El Gobierno israelí, liderado por un Benjamin Netanyahu cada vez más radical junto a una coalición de formaciones ultraortodoxas y de extrema derecha, está considerado como el más ultra de la historia de Israel. La ofensiva en Gaza, que suma más de 10.300 muertos en un mes y ha sido criticada por violar el derecho internacional humanitario, ha evidenciado las posiciones radicales de muchos de los ministros del Gobierno.
El objetivo declarado de algunos ministros de gabinete es crear un Estado israelí que ocupe todo el territorio, así como la expulsión de la población palestina. Otros juegan con el uso de la bomba nuclear, la negación de la existencia de civiles y el castigo colectivo, entre otras medidas.
Itamar Ben Gvir, ministro de Seguridad Nacional
Itamar Ben Gvir, líder del partido de ultraderecha Poder Judío, es uno de los políticos más extremistas de Israel. “Mientras Hamás no libere a todos los rehenes, lo único que tiene que entrar en Gaza son centenares de toneladas de explosivos de la Fuerza Aérea, ni un gramo de ayuda humanitaria”, señaló el ministro en redes sociales apoyando un castigo colectivo a toda la población civil de Gaza. El ministro, señalado por el fallo de seguridad tras el ataque de Hamás, se ha dedicado en las últimas semanas a entregar y facilitar la concesión de licencias de armas a la población civil.
Ben Gvir se inició en la política en un grupo de extrema derecha que fue declarado organización terrorista por EEUU y vetado de la política israelí. Las autoridades consideraban a Ben Gvir tan radical que incluso el Ejército rechazó su ingreso en las fuerzas armadas. Vive en uno de los asentamientos ilegales construidos por Israel en territorio ocupado y en su salón tenía colgado un retrato de Baruch Goldstein, un terrorista sionista que asesinó a 29 musulmanes en una mezquita en Hebrón. “Es un héroe”, dijo en una entrevista en los 90. También rechazó los Acuerdos de Oslo –que crearon la Autoridad Palestina– y atacó el coche del primer ministro, Isaac Rabin, tras su firma por considerarlo una traición.
Su partido, el segundo más grande en la coalición de Gobierno solo por detrás del Likud del primer ministro, Benjamin Netanyahu, apuesta por la anexión de Palestina. “Imposición de la soberanía sobre todas las partes de la tierra de Israel que fueron liberadas en la Guerra de los Seis Días”, señala el programa, que apuesta también por “expulsar a los enemigos de Israel de nuestro país”. “La población judía volverá a Sion y los enemigos de Israel volverán a sus países de origen”, sostiene en una clara referencia a la población árabe.
Amichai Eliyahu, ministro de Patrimonio
Amichai Eliyahu, ministro también del partido Poder Judío, ha señalado esta semana que “no hay no combatientes en Gaza” y que, por tanto, un ataque nuclear “es una posibilidad”. Netanyahu tuvo que desautorizar a su ministro, asegurando que Israel actúa de acuerdo con el derecho internacional humanitario en la protección de civiles. Sin embargo, hasta el secretario general de la ONU ha criticado a Israel por violar las leyes de la guerra y convertir Gaza en “un cementerio de niños”.
El ministro no ha sido expulsado del Gabinete y en un intento de rectificación dijo que estaba hablando en “sentido metafórico”, “aunque se necesita una respuesta fuerte y desproporcionada contra el terrorismo que aclare a los nazis y a sus seguidores que no merece la pena”. Eliyahu cree que la “Línea Verde [demarcación tras el armisticio de 1949] es ficticia”. “Esta es nuestra patria. Aquí surgió el pueblo judío. La actitud del Estado de Israel de que aquí hay dos Estados es un error. Deberíamos imponer nuestra soberanía en Judea y Samaria [Cisjordania]”, afirmaba en 2019, antes de entrar en el Gobierno.
Eliyahu también ha difundido en redes sociales un mensaje celebrando la destrucción en Gaza. “El norte de Gaza está más bonito que nunca. Volar y aplastar todo. Es un regalo para los ojos”, escribió en Facebook atribuyendo la cita a ‘un soldado en Gaza’.
“Tenemos que hablar del día después. En mi opinión, habrá que dar terrenos a todos aquellos que lucharon por Gaza durante años y aquellos desahuciados de Gush Katif”, añade citando a alguien ‘sin uniforme’. Gush Katif era una región del sur de la Franja de Gaza donde había varias colonias israelíes antes de la retirada de la zona en 2005.
Bezalel Smotrich, ministro de Finanzas
“Tenemos que ser crueles y no pensar demasiado en los rehenes [en Gaza]. Es hora de la acción”, dijo el ministro de Finanzas en una reunión del Gobierno filtrada a la prensa y cuya oficina no ha desmentido. Su ministerio es uno de los más influyentes y ejerce el control absoluto de casi dos terceras partes de Cisjordania, donde defiende la creación de “zonas de seguridad” cerca de los asentamientos ilegales en las que “se impida la entrada a los árabes”.
Smotrich justifica su posición sobre las 'zonas de seguridad' en la protección de los colonos ante los palestinos, pese a que entre el 7 de octubre y el 2 de noviembre, los colonos han matado a 8 palestinos. “Hemos documentado que en muchos de estos incidentes, los colonos iban acompañados de miembros de las fuerzas armadas israelíes o los colonos llevaban uniformes y rifles”, afirmó la portavoz de la Oficina de Derechos Humanos de la ONU. “Junto con la casi total impunidad por la violencia de los colonos, nos preocupa que los colonos armados hayan estado actuando con la aquiescencia y colaboración de las fuerzas y autoridades israelíes”.
Smotrich se opone también a la entrega del dinero de impuestos recaudado por Israel en nombre de la Autoridad Palestina, lo que pondría en grave peligro la situación y estabilidad en Cisjordania. “Hay quien piensa que mientras nuestros heroicos soldados y comandantes sacrifican sus vidas por la defensa de la patria, deberíamos transferir dinero a este enemigo despreciable en Judea y Samaria. No repetimos errores por los que hemos pagado caro”. Smotrich ya afirmaba en 2015 que le preocupaba más la Autoridad Palestina que Hamás, que incluso consideraba “un activo para Israel”.
El ministro se hizo célebre por un panfleto titulado El plan decisivo de Israel, publicado en 2017, en el que abogaba directamente por la expulsión de la población palestina que no reconociese la supremacía judía sobre los territorios ocupados, recordaba el catedrático Ignacio Álvarez-Ossorio en un análisis para elDiario.es. “Quienes decidan no renunciar a sus ambiciones nacionales recibirán ayuda para emigrar a uno de los muchos países donde los árabes hacen realidad sus ambiciones nacionales o a cualquier otro destino del mundo”. En las negociaciones para la formación del actual Ejecutivo, Smotrich exigió que el programa de gobierno reconociese que “el pueblo judío tiene el derecho exclusivo e indiscutible a todas las partes de la tierra de Israel”, que incluye los territorios ocupados palestinos.
“El derecho de la ‘nación’ palestina a existir se basa en la negativa de la existencia de Israel como Estado judío. Por eso las posibilidades de alcanzar un acuerdo de paz con los palestinos basado en la continuidad de estas dos aspiraciones nacionales en conflicto mediante una división geográfica artificial y en el reconocimiento palestino del Estado judío son prácticamente nulas”, opina Smotrich, cuyo plan se basa en “grabar en la conciencia de la otra parte que no hay opción para la creación de un Estado árabe en la tierra de Israel [y conseguirlo] a través de la ‘solución de los asentamientos”.
Orit Strock, ministra de Misiones Nacionales
Orit Strock, del Partido Sionista Religioso que preside Smotrich, decía unos meses antes de la ofensiva en Gaza que “no hay duda de que la Franja de Gaza es parte de la tierra de Israel y llegará el día en el que volvamos a ella”.
Strock es una integrante destacada en la comunidad de colonos en territorio ocupado y fue ampliamente criticada por comparar los servicios de seguridad del país con el grupo de mercenarios ruso Wagner por denunciar los ataques de colonos a comunidades palestinas. “¿Quiénes son para hacer ese tipo de declaraciones? ¿Quiénes son? ¿El grupo Wagner?”, dijo el pasado mes de junio. “Es una desgracia tildarlo [ataques de colonos] de terrorismo nacionalista”, añadió. Después pidió disculpas por la comparativa, pero afirmó: “Si bien han de ser aplaudidos por su dedicación, no tienen que estar predicando moral, sino generando seguridad”.
Los ministros del Likud
Varios ministros del partido mayoritario han sido criticados por sus declaraciones sobre la ofensiva. El ministro de Defensa, Yoav Gallant, fue quien ordenó al comienzo de la guerra el “asedio completo” de la Franja de Gaza. “No habrá electricidad, comida, combustible. Todo está cerrado. Luchamos contra animales humanos y actuamos como tal”.
El ministro de Exteriores, Eli Cohen, ha sido una de las voces más críticas contra el secretario general de la ONU, António Guterres, por criticar los crímenes de guerra de Israel. “¡Debería darle vergüenza, António Guterres!”, escribió en redes sociales. “Hamás es el problema en Gaza, no las acciones de Israel para eliminar esta organización terrorista”. Cohen también ha sugerido una ocupación de Gaza cuando termine su ofensiva: “Al final de la guerra, no solo Hamás no estará en Gaza, sino que el territorio de Gaza también se reducirá”.
Por su parte, el ministro de energía, Israel Katz, también rechazó cualquier tipo de asistencia a los civiles. “¿Ayuda humanitaria a Gaza? Ningún interruptor eléctrico se encenderá, ningún grifo de agua se abrirá y ningún camión de combustible entrará en Gaza hasta que los rehenes israelíes vuelvan a casa”, afirmó. “Humanitarismo por humanitarismo. Nadie nos puede predicar moral”.