Las negociaciones de paz en Gaza son un intento de EEUU para “comprar tiempo” mientras rearma a Israel

“Netanyahu me ha confirmado que Israel acepta la propuesta. Ahora corresponde a Hamás hacer lo mismo”. Con esta frase, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, traslada a Hamás la responsabilidad de conseguir un alto el fuego en Gaza y encomienda la difícil tarea de persuadir al grupo islamista a Qatar y Egipto.

Estados Unidos, erigido como líder del proceso de negociación, combina su rol de mediador con el de principal fuente de armamento de Israel. Además, varios expertos, incluidos antiguos negociadores en el conflicto, tanto de EEUU como de Israel, cuestionan su estrategia y legitimidad como intermediario, asegurando que primero busca un consenso con Israel y después trata de venderlo a los palestinos.   

El 15 de agosto empezó la nueva ronda de negociaciones en Doha. “Quizá la última oportunidad” para llegar a un acuerdo, advertía Blinken, transmitiendo un mensaje de urgencia. Solo dos días antes, su Departamento había aprobado la venta a Israel de un inmenso paquete de armamento por valor de 20.000 millones de dólares —prácticamente igual al gasto militar de España en todo 2023—. La nueva venta incluye 50 aviones de combate F-15, 30 misiles de medio alcance, 33.000 cartuchos para carros de combate y 50.000 morteros. 

Basado en mi experiencia en negociaciones palestino-israelíes, EEUU e Israel crean un consenso y después intentan venderlo a los palestinos. Eso puede explicar el optimismo del Gobierno de EEUU para cerrar el acuerdo y las reticencias de Hamás

El paquete tardará años en llegar a Israel, pero desde que comenzó la guerra en Gaza, EEUU ha enviado a su socio decenas de miles bombas, entre ellas 14.000 explosivos de más de 900 kilos cada uno y cuatro buques cisterna con combustible para aviones. Entre 2019 y 2023, sólo EEUU y Alemania suministraron el 99% de las armas que Israel importó, con un 69% y un 30% respectivamente.

Daniel Levy, exnegociador israelí durante los mandatos de Ehud Barak e Isaac Rabin en varios procesos de paz, y actual presidente del think tank US/Middle East Project, explica a elDiario.es que “las perspectivas de que estas negociaciones logren siquiera el principio de la aplicación de un acuerdo de alto el fuego son muy limitadas”. Levy sostiene que el objetivo de Washington es “comprar tiempo” para retrasar una posible escalada regional liderada por Irán.

“EEUU no está dispuesto a frenar o utilizar su poder para presionar a Israel, en particular sobre un alto el fuego en Gaza, pero tampoco para evitar más provocaciones regionales”, dice Levy. “El método elegido por EEUU para la desescalada es una combinación de generar ruido y expectativas sobre un posible alto el fuego para ganar tiempo, a la vez que aumenta sus amenazas frente al eje iraní, incluidos despliegues militares adicionales en la región. Esto se produce en el marco del interés de EEUU en que Israel recupere parte de su capacidad de disuasión perdida y dominio de la escalada. Por tanto, parte de la gestión estadounidense es la provisión continua de asistencia militar masiva”.

Tras la autorización de la venta del paquete de armamento de 20.000 millones de dólares, la Agencia de Cooperación para la Seguridad y la Defensa estadounidense señaló: “Estados Unidos está comprometido con la seguridad de Israel y es vital para sus intereses nacionales ayudar a Israel a desarrollar y mantener una capacidad de autodefensa fuerte y preparada”.

Por su parte, el ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, agradecía la asistencia de su fiel aliado: “Mientras luchamos para defender Israel en siete frentes diferentes, el mensaje [de EEUU] de apoyo y compromiso con la seguridad de Israel es claro”. “Es una iniciativa crítica para el aumento de la fuerza de Israel y el mantenimiento de su ventaja militar cualitativa en la región”, añadía.

El fiscal jefe de la Corte Penal Internacional solicitó el pasado mayo una orden de detención contra Gallant y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, así como contra el líder de Hamás, Yahya Sinwar, por posibles crímenes de guerra.

“Que EEUU continúe actuando como abogado de Israel es debilitante. Que haya perdido toda credibilidad como mediador es problemático. Que haya conspirado para ser tan ineficaz como mediador es devastador”, sentencia Levy.

“Diplomacia del gato muerto”

“Basado en mi experiencia en negociaciones palestino-israelíes, EEUU e Israel crean un consenso y después intentan venderlo a los palestinos. Eso puede explicar el optimismo del Gobierno de EEUU para cerrar el acuerdo y las reticencias de Hamás”, señalaba Aaron David Miller, exnegociador estadounidense y asesor de varios secretarios de Estado demócratas y republicanos sobre el proceso de paz en Oriente Próximo, en la red social X.

Hamás ni siquiera ha participado en la nueva ronda de negociaciones porque acusa a Israel de imponer nuevas condiciones a la propuesta presentada por Joe Biden en mayo y aceptada en teoría por las partes a principios de julio. El periódico The New York Times ha confirmado esas nuevas exigencias, entre ellas la permanencia de fuerzas israelíes en la frontera de Gaza con Egipto y menos flexibilidad para permitir a los desplazados volver a sus casas en el norte. La propuesta inicial contemplaba una retirada absoluta.

Un acuerdo no solo amenaza con derribar su gobierno, sino que también podría acabar con el escudo más importante de Netanyahu y lo que le ha permitido su reconstrucción política, que es la continuación de una guerra sin fin. Este es el contexto en el que hay que entender los continuos cambios de exigencias y posiciones de Netanyahu

Horas después de dar el sí a la propuesta de Blinken, Netanyahu declaró que había “convencido” al secretario de Estado sobre la permanencia de tropas en zonas de Gaza consideradas “activos militares y políticos estratégicos”. También agradeció “enormemente la comprensión que ha mostrado EEUU hacia los intereses vitales de seguridad de Israel como parte de los esfuerzos conjuntos para liberar a los rehenes”.

Por su parte, Hamás rechazó la propuesta de EEUU, denunciando que es “un golpe de Estado a lo alcanzado por las partes el 2 de julio pasado”, así como “una respuesta y aquiescencia estadounidense a las nuevas condiciones” de Netanyahu “y sus planes criminales para la Franja de Gaza”. Israel, en cambio, acusa al movimiento islamista de “no querer avanzar” y culpa del bloqueo a su nuevo líder, Yahya Sinwar, considerado el cerebro de los ataques del 7 de octubre contra comunidades judías y parte del ala más dura de Hamás.

No se han publicado los detalles de la “propuesta puente” aceptada por Israel y, presionado por los periodistas, Blinken aseguró que EEUU “no acepta ninguna ocupación a largo plazo de Gaza”. “Concretamente, en el acuerdo está claro el calendario y las localizaciones de las que se retirará el Ejército” israelí, afirmó al término de su viaje por Oriente Medio. 

“Aunque EEUU está claramente irritado con el Gobierno de Netanyahu, se están acomodando a las demandas de Israel e intentando vendérselas a Hamás”, dice a elDiario.es Jørgen Jensehaugen, investigador del Peace Research Institute of Oslo (PRIO) especializado en el conflicto y las negociaciones.

“Aunque Blinken y [el presidente Joe] Biden critican a veces a Netanyahu, simultáneamente entregan a Israel enormes paquetes de armas y lo protegen en el Consejo de Seguridad. Este doble mensaje es interpretado por Netanyahu como una clara indicación de que EEUU no aplicará presión real”, añade.

Levy considera que Netanyahu no quiere un acuerdo de paz: “Un acuerdo no solo amenaza con derribar su Gobierno, sino que también podría acabar con el escudo más importante de Netanyahu y lo que le ha permitido su reconstrucción política, que es la continuación de una guerra sin fin”. “Este es el contexto en el que hay que entender los continuos cambios de exigencias y posiciones de Netanyahu, a menudo endureciéndolas, para garantizar que siempre tiene una vía de escape de un alto el fuego real”, añade.

“Desde hace meses, las ideas equivocadas y el pensamiento ilusorio han sugerido que Netanyahu no podría mantener su torpedeo cada vez más transparente a las negociaciones y el abandono de los rehenes. Del mismo modo, ese análisis ha dado a entender que se pueden ignorar las consideraciones de Hamás como si el grupo no tuviera un electorado, intereses o resultados que también tuvieran que cumplirse, sobre todo un alto el fuego sostenible real”, dice Levy. “En parte, esto sirve para distraer la atención de la complicidad estadounidense”. 

Los otros dos mediadores, Qatar y Egipto, apoyaron la semana pasada la “propuesta puente” para superar las diferencias entre las partes que seguían existiendo respecto al acuerdo anterior, pero esta semana, tras reunirse con Blinken y tras el sí de Israel, no se han pronunciado en sus comunicados oficiales sobre la negativa de Hamás a aceptar la propuesta.

“Los estadounidenses ofrecen promesas, no garantías. Hamás no aceptará esto porque en la práctica significa que liberará a los rehenes civiles a cambio de una pausa de los combates de seis semanas sin garantías de una alto el fuego permanente”, ha señalado una fuente oficial egipcia a la agencia AP. La misma fuente señala que la propuesta no dice claramente que Israel se retirará de dos corredores estratégicos en la Franja. “No es aceptable para nosotros ni para Hamás”, señala.

Para Aaron David Miller, estas negociaciones tienen trazas de la “diplomacia del gato muerto”. “El objetivo no es tanto llegar a un acuerdo, sino culpar del estancamiento al otro, y tanto Netanyahu como Sinwar están jugando a ello”. El ex secretario de Estado de EEUU James Baker acuñó el concepto de “diplomacia del gato muerto” precisamente en el contexto de las negociaciones entre árabes e israelíes, cuando intentó convencer a ambas partes para asistir a la Conferencia de Paz de Madrid de 1991. Consiste en utilizar el poder del mediador para culpar públicamente a una de las partes de que el proceso no avanza por su intransigencia, dejando metafóricamente un gato muerto en su puerta para que todo el mundo sepa quién es el asesino. “Algunos días parecía que esta era la única influencia que tenía”, confesó después Baker.

Levy explica que hay tres grandes problemas ante este escenario de negociaciones: “Los cálculos de Netanyahu son diferentes [a los de EEUU], la falta de voluntad de EEUU para ejercer presión real que impacte en los cálculos de Netanyahu y la poca atención que se está prestando a las consideraciones de Hamás, como por ejemplo por qué estaría ahora dispuesto a aceptar una serie de disposiciones aún más embarradas, en particular en lo que se refiere a la duración del alto el fuego”.

Levy apunta a otro factor que ayuda a explicar la insistencia estadounidense en alcanzar un acuerdo pese a las diferencias entre las partes. “Sin ser demasiado cínico, no se puede ignorar el momento en que se celebra la convención demócrata en Chicago: lo que está en juego en las elecciones no podría ser mayor y, parte de este impulso [diplomático], consiste en llegar a la semana de la convención con los líderes demócratas en condiciones de señalar los intensos esfuerzos que se están llevando a cabo, idealmente con una nota de optimismo”.