Estados Unidos se prepara para volver a las urnas con la misma incertidumbre que hace cuatro años: una carrera reñida entre el republicano Donald Trump y la demócrata Kamala Harris, que tomó el testigo hace tan solo tres meses después de que Joe Biden renunciara a la candidatura a la presidencia.
Estas son las claves para no perderse en las próximas elecciones.
¿Cuándo son las elecciones de EEUU?
La fecha es este martes, 5 de noviembre, ya que la tradición marca que se celebren el martes posterior al primer lunes de noviembre, cada cuatro años. Algunos estados abren semanas antes el proceso de voto por correo.
Como es habitual, los medios de comunicación tendrán un papel crucial, al ser los que proyectan durante la noche electoral o las horas posteriores quién es el ganador de los comicios, ya que las autoridades tardan semanas en oficializar resultados.
El ganador comenzará un mandato de cuatro años en la Casa Blanca a partir de enero de 2025. El día 20 de ese mes, llamado ‘Inauguration Day’, el presidente electo toma posesión en el Congreso y recorre un breve trayecto hasta a la Casa Blanca.
¿Por qué las elecciones son el primer martes después del primer lunes de noviembre?
Las elecciones presidenciales siempre son el primer martes después del primer lunes de noviembre. La razón por la que los estadounidenses lo han establecido así se remonta al siglo XIX y responde a razones prácticas de la época. La sociedad de aquel entonces se dedicaba mayoritariamente a la agricultura, por lo que el mes de noviembre parecía idóneo: ya habría acabado la cosecha, pero no haría demasiado frío.
En lo que respecta a la elección del martes, tiene un trasfondo religioso. Al calcular que podía ser necesario un día de camino para poder llegar al punto de votación, se decidió que el domingo no podía ser un buen día, ya que los judíos no acudirían porque estarían celebrando el sabbat. De la misma manera, tampoco podía ser el lunes, porque el domingo era el día de descanso para los cristianos. El miércoles era día de mercado, así que el martes parecía la opción más acertada.
¿Cómo funciona el sistema electoral estadounidense?
El vencedor de las elecciones no es la persona que logra más votos en todo el país. Lo que se elige en los comicios son los miembros del Colegio Electoral, el organismo que elegirá posteriormente al presidente. El Colegio Electoral está formado por 538 compromisarios, que equivalen al número de miembros de la Cámara de Representantes (435), más el número de senadores (100) y los tres delegados por Washington DC, que no tienen representantes en ninguna de las dos cámaras. En total, es necesario conseguir el voto de la mitad más uno, es decir, al menos 270, para ganar las elecciones.
Esos 538 miembros son aportados proporcionalmente por los 50 estados y el Distrito de Columbia. Por ejemplo, este año Pensilvania reparte 19 votos electorales, mientras que Arizona da 11, Texas 40, Nueva York 28 y el Distrito de Columbia, tres.
El que gana en cada estado, con la excepción de Maine y Nebraska, se lleva todos los electores, bajo la premisa de the winner take it all. O lo que es lo mismo: a pesar de que la diferencia sea cuestión de unos pocos votos, quien logre imponerse se lleva todos los compromisarios de ese estado.
Por esta razón, las elecciones están realmente en juego en un puñado de estados clave, decisivos o ‘bisagra', los conocidos como swing states.
¿Cuáles son los swing states?
Hay siete estados clave, en los que la votación de los ciudadanos decidirá el resultado de las elecciones: Arizona, Nevada, Georgia, Carolina del Norte, Michigan, Wisconsin y Pensilvania.
De entre los siete swing states, Pensilvania es el que este año tiene la llave que abrirá las puertas el Despacho Oval. A nivel estatal, también hay una serie de ciudades y condados que serán los que decidan quién gana en cada estado. Este año, Associated Press estima que el condado de Wayne –donde está Detroit (Michigan)–, el de Mecklenburg –donde está Charlotte (Carolina del Norte)– y el condado de Fulton –donde está Atlanta (Georgia)– serán algunos de los lugares que habrá que seguir de cerca durante la noche electoral. En el caso de Wisconsin y Pensilvania, los condados que rodean las ciudades de Milwaukee y Filadelfia también serán cruciales.
En Arizona, igual que pasó en las pasadas elecciones, el condado de Maricopa, donde está Phoenix, será determinante para volver a decidir el color con el que se teñirá el estado. Más del 60% de los votos emitidos en las elecciones del 2020 provenía de este condado. En Nevada pasa lo mismo con el condado de Clark, donde se encuentra Las Vegas: más de dos tercios de los votos de Nevada salieron de este condado.
En 2020, Biden consiguió derrotar a Trump por unos 10.000 votos en Arizona, y gracias a ello se llevó los 11 electores de este estado. Desde el 1996, un demócrata no conseguía ganar este estado fronterizo, por lo que se convirtió en swing state debido a la probabilidad de decantarse hacia un color u otro.
En los otros seis estados clave, las encuestas también muestran una carrera reñida entre Trump y Harris, por lo que ahora se les considera pendulares. Hace unos años, Ohio era conocido como el swing state por excelencia, pero en 2016 dejó de serlo con la victoria del republicano.
¿A quién favorece este sistema?
Esta lógica de que el ganador se lo lleva todo y el hecho histórico de que algunos estados rurales (que tienden a votar republicano) tienen mayor representación es algo que juega a favor a Trump.
Por ejemplo, California, el estado más poblado y que tiende a votar demócrata, tiene 54 votos electorales para representar a 39,24 millones de personas. En Wyoming, el estado menos poblado y que históricamente ha votado republicano, aproximadamente 578.000 personas están representadas por tres votos electorales. Es decir, el voto de una persona en Wyoming cuenta 3,6 veces más que el voto de una persona en California.
¿Y qué pasa si hay empate?
Si se hacen las cuentas, es fácil ver que 538 es un número par y podría producirse un empate a 269 en el Colegio Electoral.
Aunque es muy improbable que se dé este escenario, la legislación ya contempla una solución. En este caso, la Cámara de Representantes elegiría al presidente entre los tres candidatos más votados. Las normas establecen que cada estado emite un voto y este se decide por mayoría entre los congresistas de cada estado. Por otro lado, el Senado elegiría al vicepresidente entre los dos candidatos más votados –se podría dar la situación de tener un presidente de un partido y un vicepresidente de otro–.
Esta situación se ha dado dos veces en la historia de Estados Unidos. En 1801, Thomas Jefferson y Aaron Burr recibieron el mismo número de votos electorales. Entonces, la Cámara de Representantes tuvo que votar en 36 ocasiones seguidas a lo largo de cinco días hasta que Jefferson recibió una mayoría de votos a favor.
Pero, un momento, ¿hay más candidatos además de Trump y Harris?
Más allá de Trump y Harris, los candidatos de los dos grandes partidos del país, en las presidenciales de este 2024 también hay candidatos de terceros partidos que podrían dar alguna sorpresa en los estados clave. En cada swing state hay al menos un candidato presidencial independiente o de un tercer partido en la papeleta. Ninguno de ellos se acercará ni por asomo a la Casa Blanca, pero pueden tener efectos en las trayectorias de Trump y Harris.
Jill Stein, la candidata del Partido Verde, y Robert F. Kennedy, excandidato independiente y que ahora respalda a Trump, son de los dos nombres más conocidos. Stein goza de popularidad entre los votantes árabes debido a su posición sobre la guerra de Israel en Gaza y a dos semanas de las elecciones, una encuesta del New York Times le da alrededor del 1% de apoyo a nivel nacional. Lo mismo pasa con Chase Oliver, el candidato del Partido Libertario. Su presencia en las papeletas en solo unos pocos estados podría restar suficientes votos a los candidatos de los principales partidos como para inclinar la balanza del Colegio Electoral y de la elección.