El expresidente de Egipto Mohamed Morsi, el primero elegido democráticamente en la historia del país, ha fallecido este lunes después de prestar declaración delante de un tribunal en el marco de su propio juicio, según ha informado la televisión estatal.
Todavía no se conocen detalles sobre las causas de la muerte, que habría tenido lugar después de que el exmandatario se desmayase después de la comparecencia. El cadáver de Morsi “fue trasladado al hospital y se tomaron las medidas necesarias”, ha dado a conocer la cadena, que no ha detallado a qué centro hospitalario ha sido llevado.
Morsi llevaba preso desde el 3 de julio de 2013 y ha asistido a múltiples juicios durante este tiempo. En 2017 el Tribunal de Casación egipcio le condenó a cadena perpetua acusado de espionaje y de haber revelado secretos de Estado al grupo palestino Hamás y a Catar, monarquía del Golfo enfrentada con Arabia Saudí. Por estos últimos cargos también estuvo condenado a muerte. Además, fue sentenciado a 25 años de prisión por uso de violencia y haber provocado la muerte de manifestantes durante las protestas de 2012.
A sus 67 años, la salud del dirigente de Hermanos Musulmanes se había deteriorado notablemente por el tiempo pasado en prisión, los últimos seis años. Cumplía condena en la prisión de Borg al Arab, situada al oeste de Alejandría. Para acudir a los tribunales, era trasladado en helicóptero a la Academia de la Policía de El Cairo, donde se estaba celebrando el juicio.
Su familia y organizaciones de Derechos Humanos han denunciado que el expresidente era mantenido en régimen de aislamiento y no se le permitían visitas. Amnistía Internacional aseguró en febrero que Morsi sólo había recibido tres visitas desde que fue detenido.
La directora ejecutiva de Human Rights Watch (HRW) para Oriente Medio y el Norte de África, Sarah Leah Whitson, ha indicado en la red social Twitter que la noticia de la muerte de Mursi es “terrible pero COMPLETAMENTE predecible”, ante la falta de permiso por parte del Gobierno “para darle adecuada atención médica, y mucho menos visitas familiares”. También ha afirmado que la organización estaba preparando en este momento un informe sobre la situación de salud de Mursi y recordó que hace dos años ya alertaron sobre el deterioro que estaba sufriendo el presidente islamista que dirigió el país entre 2012 y 2013.
Por su parte, el director del Instituto de El Cairo para Estudios de Derechos Humanos (CIHRS), Bahey Eldin Hasan, ha indicado también en esta red social que “debe haber inmediatamente una investigación sobre la muerte del expresidente egipcio Mursi”.
El activista ha señalado que los egipcios y el resto del mundo saben que “no puede haber una investigación creíble” bajo el presidente, Abdelfatah al Sisi, ni “sus jueces y sus forenses”.
El primer presidente elegido democráticamente
Morsi fue el primer líder egipcio elegido democráticamente en 2012 tras las protestas de la Primavera Árabe egipcia que acabaron con tres décadas de dictadura de Hosni Mubarak. Su mandato de apenas un año estuvo envuelto en polémica desde el principio, levantando fuertes críticos entre la la oposición, la minoría cristiana de Egipto, las mujeres y los sectores más liberales. El descontento polarizó a la sociedad, que se lanzó a las calles en masivas protestas para pedir elecciones anticipadas.
El 3 de julio de 2013, el Ejército, comandado por al actual presidente Abdel Fatá al Sisi, entonces ministro de Defensa, le derrocó y fue detenido por su propia guardia presidencial en el palacio de Ittihadiya.
El presidente ahora fallecido, ingeniero de formación, entró a formar parte de los Hermanos Musulmanes en 1979 y escaló en su organigrama hasta que en 1995 se convirtió en miembro del Consejo Consultivo, su máximo órgano de decisión. Fue diputado en el Parlamento egipcio entre 1995 y 2005, cuando la Hermandad presentaba a sus miembros como independientes, y tras perder su escaño fue encarcelado en 2006 durante seis meses por apoyar las manifestaciones de jueces reformistas.
Durante la revolución de enero de 2011, que acabó con el régimen de Mubarak, fue recluido en la prisión de Wadi Natrun, al norte de El Cairo, junto a otros líderes islamistas, pero logró escapar gracias al caos y fue juzgado posteriormente por esa huida. De origen humilde, nació el 20 agosto de 1951 en el pueblo de Al Adwa, en el delta del Nilo, y se formó como ingeniero, llegando a ser entre 1985 y 2010 jefe del departamento de Ingeniería de la Universidad de Zagazig, cerca de su localidad natal.
También ejerció durante tres años como profesor universitario en California, aunque su estancia en Estados Unidos no hizo que cambiaran sus ideas y valores conservadores y tradicionales, que muchos vieron reflejados en la “primera dama”, cubierta de la cabeza a los pies. Desde su derrocamiento, las autoridades egipcias han emprendido una dura represión contra los seguidores de la Cofradía y de movimientos islamistas, tanto moderados como radicales, la mayoría sus cabecillas se encuentran en la cárcel o exiliados.