Federico Finchelstein, experto en fascismo: “Milei y Wilders son parte de la misma ola, los une la intolerancia”
Al historiador Federico Finchelstein (Buenos Aires, 1975) la victoria del ultra Javier Milei en las elecciones de su país no le pilló por sorpresa. Sí lo hizo, reconoce, el amplio margen –de 11 puntos– con el que derrotó al candidato peronista Sergio Massa. Desde Nueva York, donde es jefe del departamento de historia de la New School for Social Research, Finchelstein estudia la extrema derecha en todo el mundo y no duda en encajar al presidente electo de Argentina en la misma corriente política de Donald Trump, Jair Bolsonaro y Vox.
El profesor, autor de varios libros sobre fascismo –los últimos, Breve historia de las mentiras fascistas y Del fascismo al populismo en la historia (Taurus)–, se mueve entre la duda sobre el margen de acción del Gobierno de Milei y el optimismo sobre “la posibilidad de que no pueda destruir la democracia”. Al finalizar la entrevista con elDiario.es, llueven las noticias de última hora sobre el triunfo de Geert Wilders, que se caracteriza por su ideología islamófoba, en Países Bajos. “Milei y Wilders son parte de la misma ola. La intolerancia los une”, dice.
¿Cómo definiría a Milei?
Hay muy poco de original en él. Pertenece al nuevo populismo de extrema derecha que llega por primera vez al poder con Trump en Estados Unidos y Bolsonaro en Brasil, y que tiene otras expresiones, incluyendo también el caso de Vox en España. Es una extrema derecha que, a diferencia de sus antecesores en el marco del populismo del siglo XX, está más cercana a lo que fue la experiencia fascista.
Él se presenta como anarcocapitalista, lo cual no es muy habitual en el actual fenómeno global de la extrema derecha.
Hay diferencias que tienen que ver con las distintas culturas políticas y las distintas situaciones locales. Es decir, en países como España o Italia, por ejemplo, no hay diferencias económicas importantes con la postura de extremo neoliberalismo de Milei. En términos económicos, Milei también está más a la derecha que Trump y Bolsonaro.
De todas formas, eso es lo que él dice. Veremos qué puede hacer. Lo que en mi opinión caracteriza y tienen en común este tipo de nuevos extremismos populistas son otras cuestiones que van más allá de lo económico. Es decir, en la economía se presentan diferencias. Incluso si vamos más atrás, en la época de los fascismos, en los años 30, con Mussolini, Hitler y también más tarde con Franco, vemos una economía más bien corporativista, con un rol importante del Estado. Sin embargo, ya avanzados en el siglo XX, en los 70, por ejemplo, en la dictadura de Videla en Argentina y las juntas que le suceden, o en la de Pinochet en Chile, las posturas tienen también que ver con antecedentes ideológicos fascistas y dictaduras extremistas en un marco de neoliberalismo.
Es decir, en la historia del fascismo, la cuestión económica no es lo que todos tienen en común, sino otras cosas.
¿Qué otras cosas?
Lo que distingue históricamente al fascismo del populismo es, primero, una cuestión histórica. Los primeros populistas llegan al poder tras la derrota de los fascismos. Después de 1945 y por primera vez en América Latina, vemos dictadores en el caso de Vargas en Brasil u hombres fuertes como Perón en Argentina que hacen lo contrario que los fascistas. En los casos más famosos de Hitler o Mussolini, por ejemplo, los fascistas destruyen la democracia desde dentro para crear una dictadura. En el caso de Perón, es lo contrario: destruye una dictadura desde dentro para llamar a elecciones y crear una democracia.
La extrema derecha, a diferencia de sus antecesores en el marco del populism está más cercana a lo que fue la experiencia fascista
Lo que marcan los nuevos populismos es más bien una combinación de ese legado autoritario que los precede con una reformulación del fascismo en términos democráticos. En ese marco, se distinguen porque abandonan de forma explícita cuatro elementos centrales del fascismo, que son a los que vuelven líderes como Milei, Trump y Bolsonaro.
¿Cuáles son esos elementos?
El primer elemento esencial al fascismo es una propaganda totalitaria, orwelliana, el reino de la mentira en la política. El segundo es la violencia y la militarización de la política, es decir, la idea de que la política se hace no solo en los términos convencionales, sino también, por ejemplo, con el uso de las armas como icono –vale la pena recalcar es la politización de las fuerzas armadas–. El tercer elemento es la demonización absoluta del enemigo, la xenofobia, el racismo. El último elemento es la dictadura.
En el siglo XXI esto cambia y aparecen nuevos populismos de derecha que tienen una idea distinta de estos cuatro elementos: ya sea de la violencia, la xenofobia, la mentira, reemplazar la historia con el mito y por supuesto la reivindicación, normalización o legitimación de dictaduras. Vox no está exento de esto. Italia, tampoco. En los casos más extremistas, los de Trump y Bolsonaro, vemos no solo la admiración por dictadores y la reivindicación de la falta de derechos políticos en el pasado, sino también vemos intentos de golpe de Estado. Trump y Bolsonaro pierden las elecciones y promueven, de distintas formas, golpes de Estado. En ese caso, como líderes que no son electos y se mantienen de forma permanente en el poder, habríamos hablado de dictaduras.
En ese marco, el populismo anterior parece algo del pasado. La paradoja argentina es que dos populismos se enfrentaron en las últimas elecciones. Por un lado, el peronismo, que es un populismo clásico que tiene ciertas intolerancias, pero también elementos democráticos. Por otro lado, la intolerancia absoluta que representa Milei en Argentina, Vox en España y por supuesto, Trump y Bolsonaro. Es lógico que se ayuden mutuamente y que una de las proyecciones internacionales más importantes de Milei haya sido un acto de Vox. Lamentablemente, estos sectores que no valoran como el resto la democracia constitucional están en alianzas y se enaltecen mutuamente.
En Argentina vemos precisamente la figura de Victoria Villarruel, que será la vicepresidenta de Milei y tiene como principal bandera el negacionismo de la última dictadura militar.
Villarruel está a la derecha de Milei en muchos sentidos, si eso es posible. Dentro del mileismo, es todavía más extremista. En términos familiares, su tío era uno de los jefes de un campo de concentración donde se torturaba y se mataba, y su padre fue cercano a Aldo Rico, un golpista de la década de los 80, y se distinguía por llevar jóvenes a conocer al dictador Videla, en ese momento encerrado en su casa con prisión domiciliaria.
Esta persona retuiteó un comentario que trataba de “terrorista” la película Argentina, 1985. ¿Cómo alguien puede calificar de “terrorista” una película que reivindica la justicia y la democracia frente a crímenes aberrantes? Estamos hablando de una persona desenfrenada ideológicamente en términos de extrema derecha. Milei le iba a encargar el área de seguridad, lo cual es una aberración, ya que si los argentinos aprendimos algo en los últimos 40 años es la importancia de no politizar las fuerzas armadas y los sectores de seguridad. No debería llamarnos la atención en el marco de una nueva extrema derecha populista que plantea situaciones similares.
¿Cómo explica entonces el giro de Argentina a la extrema derecha?
La explicación tiene que ser más compleja que el extremismo de Milei. En nuestros 40 años de democracia solía ser tóxico minimizar los crímenes de la dictadura o legitimar sus actos, como han hecho Villarruel y Milei. Cuando hablan de entender los “excesos” de la dictadura, reproducen la misma propaganda de la dictadura. Lamentablemente, la mayor parte de sus votantes –todavía más los que no lo habían votado en primera vuelta, pero sí en segunda vuelta– no han dado a este tema la centralidad que merece, lo cual ya habla de una degradación de la cultura política argentina.
La pregunta es por qué no se la han dado. Parte de la respuesta tiene que ver con el hecho de que Argentina está viviendo una crisis total en términos económicos, pero también políticos. Mucha gente está cansada de los políticos tradicionales. Entonces aparecen estos populistas con mensajes antipolíticos y recurren a la mentira, la propaganda y el odio para tratar de convencer de sus soluciones mágicas. El candidato que perdió contra Milei es el ministro de Economía fracasado de un gobierno fracasado. Hay una inflación anual de más del 140% y más del 40% de gente en la línea de pobreza. En este marco, cuestiones que tienen que ver con la memoria, la cultura política y los derechos han sido dejadas de lado por muchos votantes que querían expresar un voto de profundo rechazo a las experiencias anteriores. En la primera vuelta, los otros dos candidatos representaban gobiernos que habían fracasado.
Ahora, en mi opinión, muchos de estos votantes se van a arrepentir de haber elegido esta solución. Es cierto que Milei nunca gobernó, pero el remedio puede ser peor que la enfermedad.
¿Está capitalizando de alguna manera la extrema derecha la rebeldía, que ha sido una insignia de la izquierda?
Sí, está capitalizando la sensación de rechazo y rebeldía, lo que en la academia denominamos la crisis de representación, gente que no se siente identificada con sus políticos. Es un mensaje con pocas propuestas concretas que puedan beneficiar a la gente y de intolerancia y promesas mágicas, que tiene más que ver con la propaganda.
Se ha comparado mucho a Milei con Trump y Bolsonaro. ¿En qué se parecen y en qué no?
Los periodistas, historiadores y analistas podemos analizar lo que fueron experiencias muy negativas en términos de derechos y de la importancia de las instituciones democráticas. Son dos experiencias que terminaron con negación de las elecciones democráticas e intentos de golpe de Estado.
Argentina está viviendo una crisis total, en términos económicos, pero también políticos
Todo eso Milei no lo tiene, porque todavía no gobernó, pero es un personaje que se ha inspirado mucho en las acciones de Bolsonaro y Trump. El temor en Argentina para muchos es que Milei insista en experiencias que han fracasado en otros lugares.
¿En qué podría insistir?
Por ejemplo, ya algunos de sus adláteres y sus políticos principales han hablado de la necesidad de eliminar el aborto. Sería una limitación de derechos que en el caso de Trump fue muy relevante, porque nombró a jueces que eventualmente han recortado los derechos de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo. Siempre está la posibilidad de ese recorte de derechos.
Milei también ha prometido que Argentina va a volver a ser una potencia mundial. Muchos nos preguntamos en qué sentido lo fue, si lo fue. Los desafíos económicos y sociales son gigantes y es difícil pensar que pueda tener éxito.
Antes mencionaba la alianza de Milei y Vox. ¿Qué tienen en común?
El odio a la democracia constitucional, a la igualdad de derechos, a lo que se piensa o se expresa distinto, así como la intolerancia y los liderazgos mesiánicos. El elogio de dictaduras y violencias pasadas, la glorificación de un pasado que en realidad no pasó, que es mítico. Todos los elementos que en realidad acercan a estos populistas al fascismo.
Villarruel está a la derecha de Milei en muchos sentidos, si eso es posible
En términos económicos, difieren. Milei se autopresenta como anarcocapitalista, pero ahí se notan también las contradicciones. Es un libertario cuyo libertarismo no incluye el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos, por ejemplo. Sus propuestas para liberar las regulaciones sobre las armas le unen con Trump y Bolsonaro.
Son todas cuestiones muy graves, pero esto no quiere decir que las pueda llevar a cabo. No tiene fuerza en el Congreso. Emerge como un líder muy votado, pero muy débil. Veremos qué pasa. Para la gente interesada en defender nuestras democracias constitucionales, este tipo de gobiernos representan una necesidad de resistencia frente a la posibilidad de ataques a derechos esenciales de la democracia.
Viendo lo que ha pasado en otros países, ¿qué es lo que más le preocupa que pueda ocurrir en Argentina?
Tengo confianza en la capacidad de los argentinos para darse cuenta de lo problemático que es esto. Obviamente, va a haber intentos por parte de Milei, su gobierno y sus seguidores de erosionar nuestra democracia, que fue tan difícil de conseguir y se logró con tantas víctimas y tanto sufrimiento. Pero soy optimista sobre la posibilidad de que no puedan destruir la democracia como pretenden.
¿Puede haber un avance autoritario en Argentina?
Lo que creo es que vamos a ver es un intento. Que tenga éxito es otra cosa. Yo confío en la capacidad de mi país para resistir esto si se presenta de tal manera.
A Milei y Vox les une el odio a la democracia constitucional
Por ejemplo, volviendo a Villarruel, me parece muy preocupante qué va a pasar con las fuerzas de seguridad y las fuerzas armadas. ¿Se van a intentar politizar? Ellos ganaron las elecciones, pero estaban preparados para mentiras de tipo trumpistas, por si perdían. Unos días antes, la hermana de Milei, una de sus asesoras principales, presentó un escrito realmente delirante sobre lo que llamó una campaña muy extensa para negarle al pueblo argentino la capacidad de votar y elegir libremente a sus gobernantes y acusó a la Gendarmería, una de las fuerzas de seguridad. En ese marco hubo un disenso, Villarruel dijo que ella no estaba de acuerdo porque la Gendarmería está con ellos. La respuesta es aún más preocupante: frente a un delirio de mentiras sobre las elecciones, ¿la respuesta es que las fuerzas de seguridad están con un partido político? Esto demuestra cuál es la mentalidad de la que hablamos.
¿Espera que Milei se modere de alguna manera?
Tengo mis dudas. Con Bolsonaro y Trump vimos que la moderación no es su fuerte. A la larga o a la corta, el verdadero Milei, el extremista, el intolerante, el gritón, el maleducado, el vulgar… va a predominar sobre esta imagen que pretende presentarnos a todos.
¿Se ha infravalorado el fenómeno que representaba?
Sí, incluso en la segunda vuelta se ha normalizado la idea de un Milei, tranquilo y controlado, que tiene que ver con un intento de la derecha tradicional en Argentina de domesticarlo. Pero estos intentos de normalización de extremistas como Milei eventualmente fracasan, o por lo menos así pasó en muchos otros casos, y están jugando con fuego. Parecen aprendices de hechiceros que controlan algo que no pueden controlar. Ahí está el riesgo.
Me preocupa qué va a pasar con las fuerzas de seguridad y las fuerzas armadas
¿Qué lectura hace de ese papel de la derecha tradicional y líderes como Mauricio Macri o Patricia Bullrich, que han respaldado a Milei?
Ha habido una gran equivocación por parte de esta derecha que ha elegido actores no democráticos por encima de la defensa de valores comunes de la democracia. Lo mismo vemos en Italia y por supuesto en España donde, por ejemplo, algo que podría ser tóxico, una alianza entre el PP y Vox, se presentó como una gran posibilidad en las últimas elecciones. Argentina no es tan original como piensan muchos. Esto pasa en muchos lugares, lamentablemente.
Empezamos la semana con la victoria de Milei y acabamos de conocer que el líder de la extrema derecha de Países Bajos, Wilders, ha ganado también las elecciones.
Es otro ejemplo de esta nueva ola autoritaria del populismo. Por supuesto, siempre hay razones locales, pero en Países Bajos, al igual que en Argentina, EEUU y también España, el desplazamiento de la derecha tradicional a posturas más cercanas a las de Milei o Wilders avala y normaliza a estos últimos. Milei y Wilders son parte de la misma ola. La intolerancia los une. Representan el mismo tipo de extremismo ideológico.
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