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Keiko Fujimori denuncia sin pruebas un “fraude” en las elecciones de Perú mientras Pedro Castillo continúa liderando el recuento

El candidato presidencial, Pedro Castillo, se dirige a sus simpatizantes el 6 de junio de 2021, en Tacabamba (Perú).

elDiario.es / EFE

8 de junio de 2021 07:10 h

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Pedro Castillo ha dado la vuelta al recuento oficial de las elecciones en Perú y ha adelantado a la candidata conservadora Keiko Fujimori. Con un 94,9% escrutado, Castillo pasa al primer lugar con el 50,28% de los votos frente al 49,71% de su rival, según cifras difundidas por la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE). Fujimori denunció este lunes sin pruebas un supuesto “fraude” en el recuento, al señalar una serie de presuntas irregularidades que atribuye al partido Perú Libre de su rival.

Esta diferencia ajustada, que ya había sido advertida por los responsables electorales hace días, se debe a que las primeras actas en ser contadas son siempre de entornos urbanos próximos a los centros oficiales de cómputo, donde Fujimori tiene sus principales bastiones electorales, como Lima o las capitales de provincia. Por el contrario, Castillo obtiene su mayor caudal electoral de las zonas rurales y del interior, que son las últimas en procesarse.

Esta circunstancia hace presagiar que el recuento será largo y proceloso y se puede prolongar varios días dado lo ajustado del resultado.

Antes de liderar el recuento, Castillo ya se había referido a la diferencia entre las zonas rurales y urbanas y había expresado su confianza en que “se va a respetar la voluntad popular” cuando termine el recuento oficial. También ha pedido tranquilidad a sus seguidores, ante quienes había afirmado: “Falta contar nuestros votos”.

El Jurado Nacional de Elecciones compartió este lunes en Twitter un documento de la Misión de Observadores de la Unión Interamericana de Organismos Electorales (UNIORE) donde “reconoce que el proceso electoral llevado a cabo el 6 de junio fue organizado de manera correcta y exitosa de acuerdo con los estándares nacionales e internacionales”.

De momento es aún inviable adjudicar la victoria a cualquiera de los contendientes y habrá que esperar a contabilizar todos los votos, incluidos los emitidos en el exterior, para que pueda confirmarse cualquier resultado, lo que no será antes del martes.

En 2016 la situación fue similar y tras varios días de recuento, Pedro Pablo Kuczynsky obtuvo la victoria frente a la misma Fujimori por un 50,12% frente al 49,88%, algo más de 40.000 sufragios.

De momento, ninguno de los contendientes se ha adjudicado la contienda y predomina la prudencia, en consonancia con el desarrollo de la jornada electoral.

Ya antes de que saliera el conteo rápido, ambos candidatos salieron a pedir paciencia, tranquilidad y esperar a conocer los resultados oficiales definitivos antes de cualquier festejo. Eso no impidió, sin embargo, que hubiera incidentes durante una manifestación convocada por antifujimoristas ante la sede de la ONPE para “prevenir el fraude” electoral y que terminaron agrediendo a varios periodistas de la televisión peruana.

Presidente a la primera

De confirmarse el resultado, Castillo, un político religioso y de humildes orígenes campesinos, procedente del interior andino, asumiría la presidencia del país el próximo 28 de julio, día en el que se conmemorará además el bicentenario de la independencia del Perú.

Pese a ser un completo desconocido, Castillo se convirtió en el candidato más votado en primera vuelta el pasado mes de abril, con cerca de un 20% de los votos, y descolocó a toda la clase política dominante con sus propuestas de reforma constitucional y cambio del paradigma económico.

Tras esta victoria, toda la derecha económica, política, mediática y social del país se alió con Fujimori para intentar pararle los pies a este maestro de escuela y líder sindical.

Toda la campaña de Fujimori, quien es extraordinariamente impopular, se basó en plantear un enfrentamiento entre la defensa del “modelo” económico frente al “radical” Castillo y una elección entre “libertad o comunismo”. En este sentido, la campaña fue muy dura y fraticida y como los resultados electorales parecen demostrar, ha dividido el país en dos, no solo en criterios económicos y políticos, sino también geográficos y demográficos.

Claramente, Castillo ha dominado de forma abrumadora el interior andino, rural, empobrecido, que no se ha podido aprovechar del crecimiento económico sostenido del país durante las últimas décadas y que siempre ha permanecido alejado de los centros de poder.

Por el otro lado está la ciudad de Lima y las zonas costeras del norte, que centralizan el poder económico y social desde tiempos coloniales, no se identifican con el mundo campesino al que frecuentemente desprecian y cuyo progreso bajo el modelo económico ha sido evidente.

La polarización y los extremos de la campaña, que han forzado a los peruanos a tomar partido entre dos posiciones extremas, oculta precisamente el hecho de que la mayor parte de los ciudadanos consideran malas ambas opciones.

Así, la elección por el “mal menor” es la que ha dictado la votación y sea quien sea finalmente el triunfador tendrá que ganarse su legitimidad en el ejercicio del poder.

No parece que sea una posición fácil, pues el ganador recibirá un país en una grave crisis económica y sanitaria, que en 2020 sufrió una recesión del 11,6% de su producto interior bruto (PIB) y la COVID-19 se llevó la vida de más de 180.000 peruanos, que lo convierten en el país con la tasa de mortalidad más alta del mundo por la pandemia.

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