Los Erasmus españoles en Italia, ante la duda de volver o quedarse: “No quiero malgastar tiempo del mejor año de mi vida”

“El Erasmus está siendo la mejor experiencia de mi vida”. Así suelen describirlo los jóvenes que disfrutan durante sus estudios de la aventura de vivir durante unos meses en otro país de la Unión Europea. Sin embargo, esa experiencia se ha vuelto turbulenta durante estos últimos días para los estudiantes españoles de Erasmus en Italia a raíz de la extensión del coronavirus en el país. Precisamente, este es el destino favorito de los universitarios españoles dentro de los 33 países del programa: el curso anterior fueron 8.487 los españoles que lo eligieron, según el informe anual Erasmus+ 2018.

Ante la cancelación de las clases en las universidades del norte, y los rumores y las medidas de prevención en el sur, algunos estudiantes han decidido salir del país. Otros conservan la calma, con la mente puesta en la preocupación de sus familias desde España y en los mensajes que llegan desde sus universidades.

Una experiencia que no quieren detener

María Cayuela y Leire Iruretagoiena tienen 20 años, comparten piso y estudian en la Universidad de Roma La Sapienza. La noticia del coronavirus las sorprendió de viaje en Venecia con un numeroso grupo de estudiantes. “El domingo nos dijeron que teníamos que abandonar el hotel y que no podíamos ir a Padua, nuestra siguiente parada, por el coronavirus”, relatan. Cuando volvieron a Roma, los organizadores llamaron a emergencias - un número que, indican, ahora siempre está colapsado - pero les dijeron que no eran necesarias medidas médicas.

“Tuvimos una mala sensación, porque éramos más de 200 personas y creemos que hubiera sido necesario algún control”, explica María, que estudia Periodismo y Humanidades en la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M). Para ella detener el Erasmus ahora sería una tragedia: “No nos queremos ir, llegué hace menos de un mes y de pensarlo me muero”. Su familia estaba al principio muy preocupada, pero ante los nuevos casos del coronavirus en España están más tranquilos. “Ya parece que da un poco igual quedarme o irme”, resume la joven.

Desde el Servicio de Comunicación Institucional de su universidad en España indican que han enviado información tranquilizadora a los 154 estudiantes que se encuentran en Italia de Erasmus. Queda la duda de qué harán los que comenzaban este segundo cuatrimestre su andadura. “La mayoría de estudiantes se han incorporado ya a sus destinos en las universidades italianas, aunque algunos lo harán próximamente. A todos les informamos de que pueden renunciar si así lo desean a su beca Erasmus, entendiendo que sería una renuncia justificada ante estas circunstancias”, explican desde la UC3M.

Leire Iruretagoiena siente que su universidad, la del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea (UPV/EHU), está más consternada con la situación. “Nos han dicho que sigamos las recomendaciones de los coordinadores de aquí, pero que si queremos volver harán todo lo posible para ayudarnos y que nos adaptemos. Allí la segunda evaluación empezó a finales de enero y ya iríamos con retraso”, indica.

La directora de relaciones internacionales de la UPV/EHU, Junkal Gutiérrez, confirma que les han ofrecido facilitar esa reincorporación, pero que hay que mantener la tranquilidad. “Algunas familias estaban muy nerviosas y el problema es entendible. Eso sí, para los alumnos que empezaban ahora el Erasmus, no tiene sentido que de momento acudan a los sitios donde se han suspendido las clases”.

Leire insiste en que “estoy muy a gusto en Roma y no quiero volver”. La estudiante vasca cuenta que la situación es diferente para los que tienen becas del Gobierno vasco: “A ellos les han llamado diciendo que deben volver obligatoriamente”.

Los hijos tranquilizan a los padres

Belén Cantalejo tiene 20 años y estudia Periodismo y Publicidad en la Universidad Católica de Murcia. Ahora hace lo propio en la de Florencia, desde donde describe la situación como “caótica, sobre todo porque nuestros padres se tiran de los pelos al ver las noticias en España”. Muchos estudiantes coinciden en esto: “Los medios españoles están exagerando la situación y en Italia no son tan alarmistas”. Por eso, Belén cuenta que tanto ella como sus compañeros intentan “pedir a nuestros padres que mantengan la calma”.

La tensión sí que se nota en algunas escenas cotidianas. Aunque niega que los supermercados estén completamente vacíos, asegura que en las secciones de pasta y conservas no hay nada. “Tampoco mascarillas ni productos de limpieza, y lo que queda es carísimo. En Florencia he visto el desinfectante de manos por 25 euros”, explica.

La familia de Andrea Hidalgo, estudiante de Derecho de 23 años en la Universidad de Murcia (UMU), también está muy nerviosa. “Si fuera por ellos estaría en casa, pero hay que relajarse. Yo les he dicho que el virus ya ha llegado también España y que es una gripe que no es peligrosa para la gente de mi edad. Ahora están todos mucho más tranquilos”. La joven se encuentra de Erasmus en la Universidad de Nápoles y cuenta que varios de sus amigos que estudian en el norte “sí han vuelto por la presión de las familias, pero yo no quiero malgastar tiempo del mejor año de mi vida”.

Marta Jiménez, de 21 años, también estudia Derecho en la UMU y hace su Erasmus en Pisa. Allí no han cancelado las clases, pero sus padres le pidieron que “cogiera un vuelo por si acaso”. Encontró uno muy barato para marzo; muchos de sus compañeros se han marchado ya.

La preocupación de las familias pasa por acudir directamente a la propia universidad. “Tenemos llamadas de los padres, pero los estudiantes son mayores de edad y pueden tomar sus propias decisiones. Si por una causa así algún alumno quiere volver o no irse ahora en el segundo cuatrimestre, ajustaríamos la maquinaria académica para ayudarles, pero de momento no tenemos ningún caso de nadie que quiera volver”, indica el director de Relaciones Internacionales de la UMU, Matías Balibrea.

Baile de precios en los vuelos

Entre dudas, los que finalmente han decidido marcharse han tenido que pagar, literalmente, un precio muy alto. “Casi todos los españoles que conozco se vuelven a su ciudad, y eso que los vuelos están carísimos. El domingo y el lunes en cuestión de minutos subieron entre 100 y 200 euros”, cuenta un chico de Madrid en el aeropuerto de Milán-Malpensa que pide mantener el anonimato. “Eso sí”, añade, “después han empezado a aparecer vuelos más baratos, nos dijeron que debido a que muchos italianos los estaban cancelando”.

Alberto Sánchez (nombre ficticio) también ha vuelto a casa. Este madrileño de 23 años estudia en la Politécnica de Madrid (UPM) y está de Erasmus en Milán, pero regresó por la preocupación de sus padres. “Empezaron a llamarnos a todos y a insistir en que compráramos un vuelo. Muchos chicos se volvieron paranoicos y he visto a gente que ha pagado hasta 400 euros”, señala. Volver a Italia, cuando lo decidan, será aparentemente un dolor de bolsillo menor: “Solo nos hemos comprado el vuelo de ida, pero ahora los de vuelta están baratos porque ya nadie quiere viajar allí”.

Desde el gabinete de comunicación de su universidad dicen que de momento ningún alumno ha pedido cancelar el Erasmus en Italia, pero sí les han informado de que, en tal caso, se les intentaría reubicar para continuar la beca en otra universidad europea.

Pánico al cierre de fronteras y a contagiar a la familia

Todos los entrevistados coinciden en lo mismo: lo que más miedo les da es que cierren las fronteras. Un miedo que se extiende incluso hasta el sur del país. Juan Pedro Martínez, de 21 años, estudia Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en la UCAM y ahora está en la Universidad de Foggia, en Apulia. “Muchos ya han cogido vuelos para volver a casa porque nuestras familias tienen miedo de que cerraran los aeropuertos y nos quedáramos atrapados”, explica el joven.

Allí aún no hay casos de coronavirus, pero Juan Pedro cuenta que, “cuando toses o estornudas, la gente te mira muy raro; se nota muchísimo la tensión en ciertos momentos, aunque en general el ambiente está tranquilo”.

Entre los que deciden regresar a casa hay otro miedo también patente: contagiar a la familia. “Nosotros somos jóvenes y no nos va a pasar nada, pero si se lo transmitimos a nuestros abuelos el riesgo será mucho más grave y eso nos provoca pánico. Que nos toque a nosotros nos da un poco igual”, asegura Alberto Sánchez.

Los jóvenes sí saben informarse

Sobre las edades de los fallecidos, las formas de contagio y los riesgos reales de la enfermedad también ha circulado diferente información. Nadia Otero, de 21 años, cursa Bellas Artes en la Academia de Bellas Artes de Florencia. Es una de las 84 estudiantes de la Universidad de Salamanca que está en Italia y tiene claro que si quiere informarse tiene que ir a los medios oficiales.

“No hago caso de las cosas que veo en las redes sociales, pero sí hay gente que va comentando rumores: he leído esto, mi madre me ha dicho aquello… Creo que la desinformación y el pánico que se ve en las redes y en los medios de comunicación tiene mucha culpa de esta estampida que se está provocando”. Nadia asegura que, en mitad de ese ruido, “hay más gente que está tranquilizando a los demás que gente histérica”.

Entre esos rumores, Belén Rabadán habla de un amigo que canceló un viaje a París porque escuchó que “todos los que viajaran desde el norte de Italia a Francia serían puestos en cuarentena por prevención”. Andrea Hidalgo menciona también bulos sobre varios afectados en San Javier (Murcia). “Creo que esto se está haciendo mucho más grande de lo que es por culpa de la gente que transmite esos bulos: generan pánico donde no lo hay”, dice la murciana.

“Nos da mucha rabia que se estén difundiendo cosas que no son verdad. Han sacado imágenes falsas de algunos supermercados, la gente en España tiene miedo de los que venimos de Italia y oigo comentarios sobre que esto parece una película de ciencia ficción. Muchos jóvenes pensamos que no es para tanto”, dice Alberto Sánchez.

A punto de cumplirse una semana desde que se identificaron los primeros casos de coronavirus en Italia, los estudiantes españoles que se han marchado solo piensan en volver, y los que resisten estoicos claman normalidad. Todos, de nuevo, coinciden: el Erasmus es el mejor año de sus vidas y esperan seguir disfrutándolo pronto.

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