La española Silvia Arrastia llamó a todas las puertas que pudo hasta conseguir los documentos que daban luz verde a su familia política, amenazada por los talibanes, para salir de Afganistán. Este viernes, sus seres queridos, entre los que había varios menores, permanecieron durante horas frente a la puerta Abbey Gate del aeropuerto de Kabul. Gritaron “España”, como les habían indicado, y solo encontraban silencio; intercambiaron fotos con personal del operativo para tratar de encontrarse, hasta que la explosión lo paralizó todo. Sus nombres formaban parte de la lista de evacuados, pero se quedaron atrás.
“Estamos decepcionados y muy tristes”, dice Arrastia, con la voz rota, al otro lado del teléfono. Los 14 familiares de su marido, refugiado en España después de huir de Afganistán por las amenazas de los talibanes, se encuentran entre las decenas de miles de personas que no han podido abandonar el país en las misiones internacionales de evacuación, a pesar de haber colaborado con sus gobiernos o haber accedido a salvoconductos por razones humanitarias.
El Gobierno español ha dado por finalizada la misión tras haber trasladado a 2.206 personas a la base aérea de Torrejón, entre las que se encuentran colaboradores afganos –y sus familias– de las Fuerzas Armadas y la Cooperación Española, así como a ciudadanos del país vinculados con España por otros motivos o con un perfil vulnerable. La cifra también incluye personal que trabajó con EEUU, la OTAN, la UE y Portugal.
Como ya había anticipado la ministra de Defensa, la operación ha terminado sin haber sacado a todos los afganos incluidos en los listados del Gobierno. Un portavoz del Ministerio de Exteriores reconoce a elDiario.es que ha dejado en tierra a ciudadanos que contaban con salvoconductos expedidos en la última semana para salir del país, aunque no quiere dar la cifra por “razones de seguridad”.
La desesperación de cientos de personas agolpadas a las puertas del aeropuerto, unida a los controles de los talibanes y el aumento de la “violencia” utilizada por estos, complicaba cada vez más el acceso a los aviones, según explicó Margarita Robles. La explosión en las inmediaciones del recinto, que acabó con la vida de al menos 170 personas –entre ellos, 13 militares estadounidenses–, precipitaron la salida de los contingentes occidentales, ante el riesgo de nuevas explosiones.
Quienes se quedan atrás
La familia política de Silvia no quería volver a vivir huyendo. Después de perder a un hijo a manos de los talibanes, tuvieron que abandonar su casa y se convirtieron en desplazados internos dentro de las fronteras de Afganistán. Su familia fue señalada como colaboradora de gobiernos extranjeros y pasaron años escapando de un lugar a otro, hasta conseguir mudarse a Kabul, una de las ciudades más seguras del país, pero la victoria de los talibanes lo ha cambiado todo: “Estamos muy preocupados. No sabemos qué va a pasar ahora”.
El padre, la madre, los hermanos y los sobrinos menores del marido de Silvia pasaron horas entre los cientos de personas que rogaban entrar en el interior del aeropuerto.
“El miércoles por la tarde, cuando los talibanes reforzaron los controles, ya estaban yendo para allí. Consiguieron pasar los check point, no sabemos cómo y empezaron a esperar en Abbey Gate”, cuenta Arrastia. Desde las seis de la mañana de este jueves, el día del atentado, sus allegados ya estaban en comunicación con personal del operativo español de evacuación. “Estaban en la lista, estaban en contacto con ellos, se mandaban fotos mutuamente y estaban en la misma puerta”, indica la mujer, con un timbre de voz que evidencia su cansancio. “Llevaban cuatro horas: 'España, España España', pero solo estaban los soldados estadounidenses. Ellos solo llamaban a los americanos y no hacían ninguna gestión por nosotros”.
Tras cuatro horas de espera, una fuerte explosión disparó la desesperación y acabó por cerrar la puerta a esta familia afgana. “Estuvieron en la puerta durante horas y, tras el atentado, fue un caos. Nos cuentan que todo el mundo se cayó y todo el mundo empezó a huir, pisándose unos a otros... ”, detalla la española. Esa noche la pasaron con la esperanza de que, como no habían podido continuar en los alrededores del aeropuerto ante el riesgo de un nuevo atentado, alguien les llamaría para indicarles cómo proceder. A la mañana siguiente, se chocaron con el titular que temían desde hacía días: 'España da por finalizada la evacuación de Afganistán'.
“No han podido y la evacuación ha terminado hoy”, dice también Jahid (nombre ficticio) a elDiario.es en un escueto mensaje. El pasado lunes, este afgano residente en España que colaboró con las Fuerzas Armadas rellenaba nervioso los documentos necesarios para solicitar a la Embajada un salvoconducto para sacar a su padre y a otros tres familiares de Afganistán. El papel llegó a tiempo, pero sus seres queridos no lograron entrar en el aeropuerto antes del final de la misión española de evacuación. También se quedaron atrás.
Jahid prefiere no contar los detalles de lo sucedido, pues teme que cualquier movimiento desencadene represalias contra su padre: “Estamos destrozados”.
Prometen otras “vías”
Pedro Sánchez ha asegurado que España “buscará vías” para seguir evacuando a colaboradores y ha prometido que no se va a abandonar a Afganistán, ahora que los talibanes controlan el país, aunque no ha dado detalles sobre las opciones estudiadas para lograrlo. Según expresó en su comparecencia de este viernes, el Gobierno trabajará “sin pausa” y “de manera discreta” para repatriar a los colaboradores afganos que se han quedado atrás.
De momento, la Embajada no se ha puesto en contacto con los familiares de Silvia ni Jahid para buscar otro camino que les permita salir del país. “Nadie nos ha dicho nada. Solo hemos visto en los medios que la operación había sido un éxito”, dice Arrastia, quien espera que el Gobierno cumpla su palabra y abra un nuevo mecanismo para que su familia, y tantos otros, puedan salir del país: “Confío en la palabra del presidente, que van a poner todos los medios a su disposición para activar una vía alternativa”, añade.
Algunos países han realizado estimaciones sobre el número de colaboradores que han dejado en Afganistán. El ministro de Defensa de Reino Unido, Ben Wallace, expresó su “profundo pesar” por no haber podido incluir a “entre 800 y 1.100 afganos”, así como a alrededor de 100 británicos. Wallace también ha hablado de otra opción para favorecer el traslado de estas personas a Gran Bretaña, a través de lo que ha denominado como “segunda fase” de la operación, basada en un plan de reasentamiento de ciudadanos afganos que, dice, se mantendrá “indefinidamente”.
Es decir, el Ministerio de Defensa británico plantea que, en el caso de que los colaboradores afganos puedan llegar a otros países, el Reino Unido podrá procesar su traslado desde estos lugares, informa BBC. No obstante, los refugiados no tienen fácil su acceso a los Estados vecinos para pedir protección, pues ni Pakistán ni Irán han abierto sus fronteras para recibirlos, según informa una portavoz del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) a elDiario.es.
Pakistán no está permitiendo la entrada de refugiados afganos sin documentos, una decisión que anunció Islamabad un día después de que los talibanes tomasen Kabul el pasado 15 de agosto, según publica EFE. Este viernes, al menos un afgano murió y otros tres resultaron heridos tras ser tiroteados por las fuerzas de seguridad de Pakistán cuando intentaban huir de Afganistán.
El Gobierno de Francia, que ha evacuado a cerca de 2.500 personas, también ha hablado de una futura “segunda fase” para sacar del país a más colaboradores afganos. “Habrá una segunda fase, que gestionaremos con los demás países europeos y la comunidad internacional, en particular con el ACNUR [Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados]”, que afectará a “los refugiados que abandonarán Afganistán en el futuro”, ha dicho sin dar más detalles.
Fuentes de Acnur, que cuenta con oficina en Afganistán con cerca de 900 empleados, aseguran que no han formado parte de las misiones internacionales de evacuación. La Agencia de la ONU para los Refugiados ha insistido en solicitar a los países vecinos que abran sus fronteras para los ciudadanos afganos que necesitan pedir protección.
La cifra de colaboradores afganos y familiares que Alemania ha dejado en Afganistán alcanzaría las 5.000 personas, según una investigación publicada por la Red de Patrocinio del Personal Afgano, un colectivo fundado por tropas alemanas, según ha publicado Reuters.
“El fin del puente aéreo no debe significar el fin de los esfuerzos para proteger a los ayudantes afganos y ayudar a los afganos que han quedado en una situación de mayor emergencia con la toma del poder de los talibanes”, ha dicho Angela Merkel ante el Parlamento alemán. Según la canciller, su Gobierno está “ trabajando intensamente a todos los niveles para encontrar la manera de proteger” a los afganos que han apoyado a sus fuerzas. Merkel cita la posibilidad de realizar más adelante una “operación civil” en el aeropuerto de Kabul. Por otro lado, una investigación del New York Times estimó que, a fecha de 25 de agosto, aún faltaban 250.000 ciudadanos pendientes de evacuar por Estados Unidos.
Hay dos palabras pronunciadas este viernes por Pedro Sánchez que Silvia Arrastia ha recibido como un fuerte golpe en el estómago: “Misión cumplida”. Las ha leído en un tuit del presidente español después de confirmar que, tras días de trámites y espera frente al aeropuerto, su familia política, amenazada por los talibanes, no lograron acceder a la zona de evacuación: “¿Cómo puede decir misión cumplida? ¿Cómo puede decir que ha sido 'un éxito' si ha dejado a gente colgada? No sé cómo puede hablar eso. Es faltar el respeto a la gente que se ha quedado ahí y la gente que ha dado su vida ahí”, dice dolida.