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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

El peligroso intento de normalidad en EEUU: caos político y contagios descontrolados

Todos los estados de EEUU están en proceso de desescalada, con la actividad comercial y pública recuperando la normalidad. Sin embargo, la primera potencia mundial registró este jueves por segundo día consecutivo la cifra de nuevos casos de COVID-19 más alta desde el inicio de la pandemia: 41.113 nuevos contagios, una cifra que supera el anterior pico, detectado el 24 de abril (según la base de datos de The New York Times, ligeramente diferente a la de la Universidad Johns Hopkins).

La curva vuelve a ascender desde el mínimo registrado a finales de mayo y, mientras tanto, el caos y las contradicciones entre el presidente, los asesores sanitarios y los gobernadores de cada estado también se extienden por el país. La cifra del jueves supone un aumento del 54% en el número de nuevos casos respecto a hace dos semanas, pero el número de fallecidos respecto a hacer 14 días se ha reducido en un 30%.

Hace una semana, el presidente Trump afirmaba que la vacuna estaba cerca, pero que no le gusta hablar de ello porque el virus “va a desaparecer”. “Los números son minúsculos comparado con lo que eran. Está muriendo”, afirmó. Unos días antes, Anthony Fauci, director del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas, decía precisamente lo contrario: “El coronavirus no se va a consumir a sí mismo simplemente con medidas de salud pública”. “Vamos a necesitar una vacuna para todo el mundo”, añadía.

Mientras algunos estados han conseguido doblegar la curva, entre ellos Nueva York, que se había convertido en el foco de todo el país, más de 20 estados están registrando un aumento en el número de casos. El crecimiento se concentra principalmente en la parte sur y oeste del país. El miércoles, Florida, Oklahoma, Carolina del Sur y Texas registraron sus respectivos máximos en el número de casos diarios desde el inicio de la crisis.

Otros como Georgia, California y Arizona también han registrado importantes aumentos en los últimos días. Según los datos de The New York Times, los nuevos casos diarios en Texas, Florida y Arizona se han más que duplicado respecto a hace dos semanas.

Nueva York anunció el miércoles una cuarentena obligatoria de 14 días para todas aquellas personas procedentes de estados con una determinada tasa de contagios. Actualmente, los estados afectados son Alabama, Arizona, Arkansas, Florida, Carolina del norte, South Carolina, Texas y Utah. Connecticut y Nueva Jersey, vecinos de Nueva York, también recomendarán una cuarentena de 14 días para los viajeros de estos estados, pero a diferencia del que fue el foco principal del país, no han impuesto de momento un mecanismo para su cumplimiento obligatorio.

Trump ha culpado del elevado número de casos a las pruebas, las cuales ha calificado en más de una ocasión como “un arma de doble filo” porque pueden dar una mala imagen del país. De hecho, durante su primer mitin desde la pandemia, celebrado en Tulsa, Oklahoma, aseguró que había pedido a su equipo que redujese el número de tests. Días después una periodista le pregunta si estaba bromeando: “Yo no bromeo”.

Este lunes, Fauci volvió a desmentir al presidente: “Cuando obtienes un incremento en el porcentaje de tests con resultado positivo, es una indicación de que existen contagios adicionales”. Y es que aunque es cierto que el número de pruebas ha aumentado, otros factores como el porcentaje de positivos y el incremento en hospitalizaciones demuestran que esta evolución negativa no es únicamente resultado de hacer más pruebas.

“La tasa de positivos ha pasado de aproximadamente un 4,5% a finales mayo a casi 9% hoy”, afirmaba este miércoles el gobernador de Texas, Greg Abbott, republicano. “La media diaria de hospitalizaciones por COVID-19 era de poco más de 600 a finales de mayo. En los últimos cuatro o cinco días, la media de hospitalizaciones es superior a 3.200 al día. Por afirmar lo obvio, COVID-19 se está expandiendo a día de hoy a una velocidad inaceptable en Texas”.

El gobernador de Florida, el republicano Ron DeSantis, también ha reconocido que ha aumentado el porcentaje de positivos, al menos entre los jóvenes: “Se hacen más pruebas que antes [a los jóvenes], desde luego, pero también están dando positivo en un porcentaje más alto”.

El 12 de mayo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó a los gobiernos que antes de reabrir, la tasa de tests positivos no debería superar el 5% al menos durante 14 días. Cuando la tasa de positivos es demasiado alta, esto puede indicar que solo se están haciendo pruebas a los pacientes que buscan atención médica, lo que impide saber cómo se está expandiendo el virus en la comunidad. Actualmente, 21 estados de EEUU se encuentran por encima de ese 5% recomendado por la OMS. Entre ellos California (5,58%), Florida (14,4%), según los datos de la Universidad Johns Hopkins. La media nacional de positivos está en un 5,9%.

A pesar de todo, algunos estados donde está aumentando el número de casos se resisten a volver a imponer medidas de confinamiento. “Volver a cerrar Texas será siempre la última opción”, afirmó el miércoles el gobernador de Texas. Florida tampoco ha dado indicaciones de estar dispuesto a volver a confinar a sus ciudadanos. En Texas, sin embargo, el gobernador ha anunciado este jueves que paraliza temporalmente el plan de apertura. Los negocios que han podido abrir hasta ahora no tendrán que echar el cierre. “Lo último que queremos es retroceder y cerrar negocios”, ha asegurado.

California, que el miércoles registró 7.000 casos nuevos en el mayor aumento desde el inicio de la pandemia –un incremento del 69% respecto a dos días antes–, también se ha mostrado reticente a volver a cerrar. “No es una elección binaria. No se trata de cerrar la quinta economía mundial o avanzar en esos esfuerzos [para contener el virus]. Podemos hacer ambas cosas”, ha asegurado el gobernador, el demócrata Gavin Newsom.

A pesar de las continuas presiones del presidente Trump a los gobernadores para reabrir completamente sus economías, varios estados, además de Texas, han frenado o retrasado sus programas de desescalada ante el reciente repunte. El gobernador de Carolina del Norte, Roy Cooper, ha anunciado una paralización de la reapertura durante tres semanas. Oregon y Nevada también han decidido frenar la desescalada. Otros como Carolina del Norte, Louisiana y Kansas han anunciado aplazamientos para las siguientes fases.

Fauci ha afirmado esta semana ante el Congreso que aunque puede que no sea necesario un cierre absoluto para los estados que están empeorando, “si alguien pasa de fase uno a fase dos y se mete en problemas en la fase dos, puede que necesite retroceder a fase uno”.

El director ejecutivo de la OMS, Michael Ryan, recordaba este miércoles que “es muy difícil retirar el aguijón de esta pandemia o de esta epidemia en un país a menos de que sea capaz de aislar casos y poner en cuarentena a los contactos”. “En ausencia de esa capacidad, entonces la posibilidad de más cierres no puede excluirse”.

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