Represión y búsqueda de legitimidad internacional en Egipto nueve años después de la caída de Mubarak
El 25 de enero se cumplieron nueve años desde que la gente de Egipto tomara las calles para reclamar pan, justicia y dignidad. Hoy, el país es gobernado con mano de hierro por el general Abdelfatah Al Sisi, que accedió al poder en 2013 mediante un golpe de Estado que supuso el retorno del statu quo que la población había luchado por derrocar. Para mantenerse en el poder, el régimen egipcio ha articulado su mandato en torno a dos estrategias: represión interna y búsqueda de legitimidad exterior.
Según la Comisión Egipcia de Derechos y Libertades, que visitó Madrid el pasado 28 de enero para recabar apoyo a la defensa de los derechos humanos en el país, hay alrededor de 150.000 presos políticos dispersos en 60 cárceles. Muchos de ellos participantes en manifestaciones pacíficas, periodistas y defensores de derechos humanos. El propio director de la Comisión, Ahmad Abdalllah, fue detenido en abril de 2016, acusado de participar en manifestaciones contra el Gobierno.
“Una noche entraron en mi casa soldados de las fuerzas especiales equipados con ametralladoras. Empezaron a golpearme y a gritarme que les diese acceso a mis cuentas de correo y redes sociales como Facebook”, recuerda Abdallah, que desde su organización denuncia también las condiciones infrahumanas en las prisiones del país, donde la tortura es una práctica sistemática. También lo denuncia el informe anual del Comité contra la Tortura de Naciones Unidas, que relaciona estas prácticas con la ausencia de garantías procesales, las detenciones arbitrarias, las confesiones forzosas y otras violaciones de derechos humanos.
Tras iniciar una huelga de hambre en prisión, Abdallah fue trasladado a una celda más amplia donde compartió largas horas con presos de distinta índole. Entre ellos, hombres de negocios detenidos por manipular la tasa de cambio de la libra egipcia y combatientes del grupo terrorista ISIS.
“Conseguimos que nos trajeran libros y durante ese tiempo compartimos lecturas. Imaginad qué tertulias, hablando del Contrato Social de Rousseau y de las ideas de Orwell con hombres de negocio por un lado y miembros de ISIS por el otro”, contó. “Fue una experiencia interesante, hasta que me cambiaron a régimen de aislamiento. Las autoridades dijeron que estaba manipulando al resto de presos con mi discurso de derechos humanos”.
Abdallah fue liberado en octubre de 2016, después de meses de presión internacional. “La presión, si se toma en serio, es efectiva”, recordó. Prueba de ello es también la liberación de los periodistas de Mada Masr, uno de los pocos medios independientes que continúa funcionando en el país, en el contexto de las redadas contra reporteros y defensores de derechos humanos a finales de 2019. “Los liberaron por presión estadounidense”, recalcó.
La presión internacional sobre Al Sisi
Abdallah considera que, a pesar de que la presión internacional es efectiva, esta no se está ejerciendo en torno a las numerosas violaciones de derechos humanos. Lo mismo señala Lucía Alonso Pérez, de Euromed Rights, organización de derechos humanos que aúna a ONG y trabajadores de derechos humanos de la región mediterránea.
“Miles de personas, entre ellos el reconocido ingeniero Alaa Abdel Fattah, continúan detenidos, sin que eso esté suponiendo apenas presión internacional contra las autoridades egipcias”, indica Alonso.
Lo cierto es que Europa continúa siendo uno de los principales inversores y socios comerciales del Egipto de Al Sisi. Hungría, Grecia, Chipre e Italia están entre los países europeos más cercanos al régimen, pero no lo son los únicos que buscan reforzar lazos con el estado egipcio en torno a cuestiones tan estratégicas como el gas y las migraciones.
“Las alianzas internacionales pueden ayudar a cambiar la vida de la gente en Egipto. Apoyar campañas como la que pide que la Cruz Roja pueda acceder a las prisiones en Egipto es clave, y debería introducirse en los encuentros bilaterales con Al Sisi a la hora de firmar acuerdos sobre otros asuntos”, recalca Alonso, que expresa el deseo de que España, desde el nuevo gobierno, aborde esta cuestión y demuestre su compromiso con los derechos humanos.
“La UE está en estos momentos en procesos de negociación con Egipto en materia de cooperación”, señala. “Egipto no quiere que se incorporen cuestiones de derechos humanos, pero tendrán que aceptar ciertas concesiones si hay suficiente presión. España puede ejercerla, condicionando sus acuerdos al respeto a organizaciones de sociedad civil que defienden los derechos humanos en el país”.
7