El 5 de Noviembre de 2024 van a celebrarse las elecciones presidenciales y al congreso en EEUU. Pero, por lo general, es difícil entender qué está pasando si no eres ciudadano estadounidense. Hay muchos términos, como “Colegio electoral” o “blue shift”, que son novedosos para los españoles. También el sistema de votación, con primarias, el voto anticipado y otros conceptos resultan extraños.
Este artículo es un intento de explicación sobre el sistema electoral en Estados Unidos, desde entender cómo se elige el Congreso a cómo seguir el recuento o cómo entender sus partidos.
¿Cómo son las elecciones en EEUU?
Lo primero que necesitas entender sobre las elecciones de EEUU es que no son solo unas elecciones, sino que hay miles elecciones diferentes al mismo tiempo. El máximo número de elecciones que pueden ocurrir al mismo tiempo en España son cinco: europeas, Senado, Congreso, autonómicas y locales. Pero lo más común es votar solo una o dos al mismo tiempo.
En Estados Unidos, en mi papeleta de 2020 voté en 17 elecciones diferentes al mismo tiempo. La presidencial, Senado federal, representante federal, Senado estatal, representante estatal, una elección anticipada para la junta escolar y 11 elecciones diferentes judiciales. Es extremadamente raro ir a votar menos de cuatro elecciones simultáneamente. Esto sin contar referéndums, que también son muy comunes y se suelen hacer varios por Estado de forma que coincidan con las elecciones presidenciales. En California pueden votar entre 10 y 20 referéndums en cada elección general.
Tanto demócratas como republicanos necesitan ganar al menos tres elecciones diferentes a la vez para poder promulgar nuevas leyes a nivel federal:
La primera es la Cámara de Representantes, el equivalente americano del Congreso de los Diputados. Hay 435 escaños elegidos cada 2 años y, como España, está repartida entre los 50 estados/provincias más o menos en proporción según población.
A diferencia de España, donde se reparten los escaños por provincia de forma más o menos proporcional, en EEUU son de distrito único, por lo que solo hay un escaño por distrito y gana el que haya sacado más votos, similar a Ceuta y Melilla.
Cada diez años, después del censo, se redibujan los distritos basándose en el número de residentes en un área, incluyendo a menores e inmigrantes (con papeles o no). La gran mayoría de los distritos son “seguros” (siempre gana el mismo candidato o partido). Hay alrededor de 70 escaños que actualmente están en juego y, de ellos, alrededor de 20 o 30 acaparan la inmensa mayoría de la atención. Para que un partido gane el control de la Cámara, necesita ganar una mayoría simple de los escaños.
La segunda es el Senado. En comparación con la Cámara Baja española, solo hay 100 escaños, dos por estado y sin tener en cuenta la población. Un tercio del Senado es elegido cada 6 años. La inmensa mayoría de asientos son seguros, al igual que en la Cámara de Representantes, aunque el Senado es significativamente más de derechas porque hay un montón de estados pequeños conservadores y unos pocos estados progresistas más grandes.
Para ganar necesitas 50 senadores si tu partido controla el vicepresidente de EEUU (que hace también de presidente del Senado) y, si no, 51. Hay una gran probabilidad de que los demócratas pierdan el control del Senado aún si ganan la Casa Blanca, porque este tercio de escaños que va a estar en juego tiene muchos senadores demócratas vulnerables en estados de derechas.
La tercera y más conocida es la elección presidencial. Para ganar esta votación hace falta la mayoría de los 538 votos en el “electoral college” (literalmente traducido como colegio electoral).
¿Y cómo funciona el colegio electoral? Los estados disponen de dos votos por sus senadores, y uno por cada representante en la Cámara Baja, con tres extras para la capital, Washington DC, que no tiene representación en el Congreso.
Además, los estados también eligen cómo repartir los votos electorales. La gran mayoría decide dar todos sus votos al ganador del voto popular en el estado, aunque dos, Maine y Nebraska, dan dos de sus votos al ganador del estado, y un voto por cada ganador del distrito para el escaño de la Cámara de Representantes.
En caso de empate la situación se complica mucho y pueden pasar cosas como que Trump fuera presidente y Walz vicepresidente (me explicaré más en la sección sobre el recuento de votos). Pero, presuponiendo una mayoría para uno de los dos candidatos principales, para ganar la presidencia no importan los votos como tal, solo los del electoral college. Esto permite ganar la presidencia aunque pierdas en votos, lo que sí ha ocurrido varias veces, la última en 2016, cuando Trump ganó la Casa Blanca.
Las dos Cámaras y la presidencia tienen peso político e influyen mucho en el proceso de gobernar, no es como en España, donde el Senado tiene muy poco poder institucional.
Por si fuera poco, las elecciones no ocurren solo durante un día. De hecho, las elecciones de noviembre ya han empezado. Las urnas están abiertas en muchos estados: Minnesota, Virginia y Dakota del Sur llevan votando desde este 20 de septiembre. Y la campaña presidencial empezó el 15 de noviembre de 2022, cuando Donald Trump formalmente anunció su candidatura a la presidencia otra vez.
Cómo seleccionar candidatos
Una gran parte de por qué Trump anunció su candidatura dos años antes de las elecciones generales es el sistema de primarias en Estados Unidos.
Si ganas las primarias, logras el sello demócrata o republicano en la papeleta. En algunos estados las primarias son literalmente la primera vuelta; todos los candidatos participan en la misma lista y los dos más votados van a segunda vuelta.
La mayoría, sin embargo, funciona como una elección para seleccionar las candidaturas. Debido a que solo 70 escaños en la Cámara Baja y alrededor de 10 escaños en el Senado están realmente en juego, si ganas la primarias en un escaño seguro, has ganado el puesto. Por ello, las primarias para escaños seguros pueden ser competitivas y de gran interés mediático.
Para entender por qué las primarias son tan importantes, es clave entender que en las elecciones de EEUU, el Partido Demócrata y el Partido Republicano no son partidos en el sentido europeo. Son más como una marca y no hay requisitos para estar en la papeleta más que ganar unas primarias.
Quizá se pueda comparar el Partido Demócrata con la mayorías de la actual investidura, incluyendo desde los comunistas hasta Junts; y el Partido Republicano como un paraguas que incluiría a Feijóo, Abascal y Alvise.
A veces estos parámetros no se cumplen, como en Hawaii donde muchos republicanos participan en las primarias demócratas o en Alaska, donde hay una gran coalición entre candidatos demócratas y republicanos. En el 90% de casos, los progresistas participan en las primarias demócratas y los conservadores, en las republicanas.
El proceso es abierto a todos. Es decir, vas a una mesa electoral, pides el voto demócrata o republicano y los partidos no tienen control sobre quién puede votar. A veces es necesario registrar la afiliación con un partido antes para poder participar, pero esta afiliación no es como la militancia, no hay requisitos de pagar una cuota, es gratis y puedes cambiarla en cualquier momento. Y ningún partido puede expulsar a sus miembros. Es más como un indicador estadístico. A veces yo he votado en primarias republicanas cuando las primarias demócratas no eran competitivas. A través de la victoria en las primarias la izquierda no centrista y la extrema derecha han ganado influencia en años recientes.
Eso también se extiende a los candidatos para la presidencia. Bernie Sanders y Donald Trump se opusieron con sus candidaturas al liderazgo de sus respectivos partidos, pero el liderazgo no podía bloquear que participaran. Tienen diferentes herramientas para influir en el proceso y el liderazgo demócrata consiguió debilitar a Bernie, pero al final Trump ganó en contra de su oposición y pudo tomar el control del partido.
Joe Biden renunció a su candidatura gracias a que consiguieron convencerle: cuando Joe Biden ganó las primarias no había nada que el partido pudiera hacer legalmente para forzarle a dimitir.
Con solo 70 escaños en la Cámara baja en juego, y solo 10 de los 34 escaños en el senado en juego este año, una gran parte del próximo Congreso ya está elegido y las elecciones son una formalidad para ellos. En la práctica esto significa que la influencia de las facciones dentro de los partidos ya está más o menos decidida.
Las elecciones generales solo están para determinar qué coalición tiene la mayoría y puede gobernar. Y para una gran parte de la población de EEUU, su voto básicamente tiene cero influencia en el resultado, porque con las primarias terminadas lo más probable es que vivan en un estado que no es competitivo a nivel presidencial o del Senado, en un escaño de la Cámara de Representantes con una mayoría aplastante para un bando o el otro.
Cómo votar
Pero, en cualquier caso, en Estados Unidos y España, el primer paso para votar es empadronarse. Una diferencia clave es que en España es obligatorio y necesario empadronarse para todo, tanto para los servicios públicos como para votar.
Pero en la tradición anglosajona, estos sistemas están separados y, para votar, no es obligatorio empadronarse si no quieres. Como resultado, muchas personas no están registradas para votar. Dependiendo del estado te puedes registrar para votar incluso el mismo día de las elecciones y lo más pronto que podrías registrarte en este sentido sería un mes antes de las mismas.
En comparación, en España el plazo para empadronarse para votar para las elecciones generales del 28 de julio de 2023 se cerró en marzo de 2023, es decir, básicamente medio año antes de las propias elecciones, y meses antes de que pudieras saber qué iba a pasar. Pero si yo me mudo a otro estado el mes antes de las elecciones, ya puedo votar allí. Como consecuencia, esto hace que en España siempre puedas votar, aunque quizá necesites ir a otra provincia para hacerlo, pero en Estados Unidos, si no estás registrado a tiempo, no puedes votar.
Aunque registrase suele ser fácil, no siempre es así: hay estados donde tienes que pasar por más aros, generalmente para evitar que ciertas capas demográficas voten más, pero suele ser fácil.
Aunque la mayoría de estados empiezan a votar en octubre, es importante votar anticipadamente. En las elecciones generales de 2023 en España, alrededor del 10% de la población votó fuera de la mesa electoral, es decir, en el extranjero o por correo postal. En comparación, durante las elecciones intermedias (midterms) de 2022, un tercio de todos los votantes lo hizo por correo y el 49,8% de la población, es decir, casi la mitad, votó antes del día de las elecciones.
Para dar una idea, yo no he votado en las últimas seis elecciones en una mesa electoral, es decir, desde las municipales de 2017. Y este año me he organizado para votar cuando abran las urnas de forma anticipada en el estado de Wisconsin.
Si votas por correo, no es como en España, donde el cartero tiene que darte tu voto en mano. Lo recibes por correo como una carta ordinaria, y en 8 estados y DC, lo que supone alrededor del 20% de la población, todos los votantes reciben su voto por correo, tanto si lo has pedido como si no.
Aun así, sigues teniendo la oportunidad de votar en persona, pero estos estados alientan votar por correo. Nueve estados más, que representan otro 15% de población, también dan la opción al votante de pedir que siempre le llegue el voto por correo. Aunque los requisitos para votar por correo cambian de estado a estado, normalmente solo necesitas poner tu número de identificación y firmar el sobre de votación. No es obligatorio enseñar tu DNI en correos, porque para pedir tu voto ya necesitas mandar una copia de este documento a la junta electoral. .
En muchos de los estados, el día de la votación necesitas demostrar que vives en el lugar, pero no tiene por qué ser un DNI con foto. Puede ser el recibo del teléfono o algo equivalente, basta con algo con tu nombre y dirección. Hay alrededor de 10 estados donde necesitas enseñar una forma de ID con foto, pero no es un DNI nacional, puede ser tu pasaporte o carné de conducir. En ningún estado es obligatorio un DNI, ¿la razón? Porque no tenemos un DNI en Estados Unidos, y todos los estados llevan esta cuestión a nivel estatal.
Después de votar recibes una pegatina diciendo “I voted” (he votado) y eso es todo. En EEUU no hay un día de reflexión. Los anuncios políticos se siguen emitiendo en televisión y se puede ir puerta a puerta pidiendo el voto para un candidato hasta que cierren las urnas.
También suele suceder que muchas personas sigan votando una hora o dos después del cierre, porque los miembros de las mesas electorales son voluntarios, no es obligatorio como en España, y en áreas urbanas con muchas personas censadas hay falta de personal para asistir en las mesas, hecho que se puede traducir en colas que pueden durar horas.
Cómo funciona el escrutinio
Cuando se cierran las urnas en España, generalmente puedes saber el resultado en una o dos horas después de las elecciones. Pero en Estados Unidos quizás no vayamos a saber el resultado hasta uno o dos días después como poco. A veces el recuento del voto puede durar semanas.
Lo que ocurre es que el estado de Florida tiene un gran porcentaje de votos por correo y no se suele saber el resultado la misma noche de las elecciones, si bien el recuento es bastante rápido. Y también ocurre que hay una serie de estados intentando asegurarse de que todos sus votos sean contados, pero usando sistemas de recuento que no estaban diseñados para recibir tantos votos por correo.
También ayuda que los estados suelen crear sistemas lo más baratos posibles para contar votos, lo que ralentiza el proceso. Y por eso quizá no sepamos quién controla el Congreso hasta una semana después o más.
En algunos de los estados clave, como Wisconsin y Pensilvania, no empiezan a verificar y añadir sus votos por correo a la cuenta hasta que empiezan las elecciones.
En España y en otros 37 estados de EEUU se verifica que el voto por correo esté hecho correctamente antes de las elecciones y entonces se abren los votos por correo en las mesas electorales y se mezclan con los votos en persona ese mismo día. Pero en esos estados la junta electoral no puede verificar los votos por correo hasta el mismo día de las elecciones, y tanto en EEUU como en España, eso lleva tiempo.
Si fuera por el resultado que veremos el día de las elecciones, Donald Trump probablemente será el ganador, porque un gran porcentaje de votantes vota por correo y la gran mayoría son demócratas. Cuando se cuenten los votos por correo probablemente veremos un “blue shift” (cambio al azul) de votos, y los demócratas ganarán un par de puntos y varios estados en el proceso.
Este fue el punto que Donald Trump aprovechó y por el que habló de fraude en las elecciones de 2020. Y el proceso probablemente se vaya a repetir este año. Esto va a pasar.
En cuanto al Congreso, la razón por la que va a tardar tanto tiempo es que California y un par de estados más permiten que el voto por correo se reciba el día después al de las elecciones. Eso no significa que puedas votar después del 5 de noviembre, pero si depositas el voto y está sellado por correo el día de la elecciones o antes, puede llegar a la junta electoral incluso unas semanas después del día de las elecciones.
Si el final del recuento está especialmente cerca, es decir, que solo queden unos cientos de votos por escrutar, el proceso de ballot curing será clave. En Arizona, Nevada, Michigan y Georgia si existe algún problema con cómo la persona ha rellenado su voto por correo, como que falte la firma o que no se haya incluido su número de identidad, se dispone de un par de días tras las elecciones para resolverlo.
También, en el resto de estados, si olvidas poner tu número de identidad o hay un problema con el registro, puedes generar un voto provisional y si se mandan posteriormente los datos correctos, el voto contará.
El Colegio Electoral
Después de que los resultados de las elecciones se certifican en los estados, los colegios electorales se reúnen en sus capitales y votan para la presidencia. Aunque en 2020 Trump intentó mandar electores alternativos después de hablar de fraude, se han aprobado nuevas leyes que han clarificado el proceso.
Si un partido gana una mayoría, las elecciones están en teoría terminadas, con la certificación del voto del colegio electoral pasando directamente al 6 de enero de 2025.
Pero es posible que las elecciones acaben en un empate en el colegio electoral, 269 a 269. O si está cerca, por ejemplo 270-268, y 271-267, es posible que haya suficientes electores “infieles” que cambien su voto a Trump para ir a unas elecciones de contingencia.
Los electores miembros del colegio electoral, dependiendo del estado, no tienen por qué votar lo que el estado les ha dicho que voten y pueden votar lo que quieran. Su voto es el que cuenta para elegir al presidente, por lo que es una posibilidad a tener en cuenta.
Si hay un empate en el colegio electoral, el presidente debe ser elegido directamente por la Cámara de Representantes. En este caso es un voto por estado. Esto significa que, por consenso mayoritario, cada delegación estatal de congresistas da su voto en bloque a un solo candidato. Es decir, el voto de California, con 52 representantes –congresistas–, vale lo mismo que el de Wyoming, que cuenta con un solo representante.
Pero esto no está 100% definido, ya que quien gana la mayoría de los escaños en la Cámara de Representantes puede intentar cambiar o modificar esta situación.
Es prácticamente imposible que un demócrata gane la presidencia en este caso, porque 25 delegaciones –de 25 estados– están consideradas “seguras” con mayoría republicana, con sólo 19 estados “seguros” para los demócratas. Pero, en teoría, si los demócratas ganan o empatan en los otros 6 estados, pueden bloquear las opciones de los republicanos de tener mayoría, lo que supondría que la presidencia recayera en el vicepresidente hasta que el congreso elija presidente.
Y el vicepresidente sería elegido por el Senado de entre los dos candidatos vicepresidenciales que tengan más votos. Pero, en los dos casos, hay especificidades que complican mucho las cosas.
En el caso del Senado se necesita mayoría, es decir, 51 votos, para ser elegido vicepresidente. Pero el problema es que solo hay 100 senadores. Normalmente en una situación de empate, el vicepresidente tiene la capacidad de romperlo, pero lo que ocurre es que durante este proceso Kamala Harris sigue siendo vicepresidenta, y si el nuevo senado tiene 50 demócratas y 50 republicanos, no está claro si ella puede usar su voto para romper el empate y elegir Tim a Walz como vicepresidente.
Es decir, aunque improbable, no es imposible ver una situación donde Trump es el presidente, y Tim Walz, su vicepresidente. Pero también es posible que el Tribunal Supremo estipule que ella no puede romper un hipotético empate, hecho que complicaría mucho las cosas. Quizá el puesto de vicepresidente seguiría vacío y si el presidente quedara también vacío, el speaker de la Cámara de Representantes podría ocupar esta posición de manera interina.
Pero también es importante recordar que esto que relatamos es solo lo que debería o puede pasar en teoría. En una situación con un empate es muy probable que otro 6 de enero pueda pasar o que Estados Unidos acabe inmerso en una grave crisis constitucional.