Desde principios de año el presidente turco ha hecho frente a varias crisis, incluido el terremoto que arrasó el sureste del país y que evidenció algunos fallos en su gestión. Esos fallos son aún mayores en el ámbito financiero y monetario, tal y como apuntan los expertos, pero la mayor parte del electorado ha confiado en que Erdogan pueda resolver la situación y seguir liderando el desarrollo económico del país, así como su creciente papel en la escena internacional. ¿Cuáles serán sus principales retos y tareas?
La crisis económica
Si bien Erdogan había relanzado la economía turca, desde el año pasado sus medidas han suscitado muchas críticas y dudosos resultados. Su decisión de mantener bajos los tipos de interés para fomentar el gasto, la producción y el empleo ha contribuido a que la inflación haya alcanzado el 45 % (aunque economistas independientes la sitúan en más del doble), repercutiendo sobre todo en la clase media turca. Además, sus decisiones en política monetaria han hecho que la lira caiga a mínimos históricos frente al dólar (ha perdido un 7 % de su valor desde comienzos de 2023) y que aumente la desconfianza de los inversores extranjeros, que hoy no han celebrado su victoria.
Desde noviembre de 2022, el mandatario ha destituido a dos gobernadores del Banco Central Turco: primero, a Murat Uysal, tras la fuerte depreciación de la moneda local; y, más recientemente, a Naci Agbal, quien elevó el tipo de interés de referencia para controlar la inflación. Erdogan nombró a continuación a Sahap Kavcioglu, un antiguo miembro de su partido, el islamista AKP. Un cambio de su política respecto a los tipos de interés es “poco probable”, según un experto consultado por Reuters, ya que el mismo Erdogan alardeó anoche durante su discurso tras proclamarse ganador que los ha bajado y prometió que hará que disminuya también la inflación.
La oposición ha tratado de jugar la carta de la crisis económica en las elecciones presidenciales para atraer, precisamente, el voto de la clase media más golpeada, que es también la más liberal y progresista; pero Erdogan ha demostrado que sigue contando con el apoyo de sus bases: la población conservadora, de zonas rurales y barrios empobrecidos, que se ha beneficiado de los servicios ofrecidos por el AKP.
El post-terremoto
El devastador terremoto que el pasado febrero dejó más de 50.000 muertos en el sureste del país y destruyó ciudades enteras afectó a la imagen del Gobierno, acusado no solo de la mala gestión de la emergencia, sino de corrupción urbanística - miles de edificios fueron levantados sin licencia en las zonas afectadas. En esas localidades, el AKP obtuvo menos votos en las elecciones parlamentarias del 14 de mayo, pero Erdogan consiguió un porcentaje muy similar al de los comicios presidenciales de 2018.
El presidente prometió, poco después del seísmo, que la reconstrucción tendrá lugar en un año y anoche reiteró que todos los esfuerzos del Gobierno estarán puestos en esta tarea. “Nuestros corazones y manos seguirán estando en la región del terremoto”, dijo desde la capital, Ankara. Según las estimaciones del Banco Mundial, el desastre natural causó daños por más de 34.000 millones de dólares (el equivalente al 4 % del PIB de Turquía en 2021) y la recuperación y reconstrucción posteriores podrían costar el doble (unos 65.000 millones de euros).
“Es probable que el gasto necesario para hacer frente al terremoto haga que el gobierno incumpla sus objetivos presupuestarios”, explicó un mes después del seísmo Selva Bahar Baziki, de Bloomberg Economics, a la CNN. El gasto público para hacer frente a los efectos del terremoto, según el experto, sería de un 2,6 % del PIB a corto plazo.
Las voces críticas
Los opositores y críticos con el Gobierno turco se preparan para una mayor represión y censura, después de que Erdogan haya recibido el respaldo de las urnas. Los kurdos han estado en el punto de mira durante toda la campaña, desde que el partido pro-kurdo HDP apoyara al candidato presidencial socialdemócrata Kemal Kiliçdaroglu, el cual obtuvo un mejor resultado en las zonas de mayoría kurda, en el este del país. Erdogan acusó a su adversario en la segunda vuelta de recibir el respaldo de los “terroristas”, ya que Ankara vincula al HDP con el grupo armado PKK, contra el que el presidente ha emprendido diferentes acciones, incluida la intervención militar en el norte de Siria.
Anoche, afirmó que las “organizaciones terroristas” han perdido en estos reñidos comicios que, según su principal rival, han sido “las elecciones más injustas de los últimos años”. Kiliçdaroglu se refería a las oportunidades desiguales que ha tenido la oposición, por ejemplo, en los medios de comunicación, controlados en su mayoría por los hombres del presidente.
La misión de observación electoral de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) volvió a criticar el clima en el que se celebraron las votaciones “como en la primera vuelta, la cobertura mediática parcial y la falta de igualdad de condiciones dio una ventaja injustificada” a Erdogan.
Según el partido socialdemócrata CHP, la radiotelevisión pública TRT ha dedicado a Erdogan 50 horas de emisión en la campaña, frente a 50 minutos para el líder de la formación, Kiliçdaroglu.
La OSCE también denunció que representantes y simpatizantes del Partido Izquierda Verde (YSP) y del HDP “han continuado enfrentándose a la intimidación y al acoso”.
Las relaciones con Occidente
La Unión Europea y la OTAN han seguido de cerca el desarrollo de las elecciones en Turquía y un posible cambio de Gobierno, que hubiera reorientado la política exterior de Ankara hacia Occidente. Sin embargo, con la continuidad de Erdogan al frente del país, las cuestiones pendientes y las fricciones entre Turquía y los dos bloques permanecen inalteradas.
El ministro de Exteriores sueco, Tobias Billström, informó hoy de que se reunirá con su homólogo turco, Mevlüt Cavusoglu, en los márgenes del encuentro de titulares de Exteriores de la OTAN que se celebrará este jueves en Oslo, para tratar la adhesión de Suecia a la alianza atlántica. “Ahora sabemos con quién hablar. Estoy deseando cambiar de marcha y aumentar el ritmo (de las negociaciones)” con Ankara.
Turquía y Hungría son los dos miembros que siguen vetando el ingreso de Suecia, aunque dieron luz verde al de Finlandia, después de que ambas naciones nórdicas solicitaran formalmente la adhesión en la cumbre de la OTAN del año pasado en Madrid, en respuesta a la invasión rusa de Ucrania.
Precisamente el primer ministro húngaro, Viktor Orban, fue el primer líder europeo en felicitar a Erdogan, antes incluso de que hubiera resultados oficiales: “Felicidades al presidente Erdogan por su incuestionable victoria electoral”.
Mientras, las autoridades comunitarias han expresado su deseo de seguir mejorando la relación con Turquía, siempre tensa por los derechos humanos y la migración irregular. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, felicitó a Erdogan -cuyo desplante a la mujer en una reunión oficial en 2021 no se olvidará fácilmente- y manifestó su voluntad de “continuar construyendo la relación UE-Turquía”.
Desde el este, el presidente Vladímir Putin destacó que la reelección de Erdogan es una prueba del apoyo popular a sus políticas, que en la arena internacional buscan cada vez más protagonismo e independencia de Washington y Bruselas. “Me gustaría confirmar nuestra disposición a continuar nuestro diálogo constructivo sobre temas de actualidad en la agenda bilateral, regional e internacional”, añadió el presidente ruso, en una nota difundida por el Kremlin. Y es que Erdogan se ha convertido en un mediador clave en el conflicto de Ucrania logrando, por ejemplo, la exportación de grano de los puertos ucranianos, gracias a un acuerdo con Moscú sellado en julio de 2022 y que se ha ido renovando periódicamente - la última vez este mayo por un nuevo periodo de dos meses-.