El enredo que amenaza al Gobierno de Pedro Castillo en Perú
Mientras Pedro Castillo avanzaba por el césped amarillo de Pampa de la Quinua en su investidura simbólica como presidente, la atención de los peruanos seguía puesta en Keiko Fujimori. El nuevo mandatario había superado a la candidata de Fuerza Popular en una apretada segunda vuelta electoral en un país donde los presidentes duran poco. En un Perú como el de estos últimos cinco años, un triunfo sin una marcada diferencia de votos deja a cualquier presidente en una situación precaria.
La pregunta sobre las posibilidades de gobernar en un país con un Congreso fragmentado no le permitía a ningún dirigente del nuevo Gobierno estar en calma. Lo que pocos imaginaban era que el primer reto vendría no ya de la oposición ni de sus aliados circunstanciales sino de Perú Libre, el sello político que lo postuló como presidente.
A dos meses de su llegada al poder, Pedro Castillo se enfrenta a la primera rebelión interna, la del ala más radical de su partido, Perú Libre, liderada por Vlamir Cerrón. Pero también la de una oposición de derecha, encabezada por el alicaído pero todavía vivo espacio político de Keiko Fujimori.
La nueva primera ministra de Perú, Mirtha Vásquez, se presentará este lunes en el Congreso para pedir un voto de confianza al nuevo Gabinete. Un sector de Perú Libre dijo que no respaldará al presidente. Castillo depende ahora de una delgada red de apoyos en el hiperfragmentado Congreso peruano. Vásquez llega a esta instancia después de una semana de rondas de conversaciones con las diferentes bancadas del Congreso. El principal desafío no son los otros sino los propios.
El momento del quiebre
La renuncia de Guido Bellido al cargo de primer ministro, así como la salida de otros seis ministros, confirmó la división política que existe dentro del Gobierno. El paso al costado de Bellido, representante del ala más radical del partido junto a Vladimir Cerrón, no pudo haber sido leída más que un paso al centro del presidente que molestó a ese sector.
Después de la renuncia en bloque, el 14 de octubre, el partido difundió un comunicado en el que anunció que no prestaría su apoyo al nuevo Gabinete de Castillo porque “existe un inocultable giro del Gobierno y su Gabinete hacia el centro derechismo”. La denuncia estaba puesta en los “representantes caviares” o como se conoce a la moderada izquierda limeña.
Una cuestión de confianza
El martes por la mañana, el Gobierno de Pedro Castillo presentó en el Congreso un proyecto que tenía como intención limitar la posibilidad de destitución de un presidente. El Gobierno buscaba que solo sea posible en el caso de probada incapacidad mental o física y que la censura al gabinete procediera por temas vinculados a sus funciones.
Pero unas horas más tarde, el heterogéneo arco opositor no solo no incluyó el tema sino que profundizó las diferencias al aprobar una nueva ley que limita el poder del presidente de presentar una “cuestión de confianza”. La decisión de una mayoría opositora en el Congreso acorrala a Castillo para impedirle disolver el Congreso, como sí hizo Vizcarra, de modo que así los congresistas que buscan correrlo de su cargo puedan sostener sus escaños al hacerlo y no deban llamar a una nueva elección.
“Han roto el equilibrio de poderes del Legislativo y Ejecutivo. Es anticonstitucional pero a la vez el Congreso está eligiendo nuevos miembros del Tribunal Constitucional. Lo que estamos viviendo es una orquesta de vacancia a Castillo en varios movimientos”, dice a elDiario.es Laura Arroyo, analista política peruana.
Hasta el momento, el Ejecutivo tenía poder de presentar una cuestión de confianza ante el Congreso por cualquier tema que considerase necesario. Pero el martes pasado, cambió el escenario. Ahora el Congreso solo puede hacerlo sobre materias de su competencia y deja afuera, por ejemplo, a las reformas constitucionales.
El Gobierno la consideró “lamentable” y confirmó que presentará una demanda de inconstitucionalidad en el Tribunal Constitucional. El ministro de Justicia, Aníbal Torres, dijo que “lo que ha hecho el Congreso es limitar la cuestión de confianza, sin limitar la vacancia presidencial (destitución) y se crea un tremendo desequilibrio”. La “vacancia presidencial ” es lo que ha venido generando tanta desestabilidad, en los últimos años, en Perú.
A todo esto se suma una nueva amenaza de Vladimir Cerrón quien ha vuelto a decir que el espacio de derecha está a ocho votos de lograr vacarlo. “Esto no es falso. Pero lo que le está diciendo en realidad es que él podría darle esos ocho votos si Castillo no se mueve como Cerrón quiere”, dice Arroyo.
Las divisiones dentro del Congreso
Existen dos grupos de parlamentarios diferenciados entre quienes votaron a favor de modificar la cuestión de confianza. De un lado, grupos como Fuerza Popular, Renovación Popular y Avanza País que están en la oposición de derecha más dura y consideran que esto ayuda a ir allanando el camino hacia un posible vacío presidencial. Del otro lado, partidos como Acción Popular, Podemos Perú, Alianza Para el Progreso y Somos Perú están pensando más en la posibilidad que su periodo como parlamentarios sí dure cinco años y por ello votaron a favor de la llamada ley de vacancia, que regula el procedimiento para destituir al presidente.
“No hay mucha comprensión entre los parlamentarios en general sobre la necesidad de hacer reformas integrales al sistema de pesos y contrapesos entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo y de precisar una causal tan poco clara como la de 'vacancia presidencial por incapacidad moral permanente'”, dice a este medio el politólogo peruano, José Alejandro Godoy.
En las últimas elecciones, diez partidos se repartieron los escaños del Parlamento. A diferencia de 2016, ni el Gobierno ni el fujimorismo cuentan con mayoría absoluta y, por primera vez después de mucho tiempo, Fuerza Popular de Keiko Fujimori no resultó el partido más votado. En primer lugar quedó Perú Libre, con 37 diputados, lo que representa una debil mayoría.
Escenario posible
La semana pasada, la nueva primera ministra, Mirtha Vásquez, tuvo la difícil tarea de conseguir los apoyos suficientes para que el nuevo gabinete supere el trámite parlamentario. El escenario para el Gobierno no está fácil.
A pesar de la división de Perú Libre, Castillo podría tener los votos suficientes para aprobar el nuevo Gabinete. A cambio, el ala más radical del partido le pedirá una serie de cosas con las que deberá negociar.
Lo que no está claro es que, una vez aprobado el nuevo Gabinete, Castillo pueda finalmente comenzar a gestionar. El pedido de destitución, que puede ser vuelto a activar por la oposición conservadora, pasó a ser lo que más preocupa en este momento al Gobierno. “Mirtha Vásquez y su Gabinete conseguirán la confianza pero conseguirla no significa realmente nada en términos políticos. Eso será un trámite. La orquesta de la vacancia es lo que preocupa ahora y eso ya ha empezado a sonar”, dice Arroyo.
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