Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
ANÁLISIS

Con estupor y a la defensiva: la izquierda argentina se prepara para resistir el embate del ultra Milei

Panfleto arrojado el día en que Victoria Villarruel, candidata a vicepresidenta de Javier Milei, organizó un acto negacionista en la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires.
10 de octubre de 2023 22:29 h

2

A partir de diciembre, si el ultraderechista Javier Milei asume la presidencia argentina y cumple sus promesas, el sitio de memoria histórica ESMA, el antiguo campo de concentración por el que pasaron unos 5.000 disidentes de la última dictadura militar antes de desaparecer, se convertirá en un lugar para reconocer a “todas las víctimas del terrorismo”. Así lo anunció Victoria Villarruel, la candidata a vicepresidenta de La Libertad Avanza, el micropartido de Milei que ganó las elecciones primarias del 13 de agosto y se perfila como favorito para vencer en la primera vuelta, el 22 de octubre, o en la segunda ronda, el 19 de noviembre.

Villarruel, sobrina de un represor procesado por crímenes de lesa humanidad e hija de un militar golpista de la década de 1980, sería la encargada de las políticas de derechos humanos, seguridad y defensa en una hipotética presidencia de Milei. Aunque el predio de 16 hectáreas que alberga la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA), en un barrio acomodado del norte de la capital argentina, acaba de ser declarado Patrimonio Mundial de la Humanidad por Naciones Unidas, Villarruel ya anticipó que modificará radicalmente su significado.

Las palabras de Milei fueron casi calcadas a las proferidas por el exjefe de la Armada Emilio Eduardo Massera, un feroz represor, en su alegato en el histórico Juicio a las Juntas, en 1985

La ex-ESMA pasaría a contar la “memoria completa”, un viejo caballo de batalla de los negacionistas argentinos que equiparan el terrorismo de Estado, que causó decenas de miles de desaparecidos, asesinados y torturados, con los atentados de organizaciones guerrilleras ERP (trotskista) y Montoneros (peronista), incomparables desde todo punto de vista.

Ofensiva en todos los planos

El giro no será sólo simbólico. Previsiblemente, Villarruel, que ha construido nexos personales con varios represores, incluido el fallecido Jorge Rafael Videla, actuará para desactivar las más de 330 causas de lesa humanidad en instancia de investigación y la docena de juicios orales en ejecución, en los cuales la Secretaría de Derechos Humanos y otros estamentos del Poder Ejecutivo actúan como querellantes. La eventual vicepresidenta también podrá anestesiar el programa de recuperación de identidad de personas robadas por la dictadura cuando eran niños, de las cuales 133 se reencontraron con sus familias a lo largo de 40 años.

El peso de Villarruel en el abordaje de Milei se volvió decisivo. Durante el primer debate presidencial en la ciudad de Santiago del Estero, el 1 de octubre, el candidato presidencial ultraderechista recitó un rosario negacionista. Dijo que “no fueron 30.000 desaparecidos, sino 8.753” y sostuvo que en la década del '70 “hubo una guerra”, en la que “las fuerzas del Estado cometieron excesos, pero los terroristas del ERP y Montoneros mataron, pusieron bombas y cometieron delitos de lesa humanidad”. Sus palabras fueron casi calcadas a las proferidas por el exjefe de la Armada Emilio Eduardo Massera, un feroz represor, en su alegato en el histórico Juicio a las Juntas, en 1985.

La agenda de Milei también contempla la convocatoria a un plebiscito sobre la interrupción voluntaria del embarazo. A su vez, quienes corten una avenida o una carretera en una protesta irán a la cárcel y los policías que cometan ejecuciones de presuntos delincuentes no serán investigados, aunque sean casos de gatillo fácil, porque son “los buenos”, explicitó el postulante extremista.

La promesa económica central de la ultraderecha argentina es la eliminación del peso y la instauración del dólar. Vendrá, además, una nueva ola de privatizaciones, que incluirá a la petrolera YPF y otras empresas que pasaron por manos españolas en las décadas de 1990 y 2000.

Con La Libertad Avanza, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas quedará reducido a su mínima expresión y será conducido por un experto que clonó un caballo de polo que le gusta a Milei. Cuando lleguen las reformas que el economista de la motosierra llama de “segunda y tercera generación”, la salud, la educación y las calles serán privatizadas. Quedará habilitada la venta de órganos y seres humanos.

En el plano internacional, el alineamiento con Estados Unidos e Israel será absoluto. La embajada argentina en Israel será trasladada de Tel Aviv a Jerusalén. Por el contrario, Argentina romperá relaciones a nivel de gobierno con sus dos principales socios comerciales, Brasil y China, porque son “comunistas”. El “imbécil ese que está en Roma”, “el representante del maligno en la tierra”, como Milei definió al Papa Francisco, difícilmente visitará su país en 2024, como tiene previsto.

Estupor en el centroizquierda

La agenda del economista de ultraderecha tiene a la izquierda y los progresistas argentinos en estupor. Milei, por el contrario, no encuentra inhibición para llamar “zurdos de mierda”, “hijos de puta”, “excremento” y “ratas” a sus adversarios.

Aunque hace años que la derecha liderada por Mauricio Macri extremó posiciones, en un burdo juego de acción y reacción con el kirchnerismo —facción del peronismo comandada por Cristina Fernández de Kirchner—, la posibilidad de que este extertuliano de programas televisivos escandalosos se transforme en presidente de Argentina ha puesto a la defensiva colectivos de derechos humanos, sindicales y feministas, sin una estrategia clara.

En ciertos círculos del progresismo y el peronismo, prevalece la idea de que no conviene confrontar directamente con Milei ni establecer una dialéctica de tinte ideológico. El eje, para esta vertiente, debe estar puesto en las consecuencias concretas que tendrán las propuestas de la extrema derecha en la vida cotidiana, como la necesidad de pagar la universidad o el tratamiento médico, o la eliminación de las indemnizaciones por despido. Algunos ensayan cierta comprensión empática con el exotismo de Milei.

Por el contrario, diversos colectivos ya activaron la resistencia. En las últimas semanas, unos 3.000 judíos firmaron un manifiesto para alertar que Milei, quien estaría en tránsito religioso, no malverse el credo. Fue una de las muchas declaraciones conjuntas de artistas, intelectuales, científicos y militantes de derechos humanos.

La postura elusiva del choque frontal parece ser la del candidato presidencial Sergio Massa, un centrista pragmático del peronismo, y de Cristina Fernández de Kirchner. Tras más de dos meses de silencio, la vicepresidenta reapareció en la presentación de un libro el 23 de septiembre, y analizó la victoria de Milei como una respuesta al descontento frente a los gobiernos del conservador Mauricio Macri (2015-2019) y del peronista de centroizquierda Alberto Fernández (2019-2023, al que Fernández de Kirchner desconoce como aliado), que “desordenaron la vida de los argentinos”. “Querer vivir bien no es ni de izquierda ni de derecha”, pontificó la vicepresidenta y expresidenta (2007-2015), en un abordaje desideologizado que ya frecuentó en el pasado.

En parte, el argumento de que hay que eludir aristas fascistoides de Milei radica en la presunción de que refuerzan su identificación como disruptivo, el principal activo que lo llevó a ganar las elecciones primarias obligatorias de agosto. Cuanto más estridente fue el economista, más apoyo pareció conseguir entre jóvenes que afirman estar descreídos de todo.

Respuesta “rápida y masiva”

Mario Wainfeld, histórico columnista político del diario Página 12, abordó el debate hace tres semanas en una intervención televisiva. “En un momento en que están corriendo por derecha los bordes de la democracia, la discusión económica, la política, el modelo de vida, el modelo cultural y el respeto al prójimo, callar es una calamidad”, dijo.

“¿Por qué te tenés que callar? En el caso de derechos humanos, mucho menos. Hubo quien nunca calló y hay un consenso bastante extendido de que hay que protestar, reclamar y tomar la calle. Callar o dejar de manifestarse porque eventualmente eso puede tener un rebote que favorezca electoralmente al otro es de una miopía gigantesca. Nunca hay que bajar la cabeza, nunca hay que callarse, nunca hay que darse por perdido”, sostuvo Wainfeld, uno de los periodistas más reconocidos de la democracia, pocos días antes de fallecer.

En una línea similar se manifiesta la abogada Vilma Ibarra, secretaria Legal y Técnica de la Presidencia, con tradición militante en el centroizquierda. “Los significados se discuten y se disputan. De lo contrario, ellos terminan apropiándose de significados a través de los hechos. Ese señor (Milei) que se dice liberal-libertario es el que está lastimando el concepto básico del liberalismo”, dice a elDiario.es. “El liberalismo concibe que el individuo tiene derechos humanos, civiles y sociales, precisamente, para que no quede inerme frente a acciones de los gobiernos y los poderes. Él viene a avasallar esos derechos”.

La funcionaria, encargada de cuidar la firma del presidente Fernández y miembro de su círculo más cercano, afirma confiar en la victoria de Massa, con quien admite tener diferencias, pero, en caso contrario, si vence la ultraderecha, prevé “una respuesta rápida y masiva frente a políticas que avasallen derechos, en especial, humanos, feministas y laborales”.

Ibarra fue una de las impulsoras de la ley de interrupción libre del embarazo hasta la semana 14 de gestación, aprobada en 2020. Estima que las “redes de mujeres, que se extienden de forma horizontal, van a reaccionar cuando se pretenda avanzar brutalmente sobre el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, o sobre la ley de educación sexual integral”.

Por su parte, Manuel Goncalves, robado cuando era bebé por la dictadura y con identidad restituida en 1997, asegura no tener “ninguna duda de la fuerza y la organización que tienen los organismos de derechos humanos para resistir cualquier embate”. Prosecretario de la organización Abuelas de Plaza de Mayo, Goncalves explica a elDiario.es que “los organismos de derechos humanos se construyeron con discusiones largas, lo que les da mucha capacidad de resistencia, siempre en el marco de la Constitución y la ley”.

“Durante el Gobierno de Mauricio Macri (2015-2019) ya tuvimos un presidente y funcionarios que esbozaban desprecio por la lucha de los derechos humanos. La mejor respuesta es que hay más de 1.000 represores condenados, con todas las garantías de la ley, y que Naciones Unidas designó al sitio de la ex-ESMA como Patrimonio de la Humanidad”, sostuvo Goncalves.

Goncalves señala la demanda de la organización a la candidata a vicepresidenta de Milei. “A Villarruel le vamos a reclamar que, ya que fue de visita a la cárcel a ver a los genocidas, les pida que rompan el pacto de silencio sobre el destino de los desaparecidos y los 300 nietos que todavía no recuperaron su identidad”.

Tanto Ibarra como el directivo de la organización Abuelas de Plaza de Mayo advierten que la avanzada de un gobierno de ultraderecha se puede dar a partir de decisiones institucionales, algunas de tipo burocrático, que lesionen políticas estatales a través del desfinanciamiento. “Veremos cuánto pueden hacer, porque hay leyes por cumplir”, dice Goncalves.

“No les va a ser fácil arrasar con políticas de memoria histórica. Hoy estamos trabajando con gobiernos y organizaciones de México, Uruguay, España y Alemania que tienen a Argentina como referente en políticas de identificación de desaparecidos y restitución de identidad”, dice el nieto recuperado número 57, hace 26 años.

Con Milei en el gobierno, Ibarra no descarta una ofensiva de violencia estatal. “Ha sido un hombre que ha demostrado gestos muy violentos contra quienes lo contradijeron, en especial contra las mujeres; la candidata a vice niega aberraciones en un país que ha tenido 30.000 desaparecidos; quieren eliminar derechos laborales. No me gusta plantear esquemas de miedo, pero es previsible que haya mucha conflictividad social, porque la sociedad no se va a quedar inerme”, argumenta. “Espero que, si llegan a gobernar, tengan el apego a la Constitución y a la ley”.

“Las Abuelas tienen dolor de comprobar que una lucha por la democracia termina devolviendo personajes como estos que la desprecian”, dice Goncalves.

Nuevo mapa político

Las primarias obligatorias de agosto marcaron una inesperada victoria de Milei, con 29,8% de los votos, seguida por la suma de los dos postulantes de Juntos por el Cambio (derecha), con 28%, y Unión por la Patria (peronismo y centroizquierda), con 27,2%. Este triple empate desarticuló a la alianza de derecha tradicional, que se veía ganadora y ahora perdió su principal factor de cohesión, que era ser el principal instrumento para derrotar al kirchnerismo. La aguerrida Patricia Bullrich, ganadora de las primarias conservadoras, se enfrenta a una perceptible fuga de votos, por lo que las encuestas señalan que una segunda vuelta entre Milei y Massa es la hipótesis más probable. El resultado, no obstante, está abierto, y no habría que descartar un triunfo de la ultraderecha en primera vuelta.

El sistema político parece haber asumido que el escenario de partidos cambiaría drásticamente con Milei en la Casa Rosada. Su liderazgo atraería a estamentos de Juntos por el Cambio, en especial, los que responden a Macri y Bullrich, pero otros sectores centristas pasarían a la oposición. El peronismo quedaría previsiblemente como la principal oposición, pero tampoco estaría exento de divisiones. De hecho, sectores sindicales de derecha ya se acercaron al economista ultra, y el mismo camino podrían seguir gobernadores e intendentes ideológicamente ubicuos.

La reconfiguración del mapa alcanzaría a las fuerzas de centroizquierda y progresistas. La irrupción de los Kirchner (Néstor y Cristina), hace 20 años, generó una entusiasta adhesión de gran parte de esa pertenencia ideológica, aunque mermó con los años por el estancamiento económico vigente desde 2012 y la corrupción. La deriva más reciente de Cristina Fernández de Kirchner al situarse como opositora de su propio gobierno abrió nuevas grietas en el terreno de la izquierda.

Un factor histórico contribuye a la dificultad de definir el perfil del progresismo: el eclecticismo ideológico de los que fueran los dos principales partidos durante décadas, la Unión Cívica Radical (UCR) y el Partido Justicialista (PJ, peronismo). A lo largo de décadas, ambas fuerzas fueron casi todo en términos identidad programática, a veces, en simultáneo.

La divisoria de aguas dentro del progresismo generada por los Kirchner podría alcanzar un punto de inflexión si gana Milei. A ello parece apuntar Massa, cuando habla de un gobierno de “unidad nacional” que comprenda a un arco ideológico variado. El candidato peronista hoy es un aliado táctico de la menguante Fernández de Kirchner, pero nadie debería apostar mucho por la estabilidad de esa relación.

“Hay un vacío muy grande en un país que hace muchos años no da solución a problemas acuciantes, que fueron agravados por la pandemia y la crisis de la deuda”, reconoce Ibarra. “Nadie vota para que le quiten derechos laborales, aguinaldo y vacaciones pagadas. Hay fenómenos psicológicos, políticos y sociales a los que la política no ha sabido dar respuesta, y eso lleva a la gente a buscar un cambio radical. Milei tiene éxito en presentarse como un outsider, aunque claramente no lo es”.

Para Ibarra, un cambio drástico de las articulaciones políticas es imperioso. “No solo creo que el sistema se va a reconfigurar, sino que debe hacerlo para recuperar el diálogo como herramienta para solucionar problemas muy de fondo”, dice.

Que el cambio del mapa político se haga con Milei y Villarruel fuera o dentro de la Casa Rosada determinará el futuro de Argentina en los próximos años. 

Etiquetas
stats