Finlandia está a punto de dejar atrás su histórico estatus de país no alineado militarmente para pedir, definitivamente, entrar a formar parte de la OTAN tras un debate parlamentario iniciado este miércoles y al que le quedan semanas por delante. Desde los años de la Guerra Fría, el país nórdico, que comparte 1.300 kilómetros de frontera terrestre con Rusia, ha sabido mantener una postura de cierta neutralidad, que le sirvió para conservar su soberanía frente a la Unión Soviética y más adelante para adquirir un reconocido papel internacional como intermediario entre Occidente y Rusia.
A pesar de los vínculos económicos, políticos y culturales entre Helsinki y Moscú, la invasión en Ucrania ha sido el detonante que ha provocado el giro radical en la postura del Gobierno de Finlandia, empujado por un apoyo social histórico de más del 65% en favor de la adhesión a la Alianza Atlántica.
Primero fue la decisión tomada por el Ejecutivo liderado por la primera ministra, Sanna Marin, de ayudar a Ucrania enviando equipamiento militar, incluido munición y armas, rompiendo por primera vez con su política de no enviar material de defensa a zonas de guerra y conflicto. La decisión fue precedida por los esfuerzos diplomáticos que en los últimos meses el Gobierno y el presidente finlandés, Sauli Niinistö, han llevado a cabo para estrechar la cooperación bilateral en defensa con los países aliados de la OTAN, participando en las reuniones del organismo y en ejercicios militares conjuntos en Noruega. Finalmente, este miércoles el Parlamento finlandés acogió la primera sesión del debate que en las próximas semanas debe discutir los puntos a favor y en contra de pasar a ser un miembro formal de la OTAN y votar si el país hace o no la petición de ingreso.
El debate en el Parlamento llega a pesar de que, cuando las tropas rusas se empezaban a acumular en la frontera con Ucrania a mediados de enero, la primera ministra, Sanna Marin, insistía en que el ingreso de su país en la OTAN era “muy poco probable” durante su mandato. Tres meses después, el desarrollo de la guerra ha hecho que la decisión de pedir formar parte de la OTAN haya pasado de ser una posibilidad remota a una opción altamente posible que se puede producir antes del último fin de semana de junio, cuando los miembros de la Alianza Atlántica se reunirán en una cumbre celebrada en Madrid.
“Rusia no es el vecino que pensábamos que era”, dijo hace una semana la primera ministra Marin, señalando que la decisión de formar parte de la Alianza militar debería tomarse “a fondo, pero rápidamente”, y añadió: “Tendremos discusiones muy cuidadosas, pero no nos tomaremos más tiempo del necesario porque la situación es, por supuesto, muy grave”.
Hoja de ruta para entrar en la OTAN
El debate político en el Parlamento se inició después de que el pasado 13 de abril los ministros de Exteriores, Defensa e Interior presentaran un informe que debe servir de “hoja de ruta” de defensa del país nórdico, ahora que se enfrenta “a la situación más grave y más difícil de predecir desde el final de la Guerra Fría”, según justificaba el ministro de Asuntos Exteriores, Pekka Haavisto.
El documento presenta las implicaciones de adherirse a la OTAN y describe el proceso de entrada a seguir en los próximos meses. Según relata el informe, redactado por una comisión de Defensa del Gobierno, a pesar de que Finlandia no sufre una amenaza militar inmediata, el ataque de Rusia a Ucrania demuestra que desde Moscú no se respeta la soberanía nacional de los países vecinos a la hora de imponer sus propios intereses.
En consecuencia, el informe describe un panorama de inestabilidad e inseguridad en la región del mar Báltico y alerta que el país debe prepararse para todos los escenarios posibles. Finalmente, el documento presenta argumentos sólidos acerca de por qué Finlandia debería unirse a la OTAN. El más claro de ellos: que el país estaría bajo la protección del artículo 5 del tratado de la Alianza, que obliga a una reacción conjunta en caso de que un país miembro sufra una agresión.
Más de la mitad del Parlamento, a favor de la adhesión
Hasta ahora, no está claro si la decisión de pedir el ingreso requiere de una mayoría simple o de dos tercios de la cámara parlamentaria, una cuestión que se debe resolver en los próximos días. Sin embargo, de los cinco partidos que forman la coalición de centro-izquierda del Gobierno, solamente el partido de Alianza de Izquierda (Vasemmistoliitto) no se ha pronunciado aún abiertamente sobre la cuestión, mientras que los demás partidos que forman el Ejecutivo se han manifestado a favor de pedir la adhesión. Según recogen los medios de comunicación finlandeses, del resto del Parlamento, formado por 200 diputados, 109 se han manifestado a favor, incluidos los principales líderes de la oposición, mientras que 12 diputados votarían en contra.
Entre los temas sobre la mesa a debatir, el profesor de Historia Política en la Universidad de Helsinki Juhana Aunesluoma apunta que estaría la cuestión acerca de “qué tipo de membresía tendría Finlandia, que podría llegar a un acuerdo para no acoger en su territorio armas nucleares, ni tropas ni bases militares extranjeras de forma permanente”, un modelo similar al que mantienen otros países del entorno como Noruega y Dinamarca.
Amenazas desde Rusia
Mientras en Helsinki se desarrollaba el debate parlamentario, la portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores del Kremlin, Maria Zakharova, en una entrevista televisada amenazó una vez más al Gobierno del país nórdico sobre las consecuencias: “Hicimos todas nuestras advertencias, tanto públicamente como a través de canales bilaterales. Ellos lo saben, por lo que no hay sorpresas”, advirtió. Las declaraciones en tono duro se suman a las hechas hace una semana por el expresidente ruso Dmitri Medvedev, que advirtió que si la adhesión de Finlandia seguía adelante, "Rusia tendría que reforzar sus defensas en la región del mar Báltico, incluso mediante el despliegue de armas nucleares".
Según Timo Miettinen, investigador del Centro de Estudios Europeos en la Universidad de Helsinki, en el último mes “el Gobierno se ha asegurado que ningún país miembro de la OTAN bloqueará la petición de entrada de Finlandia”. Miettinen explica que una vez el Parlamento se pronuncie, los países de la Alianza deben ratificar la decisión, “un proceso que, siendo realistas, puede terminarse a finales de este año”. Mientras tanto, el experto señala que el país teóricamente aún no estaría protegido bajo el paraguas del artículo 5 de la alianza Atlántica “pero de alguna forma su seguridad estaría garantizada por los países aliados”.
Acerca de la reacción rusa, el experto asegura que la guerra híbrida contra Finlandia ya ha empezado y que aún se intensificará más “con ciberataques, propaganda anti-finlandesa, enormes campañas de desinformación y un incremento de la actividad militar en las fronteras”. “De todos modos”, añade el experto, “debido al carácter impredecible que ha demostrado Putin, no sabemos con certeza cómo reaccionará Rusia”.
Finlandia marca el camino a Suecia
En paralelo, la opinión pública en Suecia también ha dado un giro radical y las últimas encuestas muestran un aumento significativo del 57% que estaría de acuerdo a adherirse a la OTAN. El partido socialdemócrata de la primera ministra, Magdalena Andersson, anunció que abriría un proceso de diálogo interno para valorar la entrada a la Alianza.
En una rueda de prensa conjunta con la primera ministra finlandesa, la líder del ejecutivo sueco aseguró que Suecia y Finlandia “mantendrían un diálogo claro y cercano en las próximas semanas acerca de las opciones respectivas de sus países sobre la OTAN”.
Según los expertos, el escenario ideal sería que los dos países pidieran la adhesión al mismo tiempo para no dejar ninguno en una posición de debilidad frente Rusia.
La oposición en Suecia también se muestra favorable a pedir la adhesión, pero el proceso se espera que sea más lento que en Finlandia, ya que el próximo 11 de septiembre se celebran elecciones generales y se asume que esto puede complicar el debate en el país.
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