muerte [de Nasrallah] por un ataque israelí es una medida de justicia”, y en estos días su Gobierno ha evitado toda crítica pública a los bombardeos y atentados indiscriminados israelíes que han matado a numerosos civiles en Líbano. Lo máximo que se ha dicho, a través de la secretaria de prensa de la Casa Blanca, es que el daño a niños y otras personas “no es algo que queramos ver”. El portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller, ha afirmado que “es una práctica legítima que cualquier país se defienda luchando contra las organizaciones terroristas”.

En cuanto a Europa, varios países han continuado enviando ayuda militar a Israel en estos meses, todos mantienen sus relaciones comerciales y diplomáticas con Tel Aviv, y la Unión Europea no es capaz de alcanzar un consenso para suspender el acuerdo comercial preferencial con Israel, cuyo artículo dos exige a las partes el respeto por los derechos humanos. Con 42.000 personas víctimas de la masacre israelí en Gaza, hay gobernantes europeos que siguen haciendo la vista gorda. No mirar, no denunciar, no actuar, reduce el genocidio a un mero ruido de fondo cotidiano.

Relatores de la ONU señalan que con su indiferencia, "la comunidad internacional está fomentando la violencia genocida"

Medidas de presión que pueden aplicarse y no se ha hecho

El nivel de impunidad israelí es de tal envergadura que las bases del derecho internacional están saltando por los aires. Así lo han advertido estos días relatores independientes de Naciones Unidas, en un informe que indica que “el edificio de la ley internacional pende de un hilo” y que, con su indiferencia, “la comunidad internacional está fomentando la violencia genocida”. En él piden a los Estados miembros de la ONU que adopten de inmediato catorce medidas de presión.

Sus propuestas están basadas en la orden consultiva emitida el pasado mes de julio por la Corte Internacional de Justicia, que exige el fin de la ocupación ilegal israelí de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este. Además, la Corte indica a los Estados miembros que no deben iniciar o continuar “relaciones comerciales o de inversión” que contribuyan a mantener dicha ocupación. Dos meses y medio después de este dictamen, EEUU y buena parte de los países europeos siguen sin cumplir su mandato.

La Corte de La Haya y la Asamblea de la ONU exigen el fin del comercio e inversiones que contribuyen a la ocupación ilegal israelí

Ante ello, la comisión de relatores independientes de la ONU recuerda que los Estados deberían, entre otras cosas, imponer un embargo de armas total a Israel, lo que supone “detener todos los acuerdos, importaciones, exportaciones y transferencias de armamento” y “revisar inmediatamente todas las relaciones políticas, diplomáticas y económicas con Israel para asegurarse de que no están apoyando o proporcionando ayuda o asistencia a su presencial ilegal en el territorio ocupado palestino”. Además, solicitan que los países prohíban la entrada en su territorio y en sus mercados de “bienes y servicios que surjan de la colonización del territorio palestino ocupados”.

En ese sentido, señalan como deber “la suspensión de relaciones económicas, acuerdos comerciales y relaciones académicas con Israel que puedan contribuir a su ocupación ilegal y régimen de apartheid”. También solicitan “sanciones y congelación de activos a personas y entidades israelíes, incluidas empresas, corporaciones e instituciones financieras, involucradas en la ocupación ilegal y el régimen de apartheid” y piden a los países medidas para impedir que sus ciudadanos que también tengan nacionalidad israelí “sirvan en el Ejército israelí o en otros servicios que contribuyen a la ocupación y al régimen de apartheid, o compren o alquilen propiedades en cualquier lugar del territorio palestino ocupado”.

Este pronunciamiento de los relatores de la ONU ha sido reforzado por la Asamblea General de la ONU, que hace unos días aprobó, por gran mayoría, una resolución que exige el fin de la ocupación ilegal israelí en un plazo máximo de doce meses, sanciones a los responsables de dicha ocupación, y medidas a los países miembros de Naciones Unidas para que impidan el comercio y las inversiones que contribuyan a la ocupación de Israel en los territorios palestinos. Votaron a favor de dicha resolución 124 países, algunos de ellos europeos: Bélgica, Francia, España, Finlandia, Grecia, Portugal, Bosnia, Chipre, Estonia, Irlanda, Malta y Noruega. Se abstuvieron 43, entre ellos, Alemania, Reino Unido, Austria, Australia, Canadá, Croacia, Dinamarca, Italia, Holanda, Polonia, Rumanía, Serbia, Eslovaquia, Suecia, Suiza o Ucrania. Y 14 votaron en contra: EEUU, Israel, Hungría, Argentina, República Checa, Paraguay, Fiji, Malawi, Micronesia, Palau, Papua Nueva Guinea, Tonga y Tuvalu.

Cada vez que se da un tímido paso en defensa del derecho internacional, Tel Aviv suelta un exabrupto. El desprecio de Israel por el orden construido tras la Segunda Guerra Mundial, basado en la ley internacional y en la Carta de Derechos Humanos de la ONU, es evidente. Lo demuestra con palabras y hechos. Su insulto a la ONU esta semana fue su modo de contestar a la nueva resolución de la Asamblea General. Sabe que puede hacerlo, porque EEUU le ha permitido perpetrar todo tipo de crímenes.

Así lo expresaba este viernes, tras los bombardeos israelíes contra Beirut, el analista y profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de Harvard, Stephen Walt: “Es muy sencillo. Si no se quiere que alguien haga algo, no se dan los medios para hacerlo. Por lo tanto, hay que concluir que el Gobierno de Estados Unidos no tiene objeciones a lo que Israel ha estado haciendo durante el último año”.

Netanyahu ya ha dicho que no habrá negociación hasta después de las elecciones estadounidenses. Ha bloqueado la posibilidad de acuerdos y sigue apostando por una guerra permanente para anexionarse más territorio ocupado, mantener unida a su coalición de extrema derecha, permanecer en el poder y evitar cargos por corrupción. Los organismos internacionales, tanto las Cortes de la Haya, como la ONU, llevan meses dando herramientas a los Estados para que actúen. Pero EEUU y Europa siguen apoyando activamente a Israel o mirando hacia otro lado, sin adoptar medidas que puedan poner fin a la pesadilla que sufre la población palestina. Dijo el escritor Albert Camus que hay épocas en las que toda indiferencia es criminal. En tiempos de genocidio, la falta de presión y de acción facilitan y contribuyen a la perpetuación de la impunidad. Cuando se retiren todos escombros de Gaza y Beirut se descubrirán, entre ellos, los restos del orden internacional basado en reglas, si es que alguna vez existió.

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