Sin mayores sorpresas, los conservadores de la CDU/CSU (la Unión Cristianodemócrata y su hermano en Baviera, la Unión Socialcristiana) han ganado con holgura las elecciones al Parlamento Europeo. En unos comicios marcados por el castigo al Gobierno de Olaf Scholz y el ascenso de la extrema derecha, los de Ursula von der Leyen y Manfred Weber se han hecho con un 30% de los votos, lo que los convierte de nuevo en una de las mayores delegaciones nacionales en la Eurocámara con 29 escaños, y un peso pesado del Partido Popular Europeo (PPE).
Mucha más expectación que el ganador generaba la batalla por el disputado segundo puesto, que al final se decanta para el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), que saca músculo a pesar del viento en contra: obtiene 15 asientos en el hemiciclo europeo con el 15,9%, dos puntos por encima del Partido Socialdemócrata (SPD) del canciller Scholz, que ha logrado el 13,9% (14 escaños).
También por detrás de la extrema derecha, en otro duro golpe, se sitúan Los Verdes, que quedan en cuarto lugar con el 11,9% y 12 asientos, mientras que los liberales del FDP apenas cosechan un 5,2% (cinco eurodiputados).
Los resultados suponen un castigo para los partidos de la coalición gobernante: el SPD, Los Verdes y el FDP, que pierden apoyo respecto a las últimas elecciones europeas y también las últimas generales. La alianza “semáforo”, que se hizo con el poder tras los comicios de 2021 que pusieron fin a la era Merkel, vive horas bajas mientras hace frente a múltiples dificultades, desde la guerra de Ucrania hasta la crisis del coste de la vida. La CDU es el principal partido de la oposición en el Bundestag, la cámara baja alemana, pero en estas elecciones ha vuelto a demostrar su fuerza. “Es un gran éxito”, ha dicho Friedrich Merz, líder de la CDU. “Hemos hecho una gran campaña. Con estas elecciones europeas hemos vuelto, estamos en la primera posición con gran diferencia”.
El 13,9% logrado por los de Scholz es el peor resultado electoral de la SPD en unos comicios europeos. “En realidad, el SPD aguanta respecto a las anteriores europeas, es un resultado mediocre pero tampoco es una caída enorme. Sí que se desploman Los Verdes, a los que ha pasado mucha factura estar en el Gobierno”, dice a elDiario.es Guillermo Íñiguez, analista de política europea.
Otra de las grandes protagonistas de la jornada es BSW, la nueva formación política lanzada por Sahra Wagenknecht, expolítica de Die Linke (La Izquierda), que ha debutado este domingo en las urnas. BSW, que irrumpe con un 6,2% de los votos (seis asientos), se caracteriza por tener posicionamientos que entran dentro de lo que en España hace tiempo se denomina “rojipardismo”: combina ideas de izquierdas o socialdemócratas en lo social y económico con planteamientos conservadores en cuestiones como la inmigración, el cambio climático o los asuntos relacionados con la denominada “guerra cultural”.
Por detrás, con menos de la mitad del porcentaje de votos (el 2,7%, tres escaños), se sitúa el anterior partido de Wagenknecht, Die Linke, que sigue la estela de varias elecciones en retroceso. El rayo de esperanza para el partido de izquierdas en esta cita con las urnas ha sido su candidata Carola Rackete, que ocupaba el segundo lugar en la lista detrás del principal candidato, Martin Schirdewan. Rackete, una activista ecologista recién llegada a la política, se hizo mundialmente conocida en 2019 cuando era capitana del barco de la ONG Sea Watch, tras atracar sin permiso con medio centenar de migrantes rescatados en Lampedusa, desafiando al entonces ministro del Interior italiano, el ultra Matteo Salvini.
Los partidos pequeños se benefician de que en las elecciones europeas no hay que superar la barrera del 5% de representación que sí existe en el resto de comicios en Alemania. Son los casos de formaciones muy minoritarias como Electores Libres (FW), de centroderecha, y el paneuropeo Volt (ambas sacan tres escaños), así como El Partido (Die Partei), surgido de la redacción de una revista satírica, el Partido de la Protección Animal (Tierschutzpartei), el Partido Ecológico-Democrático (ÖDP), el Partido de las Familias y el Partido del Progreso (PdF).
Los colíderes de AfD han celebrado como un “gran resultado” el ascenso al segundo puesto, mientras que los socialdemócratas ha hablado de “tarde amarga”, según ha dicho la candidata principal del SPD al Parlamento Europeo, Katarina Barley.
Ha sido una gran noche para el partido xenófobo y euroescéptico AfD, que logra un máximo histórico en unas elecciones a escala nacional, aunque inferior a los índices que ha llegado a lograr en las encuestas, en las que el partido se había ido debilitando a medida que veía sacudido por un escándalo tras otro. El último gran tropiezo fue a las puertas de las elecciones con las polémicas declaraciones de su cabeza de lista y estrella emergente, Maximiliam Krah, que aseguró en una entrevista que no todos los miembros de las SS nazis eran “criminales”. Estas palabras provocaron que Marine Le Pen y Matteo Salvini rompieran con la formación tras años yendo de la mano, así como la expulsión de la delegación de AfD del grupo parlamentario más ultra de la Eurocámara, Identidad y Democracia (ID). AfD retiró de la campaña a Krah, quien también se vio obligado a dimitir como miembro de la dirección del partido.
La campaña de AfD se ha visto igualmente ensombrecida por escándalos de corrupción y por las investigaciones por presuntos vínculos con China y Rusia. Además, la Justicia ha dado la razón a los servicios de seguridad nacionales al clasificar al partido ultra como organización sospechosa de extremismo, lo que en consecuencia permite su vigilancia –en algunos estados federados, AfD y también sus juventudes no son solo sospechosos, sino casos probados de extrema derecha–. La formación ultra también se ha enfrentado a un intenso escrutinio y a protestas callejeras masivas después de las revelaciones periodísticas sobre una reunión a la que asistieron altas figuras del partido con miembros de la órbita nazi y donde se habló planes para deportaciones masivas.
Además de a su grupo de votantes incondicional, algunos politólogos explican que AfD también llega a un bloque de ciudadanos más amplio que está insatisfecho con los principales partidos. Según las encuestas a pie de urna de Infratest dimap, el apoyo a la formación ultra se ha disparado entre los votantes menores de 25 años se ha disparado, mientras que el respaldo a Los Verdes ha caído en picado.
“El resultado de AfD no es tan sorprendente. En estos últimos cinco años han crecido mucho. Lo que pasa es que está adaptando el Parlamento Europeo a la realidad política alemana en los últimos años. Es más un reajuste que un cambio radical”, dice Íñiguez. “Es verdad que AfD sube mucho, sobre todo en el este, pero en cierto modo es más una consolidación de lo que ya era evidente que una sorpresa”. Además, añade, “parece que el partido de Sahra Wagenknecht saca bastantes votos, sobre todo en el este. En otoño habrá tres elecciones en estados del este y por lo menos en uno, en Turingia, podría gobernar, lo que sí sería un gran cambio de paradigma en Alemania”.
El ambiente preelectoral en Alemania ha estado empañado por los ataques contra políticos o voluntarios. En abril, el eurodiputado y principal candidato socialdemócrata de Sajonia en los comicios europeos, Matthias Ecke, resultó gravemente herido en Dresde al ser agredido mientras pegaba carteles electorales. Días después, la titular de Economía y exalcaldesa de Berlín, la socialdemócrata Franziska Giffey, resultó herida leve al ser golpeada en la cabeza en una biblioteca. Algunos políticos de AfD también han sido atacados, como Martín Schmidt, diputado en el parlamento regional de Mecklemburgo-Antepomerania.
Alemania, el Estado más poblado de la UE, es el país que más eurodiputados elige, 96 en total. Unos 60,9 millones de personas han estado llamadas a las urnas. Los menores han podido ejercer por primera vez su derecho al voto a partir de los 16 años.
En las anteriores elecciones a la Eurocámara, celebradas en 2019, también venció la CDU (28,9%), a la que siguieron como segunda fuerza Los Verdes (20,5%) mientras que el SPD se quedó en un 15,8%. En aquella cita, AfD fue el cuarto partido más votado (11%).