Fue la sorpresa de los últimos días de octubre en la campaña de EEUU y supuso un serio revés para Hillary Clinton. Ahora, la misma persona que le metió en problemas, el director del FBI, la ha liberado de la presión al anunciar el domingo que no hay razones para cambiar su decisión anterior de no pedir que se presenten cargos contra ella por el uso de un servidor privado de emails en su casa cuando era secretaria de Estado.
Han sido nueve días de especulaciones sobre lo que podría haber en 650.000 emails encontrados en un ordenador portátil que compartían Huma Abedin –una de las principales asesoras de Clinton– y su esposo investigado por el FBI por otro asunto, un escándalo sexual. Cuando el director del FBI, James Comey, anunció la existencia de esos correos, la policía federal ni siquiera conocía su contenido. Eso hizo que la campaña de Clinton y la propia candidata lanzaran duros ataques contra Comey en un hecho nada habitual.
Ahora sigue sin conocerlos todos, porque es imposible revisarlos uno a uno. La investigación se ha realizado con carácter de urgencia y recurriendo a medios tecnológicos para descartar los que estaban repetidos con los que ya conocía el FBI y aquellos irrelevantes, como los que consistían en órdenes a otras personas para que los imprimieran, de los que había un alto número.
El FBI se da ahora por satisfecho con la revisión y no ha querido mantener por más tiempo la incógnita. Comey lo ha comunicado al Congreso en un mensaje sin muchos detalles. A poco más de un día de las elecciones, ha tomado otra decisión que supone en la práctica interferir en el proceso electoral que culmina el martes con la celebración de las elecciones, como ya hizo en la ocasión anterior.
Los demócratas se han alegrado con la noticia, pero no tanto como para descartar que Comey sea citado en el Congreso después de los comicios para que dé cuenta de las decisiones tomadas, que han puesto en duda la imparcialidad del FBI. Al otro lado, también tenían algo que decir los que confiaban en que la resurrección del caso de los emails perjudicara a la candidata demócrata en las urnas.
En un mitin cercano a Detroit, Donald Trump se mostró convencido de que “los agentes especiales de base del FBI” no dejarán que Clinton “se libre de la responsabilidad de sus delitos”. Si eso parecía una forma de animar a los agentes a que desobedezcan las órdenes de sus jefes es porque Trump pretendía que fuera así. “Hillary Clinton es culpable. Ella lo sabe. El FBI lo sabe. La gente lo sabe”.
Newt Gingrich, excongresista republicano muy cercano a Trump, casi acusó al director del FBI de haberse rendido ante Clinton: “Comey debe de estar bajo una enorme presión política para rendirse así y anunciar algo que no puede saber”.
Trump viaja a estados hostiles
El asunto que atrajo tanta atención hace nueve días quedó oculto rápidamente por el ritmo frenético de los candidatos, saltando de Estado a Estado en el típico intento final de conseguir cobertura en los medios de comunicaciones locales de los lugares decisivos. Trump estuvo en Minnesota, Michigan y Pennsylvania, estados tradicionalmente demócratas donde no tiene muchas posibilidades en principio. Sin embargo, su viaje aún puede dar la impresión de que está en condiciones de arrancar a Clinton algunos de los estados que votaron a Obama en 2008 o 2012, sin los cuales su camino a la victoria se antoja imposible.
Pero nada es más importante que Florida y Ohio, sobre todo, la primera donde el evidente aumento del voto latino en las últimas dos semanas permite a Clinton soñar con dejar zanjadas las elecciones en las primeras horas del escrutinio electoral.
En el voto anticipado en Florida, sin contar los datos de los condados donde aún se podía votar el domingo, los latinos que ya han ejercido su derecho al voto son el doble de los que lo hicieron en 2012. Lo más importante: un tercio de ellos no votó en 2012, según el análisis del profesor de la Universidad de Florida Daniel Smith, lo que indica una movilización especial, probablemente causada por los ataques de Trump a la inmigración latina que llegó del Sur.
El sur de Florida ha dado grandes noticias a los demócratas en estas dos semanas de votaciones. Los republicanos también se han movilizado para confirmar el empate técnico que adelantan las encuestas en ese Estado. Hasta última hora del sábado, habían votado en Florida 2,4 millones de ciudadanos registrados como republicanos y 2,43 millones de votantes demócratas. La diferencia es mínima. Serán los 1,16 millones de independientes que ya votaron los que tengan la última palabra, junto a los que depositen su voto el martes 8 de noviembre.