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Fuera de España ven las cosas peor que Rajoy

Carlos Elordi

Desmintiendo las maniobras de distracción y las ocultaciones que prodiga el Gobierno de Madrid al respecto, las informaciones y análisis que circulan en los medios internacionales indican que Europa está muy lejos de haber llegado a un acuerdo sobre cómo ayudar a España y también que la crisis de la deuda, y del euro, podría volver a estallar en breve en los mercados. La realidad, que es mucho más dura y compleja de cómo nos la pintan por aquí, podría dejar otra vez a Rajoy con cara de no haberse enterado de nada.

Bastantes medios españoles han abusado del titular de que esta semana es “crucial” para el futuro de la crisis española. La impresión generalizada en los medios extranjeros es que lo más probable es que esta semana no se logre nada decisivo en esa dirección. Según ha venido vendiendo el Gobierno, el viernes 28 deberían disiparse buena parte de las dudas que existen sobre España: ese día nuestro país presentará en Bruselas el plan de reformas estructurales –que excluyen cualquier nuevo recorte- que el ministro De Guindos ha pergeñado como contrapartida de las ayudas europeas que según todos los expertos, en este caso también españoles, necesitamos como el agua y lo más pronto posible. Y también se hará pública la auditoría que ha llevado a cabo la consultora privada Oliver Wyman sobre la cantidad de dinero que nuestros bancos necesitan para recapitalizarse.

Pues bien, la opinión de muchos analistas es que el paquete de reformas –que según el diario francés Les Echos no ha sido elaborado en Madrid sino que “ha sido impuesto por Bruselas”- no va a resolver mucho, que para tranquilizar a Alemania, a Finlandia, a Austria o a Holanda y animarles a poner dinero, hará falta más. “Madrid querría mantener la apariencia de que conserva su soberanía, pero para que haya acuerdo con esos países, además de las reformas estructurales, harán falta medidas fiscales”, ha dicho tajantemente un editorial del Financial Times, indicando que serán precisos nuevos recortes y sugiriendo que éstos podrían venir del lado de las pensiones.

No hay tampoco muchas esperanzas de que el informe sobre las necesidades de la banca vaya a ser el bálsamo para los mercados y para los Gobiernos europeos que los portavoces del gabinete de Rajoy preconizan. El Wall Street Journal ha adelantado la cifra que proporcionará Oliver Wyman: serán 62.000 millones de euros, una cantidad que permitirá al Gobierno decir que las cosas no están tan mal porque sobran 38.000 millones de los que se pidieron a Bruselas. Pero muchos no se la van a creer. “Los mercados son escépticos respecto del informe Wyman”, afirma el Wall Street Journal: “La mayoría de los analistas cree que harían falta más de 100.000 millones. Y lo que es peor, que el plan de recapitalización no va a resolver los problemas de fondo de la banca española. Rajoy no va a tener más remedio que convencer a los mercados. Porque otra reforma bancaria a medias que obligue a una nueva recapitalización el año que viene puede ser calamitosa para España y para la eurozona. Los mercados han concedido dos veces el beneficio de la duda a Rajoy. No lo van a volver a hacer”.

No deja de ser curioso que Mariano Rajoy visitara el lunes en Nueva York la sede del Wall Street Journal, portaestandarte del neoliberalismo norteamericano y, por tanto, poco sospechoso de animosidad izquierdista contra el Gobierno del PP. Pero un caso más llamativo aún del escaso éxito de esas operaciones de relaciones públicas ha sido el encuentro del rey con los responsables del New York Times que tuvo lugar también el lunes y en el que, según La Zarzuela, Juan Carlos se quejó de que el diario exagera las informaciones negativas sobre España. Porque hoy, 24 horas después, el New York Times titula en primera: “España va para atrás y el hambre obliga a la gente a buscar comida en los cubos de la basura”.

Para empañar aún más la idílica lectura que el Gobierno hace de sus posibilidades en Europa, Grecia, que parecía olvidada, vuelve a enturbiar el panorama. El Suddeutsche Zeitung acaba de revelar –y los demás periódicos alemanes, en una práctica que aquí se desconoce, han recogido esa información citando la fuente- que Atenas no puede cumplir con sus compromisos, que necesita más dinero y, al menos dos años más, algo a la que Berlín se opone férreamente. Y que si no los obtiene, la quiebra de Grecia puede ser inminente. Ekathimerini, un diario ateniense, abre diciendo que también Christine Lagarde, la directora del FMI, cree lo mismo. Y más de un analista añade que el Gobierno portugués, al que la presión de la calle ha obligado a tragarse su aumento de 7 puntos de las cotizaciones de los trabajadores a la Seguridad Social, puede verse obligado a pedir un nuevo rescate.

En definitiva, que la relativa tranquilidad que desde hace un mes conocen los mercados puede acabarse dentro de no mucho. Angela Merkel se ha valido de esa calma para evitarse nuevos disgustos internos –sobre todo en su coalición de centro-derecha, en donde crece la inquietud- al no tener que pedir a su parlamento que apruebe más dinero para España y para los demás. Rajoy lo ha hecho para encarar las elecciones gallegas sin haber anunciado nuevos recortes. Pero puede que ese idilio dure poco.

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