Elisabeth Borne, recién elegida por Emmanuel Macron como nueva primera ministra de Francia, era hasta ahora titular de la cartera de Trabajo, Empleo e Inclusión. Borne sucede a Jean Castex y se convierte en la segunda mujer —después de Édith Cresson, que lo fue entre 1991 y 1992— en ocupar la jefatura de Gobierno en Francia. Esta vez no hubo sorpresas, ni la llegada de un rostro desconocido, como había sido el caso con Castex y Édouard Philippe, que no formaban parte de la primera línea de la política nacional antes de ser nombrados por Macron.
En esta ocasión el nombre de Borne figuraba en todas las quinielas. No obstante, el presidente se ha tomado un periodo de reflexión más largo de lo habitual antes del anuncio, que llega tres semanas después de su reelección. Una espera que ha provocado la impaciencia en el partido presidencial, cuyos candidatos a las legislativas de junio esperaban la decisión para lanzar la campaña. Y también la de los ministros que hasta el lunes no sabían si continuaban o no en su puesto.
Macron había trazado en las últimas semanas el “retrato robot” de la futura jefa de Gobierno, explicando que la elegida debía estar “apegada a la cuestión social, a la cuestión medioambiental y a la cuestión productiva”. El presidente se había comprometido además a nombrar una “primera ministra, encargada de la planificación ecológica”, señal de que la ecología debe estar en el centro de la acción gubernamental para los próximos cinco años.
Ingeniera con experiencia política
El perfil de Élisabeth Borne cumple todos los requisitos a ojos del presidente: experiencia en el diálogo social, obtenida en su paso por el Ministerio de Trabajo; conocimiento del funcionamiento de la administración local, tras una etapa como delegada de Gobierno; la cartera de la Transición Ecológica y la Solidaridad le otorga además credibilidad en la gestión de cuestiones ambientales.
Ingeniera de formación y alumna de la prestigiosa École Polytechnique, Borne estuvo ligada en diversos puestos a ministerios socialistas desde finales de los 80, sin estar nunca afiliada al partido. Fue asesora en el ministerio de Educación Nacional con Lionel Jospin y Jack Lang, durante el segundo mandato de François Mitterrand; fue delegada de Gobierno en los departamentos de Poitou-Charentes y Vienne en los años de François Hollande, antes de pasar a la dirección del gabinete en el Ministerio de Ecología con Ségolène Royal.
Un puesto que sería fundamental en su trayectoria porque allí trabajó por primera vez con el entonces ministro de Economía, Emmanuel Macron, y su director de gabinete, el influyente Alexis Kohler. Macron y su principal colaborador contarán con Borne en 2017 desde los primeros días de su llegada al poder.
Negociadora con sindicatos
Su primer puesto en el nuevo Gobierno macronista, liderado por Édouard Phillippe, fue el de ministra delegada de Transportes (un cargo a medio camino entre ministro y secretario de Estado). Y su primera prueba de fuego fue la reforma de la Sociedad Nacional de Ferrocarriles (SCNF) finalizada en julio de 2018, con una importante oposición de los sindicatos ferroviarios y una huelga de tres meses, de marzo a junio. Borne desempeñó un papel fundamental, avanzando en la negociación con los representantes de los trabajadores de la SNCF, sin renunciar a los puntos claves de la reforma. Al mismo tiempo pilotó un segundo gran proyecto con la Ley de Orientación de la Movilidad (LOM), que define las grandes líneas del transporte interior y que incluía entre sus objetivos la transformación ecológica del sector en todo el país.
De ahí evolucionará al ministerio de la Transición Ecológica en julio de 2019 y a la cartera de Trabajo sólo un año después, con la llegada de Jean Castex al puesto de primer ministro. Durante ese paso por la cartera medioambiental, impulsó la elaboración de una Ley de Energía-Clima, aprobada en noviembre de 2019, y de una Ley de lucha contra los residuos y la economía circular,, sin que su acción ni su discurso convencieran a las agrupaciones ecologistas. En el Ministerio de Trabajo, Empleo e Inclusión la crisis ligada a la pandemia ha marcado su acción, principalmente a través de las negociaciones con empresas y sindicatos sobre la regularización del teletrabajo.
La única hasta ahora
El otro requisito fundamental avanzado por el presidente: la nueva jefa de Gobierno debe ser una mujer. El único precedente era el de Édith Cresson, Primera Ministra de mayo de 1991 a abril de 1992, durante el segundo septenio de François Mitterrand, un paso marcado por la falta de apoyos en el Gobierno y las duras críticas de los medios. “Desde los primeros días, escuché las peores cosas que se puedan imaginar. Se atacaba a Mitterrand a través de mí y también a mí directamente”, confiaba Cresson a la periodista Raphaëlle Bacqué en el libro El infierno de Matignon.
Precisamente, en su primer discurso en su nueva función Borne quiso rendir homenaje a Cresson. “Como podéis imaginar, esta noche no puedo evitar pensar en la primera mujer que ocupó este cargo. Y me gustaría dedicar este nombramiento a todas las niñas y decirles: ‘Id a por vuestros sueños. Nada debe frenar la lucha por el lugar de las mujeres en nuestra sociedad’”.
Entrevistada por el Journal du dimanche hace unos días, Cresson le deseó “mucha suerte” a su posible sucesora, subrayando el “machismo de la clase política francesa”. “El cargo de primer ministro es un puesto muy difícil en cualquier situación, pero las dificultades aumentan por el hecho de que el jefe de Gobierno sea una mujer. Porque los ataques complican aún más la situación política”.
La prueba electoral
En el caso de Borne, su perfil de tecnócrata, sin experiencia en los cargos electos, es ya uno de los principales ángulos de ataque de sus rivales. Máxime porque su nombramiento llega en un momento especialmente sensible para la mayoría presidencial, que se enfrenta a las elecciones legislativas más fragmentada que hace cinco años, especialmente en su ala derecha, con el nuevo partido Horizontes de Édouard Philippe tratando de ganar peso.
A corto plazo, la llegada de Élisabeth Borne se enfrenta a dos pruebas. En primer lugar, la de los votantes de su circunscripción en Calvados (Normandía), donde se presenta por primera vez a un escaño. Además, el resultado de las legislativas a nivel nacional será otro elemento clave porque si el partido presidencial y sus aliados no consiguen una mayoría, su futuro en el puesto estaría comprometido.
Antes incluso del anuncio oficial, Jean-Luc Mélenchon, reaccionaba en Twitter al nombramiento. “Borne: reducción del subsidio para 1 millón de desempleados, supresión la tarifa regulada del gas, moratoria de 10 años para el fin de la energía nuclear, apertura a la competencia la SNCF”, escribió en Twitter el líder de la plataforma que agrupa las principales fuerzas progresistas de cara a las legislativas. “Y favorable de la jubilación a los 65 años. Adelante con una nueva temporada de abusos sociales”.