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El feminismo argentino, convencido de la victoria en la votación sobre el aborto en el Congreso

Concentración feminista del 4 de junio, cerca del Congreso argentino en Buenos Aires.

Víctor David López

La historia de la lucha de los colectivos feministas por el aborto legal en Argentina ha sabido aprovechar una situación política favorable y colarse en el Congreso con opciones claras de triunfo. La despenalización total de la interrupción voluntaria del embarazo se votará en el Congreso el 13 de junio, y luego pasará al Senado. Hay optimismo en alcanzar la mayoría simple que se necesita para lograr algo que poseen ya en el vecino Uruguay y en Cuba.

Desde 1921 –gobernaba entonces Hipólito Yrigoyen– se reconoce en Argentina el derecho al aborto en los casos de riesgo para la vida o salud de la mujer embarazada, o en casos de violación. Pero la realidad es diferente. A pesar de que desde hace un lustro una sentencia judicial sentó precedente y para los casos de violación bastaba presentar una declaración jurada por parte de la mujer embarazada, en la práctica las autoridades sanitarias ponen trabas. Envían estos casos a los juzgados y allí se bloquea el proceso.

Para Ruth Zurbriggen (Córdoba, 1964), activista del colectivo La Revuelta y de la asociación Socorristas en Red, la lucha social “se fue extendiendo y amasando” a base de trabajo, comunicación y conexiones.

Zurbriggen, en conversación con este diario, ha recordado el largo combate : “Antes del 2005 [cuando fue creada la Campaña Nacional] hubo acciones de grupos feministas que reclamábamos esto pero no llegaron a tener la incidencia que tenemos hoy.” Primero, nacieron los Encuentros Nacionales de Mujeres, que cada año propone y desarrollan mejoras necesarias. Y en 2015 llegó el cambio de ritmo: las marchas de Ni Una Menos –cada 3 de junio–: “Fueron capaces de mostrar todo el reclamo en contra de los feminicidios y la falta de políticas públicas”.

Con todo el espectro posible de edades, la Campaña Nacional, las marchas Ni Una Menos y todos los colectivos feministas encararon la recta final. “Se fueron profundizando los debates alrededor de los entramados de violencia que sufrimos las mujeres y los cuerpos femeninos. Y el reclamo por el aborto legal se volvió una bandera muy importante del movimiento.” Ahora, tras el inmenso paro del 8 de marzo, ni desde La Revuelta ni desde cualquier otra asociación pueden creerse toda la gente que viene detrás.

La memoria de la lucha feminista en Argentina también se puede dibujar de la mano de Estela Díaz (La Plata, 1963), sindicalista, secretaria de Igualdad de Género y Oportunidades de la Central de Trabajadores (CTA): “Todo el debate de los derechos y participación de las mujeres quedó cortado por esa dictadura siniestra, asesina y feroz”, comenta a eldiario.es la dirigente sindical. “Luego se revitalizó el movimiento, además teniendo un emblema de la resistencia de las mujeres en la dictadura, como fueron las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo”.

En texto que se votará en el Congreso argentino el 13 de junio incluye, en primer lugar: “Derecho a decidir voluntariamente la interrupción de su embarazo durante las primeras catorce semanas del proceso gestacional.” Y después, más allá de estas primeras catorce semanas: “Derecho a interrumpir su embarazo en los siguientes casos: si el embarazo fuera producto de una violación, con el solo requerimiento y la declaración jurada de la persona ante el profesional de salud interviniente; si estuviera en riesgo la vida o la salud física, psíquica o social de la mujer, considerada en los términos de salud integral como derecho humano, y si existieren malformaciones fetales graves”. En el caso de adolescentes entre 13 y 16 años, se requerirá el consentimiento de la madre o del padre.

La cuestión que se estudiará en el futuro es cómo se ha conseguido justo ahora, con el conservador Mauricio Macri en el poder, convencer a tantos diputados y senadores para que voten a favor en un tema que, por ejemplo, siempre esquivó Cristina Fernández Kirchner.

Zurbriggen y Díaz coinciden en la importancia de haber sido capaces de ir construyendo una agenda política, marcando el paso, hablando a los dirigentes en su idioma. “Lo fundamental ha sido la politización que le hemos dado al tema de las violencias en Argentina, y a mostrar que sin aborto legal no hay Ni Una Menos”, asegura la activista de La Revuelta.

“A pesar de estar con un Gobierno neoliberal, que en general recorre un camino de recortes de derechos de los sectores populares, de los trabajadores, el movimiento de mujeres está discutiendo una agenda transversal de ampliación de derechos”, explica la secretaria de Género de la CTA.

La presión de los distintos colectivos ha sido tan grande que cuando llegó la oportunidad muchas mujeres estaban preparadas con un pañuelo verde a la puerta del Congreso. Como supone Ruth Zurbriggen, quizá se trata de “un momento político donde el Gobierno Federal vio en este reclamo una vía de escape para otros temas”.

Los grupos feministas no dan importancia a los apoyos exteriores o la posición del Gobierno de Macri. “Esto lo impusimos nosotras”, recalca con firmeza Ruth Zurbriggen. “En ningún país del mundo el aborto legal se consiguió porque hubiera gobiernos feministas, revolucionarios y anticapitalistas. Fue una conquista del movimiento feminista”.

En un debate en la Cámara de Diputados el 24 de mayo, Julia Burton –socióloga también del colectivo La Revuelta y de Socorristas en Red– desmanteló alguna de las críticas a esta propuesta. De entre todas las mujeres a las que la asociación ha ayudado a interrumpir su embarazo en los últimos años, se centró en las 5.871 a las que acompañaron en 2017. El 58,3% de ese grupo de mujeres era creyente, el 57,2% ya eran madres y el 81,6% se enfrentaba a su primer aborto.

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